Marcha de carácter excluyente con fines políticos / Hugo Gama
Las marchas del fin de semana resultan ser una expresión político-moralista con clara visión excluyente y polarizadora de la sociedad con tintes evidentemente político-electorales, el tema se presta para hacerlo, pues insisto, el asunto ya fue estudiado y jurídicamente resuelto
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Morelia, Michoacán, 12 de septiembre de 2016.- El tema de matrimonio igualitario, jurídicamente es un tema superado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya se pronunció al respecto, y varias legislaturas locales ya reformaron la norma civil o familiar para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, y en aquellos que aún no hay reforma el Juicio de Amparo puede mandatar su celebración, es decir, el derecho humano ya fue reconocido por una interpretación de una norma constitucional.
Debo referir que sigo sin entender del todo la decisión política de Enrique Peña Nieto de querer legislar al respecto, esto cuando ya estaba superado el tema, pues su determinación lo único que ha ocasionado son manifestaciones de carácter político en contra (escondidas en la moral y la fe de un grupo determinado), que sin duda afectan más su ya dañada imagen y da oxígeno político a los grupos conservadores.
Ahora bien, el desplegado publicado la semana pasada en la prensa por parte de los Obispos de Michoacán fue evidentemente la antesala y el acto político que previo a las marchas realizó la iglesia católica, esto con el ánimo de impactar de manera mediática. Por otro lado, el púlpito en los municipios y las tenencias fue utilizado para convocar a los feligreses a las marchas, incluso una universidad privada identificada con el Partido Acción Nacional que usa el nombre del benefactor de los Purépechas realizó movilización de personas.
Las marchas realizadas este fin de semana en diversas partes del país, llamadas “por la familia”, son una expresión meramente política que da muestra del activismo de los grupos conservadores, quienes usando la fe de las personas los envían a manifestarse en contra del matrimonio igualitario. Habrá quien diga que fueron completamente “ciudadanas” (respeto su manifestación), sin embargo, no es así, el tema se presta para el hundimiento político de unos y el crecimiento de otros, y tengo plena certeza que el tema poco a poco empezará a aparecer en el dialecto de algunos políticos con aspiraciones.
No me opongo a las marchas o a la manifestación de ideas, constitucionalmente se deben respetar, se trata de derechos humanos, sin embargo, no se puede desde “la moral” de un grupo determinado ejercer un derecho para cuestionar otros derechos como son los de igualdad y la no discriminación, es decir, no se puede exigir cumplimiento del Estado de Derecho cuando se ignoran o desestiman otros derechos humanos.
El Estado tiene como finalidad lograr la felicidad de la población, para ello debe garantizar la universalidad de las normas, que protejan a todos, a todos recalco, y que por consecuencia logré su objetivo primordial. En una postura excluyente bajo una premisa moralista de un grupo determinado, se rompe con la universalidad, lo que tendría como consecuencia la infelicidad de los excluidos, por lo que el Estado no estaría cumpliendo con su objetivo.
Las marchas del fin de semana resultan ser una expresión político-moralista con clara visión excluyente y polarizadora de la sociedad con tintes evidentemente político-electorales, el tema se presta para hacerlo, pues insisto, el asunto ya fue estudiado y jurídicamente resuelto, pero la iniciativa del Ejecutivo Federal se ha convertido en una oportunidad para regresar al debate político, aunque en lo jurídico ya se encuentre atendido.
El 2018 está a la vuelta de la esquina, los aspirantes andan ansiosos, los partidos políticos y sus aliados preparan motores, es momento de aprovechar cualquier coyuntura.