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Literatura sobre la Revolución Mexicana se ha manipulado: Nicolaitas

Se analizaron varias obras literarias de la época en torno a la Revolución Mexicana, durante el segundo día del Coloquio Universitario sobre la producción normativa de los grupos armados en la Revolución Mexicana
Se analizaron varias obras literarias de la época en torno a la Revolución Mexicana, durante el segundo día del Coloquio Universitario sobre la producción normativa de los grupos armados en la Revolución Mexicana

Tres egresados nicolaitas disertan sobre literatura, música y patentes en el Coloquio Universitario organizado por  alumnos del Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Morelia, Michoacán, 05 de febrero de 2016.- La obra literaria de los autores mexicanos contemporáneos a la Revolución, fue retomada posteriormente por diferentes gobiernos para crear entre la población un sentimiento de identidad, con roles para hombres y mujeres bien definidos, no siempre democráticos o paritarios, que confunden la historia de la Revolución y sus causas sociales, con una visión personalista del autor, con toques de ficción y la limitante de no ser historiadores.

Al analizar varias obras literarias de la época en torno a la Revolución Mexicana, durante el segundo día del Coloquio Universitario sobre la producción normativa de los grupos armados en la Revolución Mexicana, organizado por alumnos del posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Casa de Hidalgo, Vania Celia Montes Camarena, egresada de las facultades de Derecho y Letras de la UMSNH, además de varios diplomados con temas sobre Político y Perspectiva de Género, Derecho Electoral y Democracia, Seminario de Derecho Procesal Penal, Narrativa de la Revolución, articulista en Cambio de Michoacán y la Voz de Michoacana, integrante de la comisión nacional de mujeres profesionistas de izquierda y vocera de las personas con discapacidad en el estado, afirmó que la producción literaria entre 1910 y 1921 fue vasta y diversa, caracterizada por enfocar la realidad desde un punto de vista personal, a veces alejado de la mera realidad.

Al enunciar las características de las novelas y cuentos de la época, Vania Montes enunció las coincidencias entre ellas: casi todas autobiográficas, con el tema central del movimiento revolucionario, con una visión cruda de la realidad, en donde la mayoría de los autores muestran a la mujer en un papel de subordinación al hombre, mientras otras, demuestran cómo la mujer para ser parte del movimiento tuvo que renunciar a su condición, disfrazarse de hombre, actuar como tal para evitar ser abusada por sus compañeros, no tener hijos, ni marido.

Al referirse a la obra de Mariano Azuela “Los de Abajo”, precisó que en ella se plasman las vivencias de un médico cirujano –el autor- durante la Revolución, obra que los gobiernos posteriores han considerado como indispensable para la lectura dentro de las aulas, tal cual si fuera un libro de historia, cuando literariamente no puede considerarse ni siquiera una obra con un estilo artístico, ya que la escribió un médico, así como tampoco afirmar que los hechos narrados en sus páginas no analizan de manera sistemática e imparcial el fondo de esta lucha por reivindicar los derechos sociales.

Por su parte, Francisco Mora Reyes, egresado de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, hizo una estancia de investigación en la Ciudad de México sobre las capillas de música indígena en los siglos XVII y XVIII, especializado en lírica y música mexicana de los siglos antes mencionados, al hablar del Corrido de la Revolución Mexicana, como una expresión social y artística, afirmó que este tipo de expresión musical fue retomado por la sociedad de ese tiempo como un elemento de identidad, un medio de información sobre los sucesos protagonizados por los caudillos de la Revolución Mexicana y la difusión de ideas de libertad social y protesta contra la opresión.

Algunos con elementos de romanticismo, otros, detallando batallas legendarias de Villa y Zapata, el corrido durante el tiempo de la Revolución, dio origen a una forma de manifestación del pobre y oprimido ante los ricos hacendados, gobernantes y patrones.

El nombre del género musical de “corrido”, explicó, se remonta al tipo de papel que se usaba para escribir las letras que los autores plasmaban para que luego el músico les diera forma. El corrido mexicano surge a raíz de las miles de muertos que dejó la revuelta revolucionaria y el conflicto social en el que estaban inmersos la mayor parte de los mexicanos.

Los periódicos eran para los ricos, afirmó, por lo que era a través del cantante que llegaba al pueblo acompañado de su “palero” (quien cargaba con instrumento y coreaba al artista), para contar las últimas hazañas de los héroes revolucionarios, las desgracias de los hacendados y las batallas de quienes estaban en el poder.

Al concluir la Revolución Mexicana, los corridos sobrevivieron con ese tinte social que les caracteriza y así como en ese entonces los protagonistas de las piezas musicales eran los rebeldes, ahora, los narco corridos son una secuencia de esa narrativa popular de los narcotraficantes contra el poder del gobierno.

Finalmente, con un tema poco estudiado, la profesora investigadora Alma Rosa Ayala Virelas, egresada de la Facultad de Derecho y Maestra en Historia doctorante en Derecho por la Universidad de Guanajuato, habló de la legislación en México en torno a las patentes industriales durante la época de la Revolución Mexicana.

Mientras México se debatía en el movimiento revolucionario, en Europa avanzaba la industrialización y con ello los inventos relacionados con la tecnología. Debido al poco desarrollo de los medios de comunicación, no era raro que a partir de un descubrimiento científicos, en diferentes países del continente Europeo, varias personas inventaran aplicaciones parecidas y las patentaran como únicas.

La doctorante en Derecho, hizo notar cómo en ese entonces la industrialización y la economía, dejaban de lado la importancia del científico que descubría algo nuevo, para más bien incentivar al inventor que pudiera aplicar el descubrimiento en procedimientos industriales.

Con la necesidad de generar una economía sana para el país, explicó Ayala Virelas, el entonces presidente de México, Porfirio Díaz, invitó a la industria extranjera a invertir en México, por lo que tuvo que desarrollar una ley de patentes para que quienes se instalasen en el país tuvieran garantías sobre los descubrimientos en procesos y artefactos nuevos para mejorar la producción.

Así la primera ley de patentes en México se promulgó en 1890, pero al ser rudimentaria se modificó pronto, para en 1893 adoptar el convenio de París sobre la propiedad industrial que rige las patentes en este campo hasta el día de hoy.​​

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