El Evangelio Hoy: Unidos a Cristo en la comunidad
Para vivir la fe y dar frutos, es necesario estar unidos a Cristo, participando en la comunidad que es su cuerpo místico.
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En tu vida. Filemón nació en un pueblo católico, está bautizado pero nunca recibe los sacramentos. Para él nunca ha existido la comunidad.
Este campesino no tiene la vida de Cristo sino algunas prácticas y creencias. Vive una religiosidad natural, sin la fe de Cristo.
Dios habla. Dios realiza su plan de reunir a los hombres y darles todos los regalos de la salvación. El momento culminante es el Misterio Pascual de Cristo. En la oración pedimos que llegue a su plenitud en nosotros.
Es la era de la total manifestación del amor divino, nosotros entramos en ese movimiento de amor. Por eso invita el apóstol Juan: “no amemos solamente de palabra, amemos de verdad y con las obras”.
Cristo resucitado hace posible la unión íntima con él. Es la comparación del tronco del árbol y la rama, Cristo es el tronco. “Permanezcan en mí y yo en ustedes”. Es la vid toda entera la que da fruto. Separados de él nada trascendente, nada valioso podemos hacer. Es el drama que muchos católicos y comunidades que viven sin Cristo, sin su vida divina en el alma, no dan fruto.
Unido a él, el creyente produce frutos divinos, sorprendentes, muy por encima de su capacidad de criatura. “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mi”.
Nos falta fe, hacemos obras de apostolado sin tener en cuenta a Cristo, sólo con algunos rezos y signos, vacíos de él. Él es quien realiza la salvación y todos los trabajos. Muchas veces el católico, sacerdote o laico, se toma por el centro de la acción, cree neciamente que él realiza la obra. No le da su lugar al Mesías y las obras quedan como pobres prácticas estériles y la salvación no avanza.
Necesitamos que Cristo permanezca en nosotros, necesitamos la comunión, transformarnos en Cristo, cristificarnos.
Es una unión personal, una vida con Dios en la fe. Es una relación de amor y de confianza total, es una alianza del alma con Dios. Por la fe escuchamos su palabra, obedecemos sus mandamientos, amamos a los hermanos, nos comprometemos en los trabajos de la comunidad. Afirma Juan, el amigo de Jesús: “este es un mandamiento que creamos en la persona de Jesucristo, su hijo, y nos amemos los unos a los otros”.
Dios escucha la oración de sus amigos, que permanecen en Cristo y lo llevan en su corazón: “pidan lo que quieran-invita Jesús-y se les concederá”.
Para nosotros, estar unidos a Cristo como la rama en el tronco del árbol es posible a través de la comunidad. Necesitamos una pertenencia viva al grupo y a toda la comunidad para trabajar en la salvación de la colonia y dar frutos abundantes.
Es necesario vivir el encuentro con Cristo, integrarnos a la nueva vida y encontrar nuestro lugar en el grupo, en la comunidad. Ahí nos alimentamos de Cristo, Palabra y eucaristía. Ahí tenemos una presencia activa, cumplimos su palabra, damos servicios y colaboramos para la salvación en nuestra familia y de todos en la colonia.
La realidad de la salvación es que Dios permanece en nosotros y nosotros permanecemos en él. regalo inmenso, precioso, divino. “Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él”.
Esa es la vida de la resurrección, nuestra existencia se eleva por encima de la burda materia y sus exigencias mundanas, nuestra existencia se transforma. El mundo nuevo de lo alto comienza ya.
Vive intensamente. Anímate a vivir la experiencia de encontrar a Cristo, haz con el de tu vida algo increíble.
Cristo con nosotros. Cristo resucitado es la fuente de la vida, permanece en nosotros cuando recibimos su cuerpo y su sangre.
Para platicar en familia. La experiencia de la familia que encuentra a Cristo es maravillosa, libra de muchas broncas.