Destaca Carlos Garfias trabajo de la Iglesia a favor de migrantes y mujeres
El arzobispo de Morelia señaló que la Iglesia Católica sostiene 72 albergues, uno de ellos en la colonia Vasco de Quiroga, en los cuales se apoya a migrantes de otros estados y países; para atender a las mujeres violentadas, indicó que en la capital michoacana se cuenta con el Refugio Santa Fe, que opera desde hace dos décadas
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Morelia, Michoacán, 07 de mayo de 2017.- El arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, ofreció una rueda de prensa en la cual habló sobre la atención a los migrantes y la prevención de la violencia contra la mujer, como tareas en las que se involucra la Iglesia Católica.
En el primero de los temas, señaló que la Iglesia Católica sostiene 72 albergues, uno de ellos en la colonia Vasco de Quiroga de Morelia, atendido por las voluntarias vicentinas, en los cuales se apoya a migrantes de otros estados y países, en Cáritas Diocesana, en coordinación con algunos transportistas.
También destacó la coordinación que se tiene con la Secretaría del Migrante estatal para facilitarles algunos trámites, la promoción de que en cada Parroquia se celebre el Día del Migrante en el mes de diciembre preferentemente (que es una buena oportunidad de convivencia, reflexión y solidaridad con los migrantes y sus familias) y la publicación en el periódico diocesano de información importante sobre este tema que hace regularmente la Dimensión Diocesana de Movilidad Humana.
Carlos Garfias aclaró no saber si ha aumentado el número de deportados en los últimos meses, pero comentó que en su experiencia como arzobispo de Acapulco él propuso la celebración de convenios entre Guerrero y los estados mexicanos fronterizos con estados unidos para facilitar el retorno de guerrerenses deportados, lo cual se logró en el caso de Tamaulipas y espera se replique en el caso de Michoacán con esas entidades.
Por lo que se refiere al tema de la violencia contra las mujeres, indicó que en Morelia se cuenta desde hace dos décadas con el Refugio Santa Fe para Mujeres Violentadas, donde las mujeres son hospedadas por tres meses y atendidas en sus necesidades físicas, morales, psicológicas y legales.
Garfias Merlos destacó el papel trascendente que tiene la mujer en la Iglesia Católica y, a pregunta expresa, indicó que acerca de la violencia que se vive en algunos matrimonios el Papa Francisco ha pedido acelerar la declaración de los casos de nulidad, aunque aclaró que cuando la violencia aparece en la vida conyugal no es causal de divorcio y siempre se busca la conciliación entre los esposos.
A continuación, ATIEMPO.MX (www.atiempo.mx), su portal de noticias y denuncias por internet, reproduce de manera íntegra el comunicado que previamente dio a conocer el arzobispo de Morelia:
Morelia Mich., a 7 de mayo de 2017.
Comunicado 04-17
Acompañar a nuestro pueblo en camino
Los Obispos de México, durante la Centésima Tercera Asamblea Plenaria de la CEM, reflexionamos sobre las acciones de la Iglesia católica ante la emergencia humanitaria que enfrentan las comunidades de migrantes. El fenómeno social de la migración a la que como nación nos enfrentamos es grave, y su perspectiva futura no apunta a una mejoría sino a tener grandes afectaciones en todo México. Desde esta especial urgencia y preocupación, nos enfocaremos como Iglesia a ayudar y ofrecer nuestro servicio a los migrantes mexicanos y latinoamericanos que transitan por nuestro territorio, muchas veces buscando alcanzar los Estados Unidos. Este compromiso no brota de una mera compasión momentánea o de un mero compromiso social solidario. Es por fidelidad al depósito de la fe por lo que reconocemos que Jesús, José y María fueron migrantes y refugiados, que huyeron de su querida tierra para buscar mejores condiciones de vida y seguridad. En la carne concreta de los migrantes, Jesús mismo continúa caminando en búsqueda de un nuevo horizonte más fraterno y justo para las personas y para los pueblos. Ante esta situación, la Iglesia católica, como comunidad e institución que forma parte importante de la sociedad mexicana, asume la responsabilidad histórica de actuar al servicio de nuestro pueblo. Se espera de ella y ofrece, no solamente una palabra profética, sino un compromiso de vida y de acción permanentes. Un testimonio personal y comunitario. En otras palabras, la Iglesia ha de continuar haciendo camino junto con los migrantes porque ellos también son Pueblo de Dios que camina en la historia. Compartimos con nuestros hermanos Obispos de Estados Unidos la decisión de ser solidarios y seguir apoyando a las familias inmigrantes. Recordamos a todas las comunidades de nuestra nación, que estas familias y sus miembros tienen un valor intrínseco, como hijos de Dios. El diálogo que mantendremos desembocará en compromisos concretos y procesos compartidos, que tengan impacto en la vida real. En la Iglesia nos comprometemos a generar espacios de reflexión para promover ideas, estrategias y acciones al interior de las diócesis y de cada parroquia, en favor de los migrantes. Aquí en la Arquidiócesis de Morelia tenemos la dimensión de movilidad humana a través de la cual ofrecemos albergue y atención a nuestro alcance a todos los migrantes que solicitan apoyo; de igual manera estamos en vinculación con las autoridades de migración para facilitarles los trámites.
Fomentar la paz ante violencia contra las mujeres
Ante el problema social de violencia contra las mujeres que viven muchas de nuestras comunidades, proponemos que nos demos cuenta que estas acciones violentas representan un desafío social y cultural. Esta conducta es aprendida y tolerada socialmente; se relaciona con la comprensión que los hombres y mujeres tienen de su masculinidad y feminidad. Si bien la condición económica, el alcoholismo y la adicción a las drogas no son la causa directa de este tipo de violencia, sí la agravan; pero la raíz última de la violencia es el ejercicio desigual de poder en la vida familiar y social. Llama la atención que frente a la violencia que sufren las mujeres hay quienes las señalan a ellas mismas como responsables de las agresiones que sufren; quienes piensan así, no toman en cuenta el hecho de que una persona que es agredida constantemente experimenta intensos sentimientos de vergüenza y miedo, que la inhabilitan para huir o pedir ayuda, y que en muchas ocasiones son las condiciones sociales, económicas o culturales las que disuaden a una mujer maltratada de romper el vínculo con el agresor. Es lamentable que, además de la violencia intrafamiliar, muchas mujeres mexicanas sufran violencia en distintos contextos sociales, entre ellos es importante destacar algunos ambientes de trabajo, en los que no existen condiciones laborales adecuadas a la situación femenina (CNP 70). Invito a valorar el papel de las mujeres en nuestra sociedad y en nuestras familias, reconozcamos su trabajo y su entrega diaria, fomentemos la paz valorándolas y reconociendo que su presencia es insustituible. Ojalá que todos nos comprometamos a crear condiciones de atención y acompañamiento a las mujeres víctimas de la violencia.