De espaldas a la sociedad / Enrique Bautista
De espaldas a la sociedad, así han venido actuando los grupos parlamentarios del PRI, el PAN y sus aliados del PVEM en las cámaras de Senadores y Diputados del Congreso de la Unión al aprobar las reformas electoral y energética durante los últimos días
Morelia, Mich., 13 de diciembre de 2013.- De espaldas a la sociedad, así han venido actuando los grupos parlamentarios del PRI, el PAN y sus aliados del PVEM en las cámaras de Senadores y Diputados del Congreso de la Unión al aprobar las reformas electoral y energética durante los últimos días.
La mayoría de los panistas, y muchos menos priístas seguramente, votaron a favor del contenido de las reformas para modificar los artículos 25, 26 y 27 constitucionales en materia energética porque ideológicamente creen que los recursos de la nación deben ser administrados y manejados por particulares, ya sean mexicanos o extranjeros; el resto lo hicieron por la condición de sometimiento a la voluntad superior que los caracteriza; es decir, por su vocación ovina: bailan al son que les toca el jefe. Los primeros están en su derecho de profesar lo que su ideología les dicta; los segundos de actuar como zombis, como el Presidente ha decidido que lo hagan. A lo que no tienen derecho unos ni otros es a imponer a sus representados, a la mayoría de los mexicanos, obligaciones legales contrarias al interés nacional y de sometimiento a intereses económicos particulares.
En lo relativo a la reforma electoral fast track o exprés, ésta fue el resultado del condicionamiento del PAN para sacar adelante la madre se las reformas previstas por Peña Nieto, la energética, esbozada desde su campaña para fortalecer el apoyo de los grupos de poder económico, locales y extranjeros, que han sistemáticamente demandado acceso a los hidrocarburos del subsuelo nacional.
Entre las patas se llevaron priístas y panistas al imperfecto sistema electoral mexicano que tantos años llevó construir, en aras de cumplir con las exigencias de los organismos financieros internacionales de abrir el sector energético a la inversión privada trasnacional. En su afán privatizador los retrocesos y daños a nuestra rudimentaria democracia no contaron; los mismos habremos de padecerlos, pagarlos y evidenciarlos en las elecciones venideras.
En lo relativo a la reforma energética, de nada valieron las demandas y argumentos de: intelectuales, académicos, abogados, especialistas en esos temas, ciudadanos independientes, y desde luego opositores políticos, para someter la iniciativa presidencial de reforma energética a una consulta ciudadana previa a su acelerado dictamen y votación por la mayoría mecánica de las dos cámaras del Congreso.
Olvidan los protagonistas de tan osada imposición que cualquier decisión política debe estar legitimada por la opinión mayoritaria de la sociedad; máxime en un tema tan álgido e importante como es el del aprovechamiento del petróleo. Pero también olvidan que el pueblo está harto de demagogia, de promesas incumplidas y huecas: “que la privatización de los bancos va a abaratar el crédito”, “que la modificación del artículo 27 constitucional en materia de propiedad social de la tierra, la venta de los activos de Conasupo y la desaparición de los precios de garantía van a dar un gran impulso al campo”, “que la privatización de más de mil 500 paraestatales (Telmex, Imevisión, Altos Hornos, Sidermex, Sicartsa, Diesel Nacional, Ferrocarriles Nacionales, entre otras, van a hacer eficiente al país y que el producto de sus ventas van a servir para generar cientos de miles de empleos”, “que el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica nos sacará de pobres”, “que las reformas a la legislación laboral significarán más de 100 mil nuevas plazas de trabajo al año” y “bla, bla, bla”. Más aún, olvidan que la crisis en que estamos sumidos la inmensa mayoría de los mexicanos tras 33 años de neoliberalismo no sólo nos tiene molestos, sino a millones, desesperados, y que la desesperación derivada de la pobreza, la frustración y la impotencia pueden ser la causa de erupciones sociales de graves consecuencias.
¿De verdad creen los ilusos que en 2014 llegarán 50 mil millones de dólares de inversión, que se generarán miles de empleos, que los precios de la gasolina y la electricidad se reducirán? Las empresas que en su caso decidieran llegar al país vendrían a exprimir nuestros recursos petroleros, a transferir sus utilidades a sus matrices extranjeras, a maximizar sus ingresos, no a ofrecernos gasolina y electricidad baratas. ¿Qué no han aprendido de los bancos que operan en México –casi todos extranjeros?–. Las tasas de interés más altas para los usuarios de tarjetas y para los acreditados en general dentro de los países de la OCDE las pagamos los mexicanos; las utilidades más altas obtenidas en el mundo por BBVA-Bancomer, Banamex-CitiBank, Santander, HSBC, etcétera, son las que les reportan sus filiales mexicanas. Y las siete hermanas (como se conoce a las grandes petroleras) no son precisamente hermanas de la caridad.
No pretende este comentarista con la presente reflexión erigirse en ave de mal agüero; sí en cambio adelantarse a posibles futuros escenarios, no descabellados, ni alarmistas, tampoco alejados de la realidad. Se trata de contribuir a la reflexión colectiva sobre el rumbo en que la conducta impositiva de grupos conservadores y/o al servicio de poderes políticos y económicos superiores colocan al país.
Para la desfortuna de los arquitectos y los hacedores de esta reforma entreguista; para la desgracia de los capitales ansiosos de su aprobación, el conflicto apenas empieza. Si la reforma educativa ha significado tantos trastornos a nuestra niñez y a los habitantes de la ciudad de México y de otras entidades, el nivel de las protestas y rechazo a la reforma energética están aún por verse y son impredecibles. ¡Ay de los diputados y senadores priístas, panistas, verdes y de sus comparsas, abiertos y encubiertos, si se atrevieran a intentar vetar la consulta popular propuesta por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y los perredistas, al amparo de lo establecido por la fracción VIII del artículo 35 constitucional en la materia, con el objetivo de intentar revertir las reformas a la Constitución en materia energética aprobadas en estos trágicos días!
Habrá que esperar para conocer hasta dónde los mexicanos están dispuestos a asumir o defender la entrega de lo que reconocemos como el patrimonio más preciado de la nación a intereses particulares, locales y extranjeros, despojando de los mismos a esta y las siguientes generaciones. Como la han decidido, de espaldas a la sociedad, una minoría de conservadores y vendepatrias.
Al tiempo.
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