IFE y periodismo; una historia (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
Un episodio que retrata de cuerpo entero la escasa valentía de los periodistas ante el poder se pudo ver en el caso de la ley electoral mexicana, reformada, más bien desmantelada por los legisladores después de las elecciones de 2006
Morelia, Michoacán, 04 de junio de 2019.- La prensa mexicana tradicionalmente ha sido sumisa, obsecuente y fiel servidora del poder político; mansedumbre institucionalizada desde mediados del siglo pasado, cuando menos.
Fue la época de la prensa al servicio del poder, la época en que daba lo mismo leer Novedades, que El Universal , Excélsior, el Heraldo o el peor de todos, El Nacional, periódico que ni siquiera intentaba disimular su absoluta dependencia del Ejecutivo. Era cosa sabida que el editorial de dicho periódico era dictado diariamente en una de las oficinas de la Secretaría de Gobernación.
Es esas épocas daba igual leer el periódico que fuera, todos decían prácticamente lo mismo. Fuera de los caricaturistas todos eran lo mismo.
En radio y televisión el asunto era igual en lo referente a noticieros. Mínima independencia de los lectores de noticias, que no periodistas, hasta la llegada de Jacobo Zabludovsky que ese sí era periodista, al servicio del sistema, pero periodista.
Esta larga introducción tiene como motivo el recordar que el periodista mexicano, incluso al inicio del siglo XXI sigue viéndose muy apocado cuando entrevista al Presidente o a alguien de su gabinete. Pero si se trata de una figura menor, entonces si, se muestran muy valientes.
Un episodio que retrata de cuerpo entero la escasa valentía de los periodistas ante el poder se pudo ver en el caso de la ley electoral mexicana, reformada, más bien desmantelada por los legisladores después de las elecciones de 2006.
En septiembre de 2007 tuvimos oportunidad de observar, en vivo y en directo, la farsa montada por el Poder Legislativo. Los líderes de los tres partidos «grandes» se unieron para sacar adelante una nueva Reforma Electoral con la idea, básicamente , de destituir a los entonces consejeros del IFE encabezados por Luis Carlos Ugalde y debilitar su influencia.
¿Que pasaba por la cabeza de los dueños de los tres grandes partidos? Por un lado, tanto el PAN como el PRI y el PRD buscaron más dinero para sus partidos y por otro lado deseaban aplastar a la autoridad electoral mandando el mensaje de que ellos, los legisladores, podían remover a su antojo a las cabezas del IFE cuando se les diera la gana.
¿Por qué destruyeron al IFE? Los partidos, pensando que los ciudadanos somos unos débiles mentales, afirmaron que era porque «se le ha perdido la confianza», argumento idiota como pocos, si a alguien se le ha perdido la confianza, o más bien, nunca la ha tenido, es precisamente a los legisladores y a los partidos políticos.
¿Fraude en las elecciones?, ese argumento solo existe en el terreno del delirio y la fantasía donde habitan AMLO y sus fanáticos.
Descabezar al IFE era comprensible en el PRD, incapaz de entender su derrota. Muy comprensible en el PRI, pues fabricaban un IFE «a modo» para preparar su retorno triunfal en 2012, como efectivamente sucedió.
Pero, ¿El PAN?, ¿a cambio de qué destruyeron al IFE? Lo dijo Antonio Álvarez Lima, ex gobernador de Tlaxcala, con poca diplomacia pero con mucha sinceridad: «El grupo parlamentario del PRI chamaqueó al presidente Calderón: le cambió espejitos fiscales por el oro del IFE. Cambiar un Consejo incómodo por otro formado por intelectuales orgánicos a modo». “Efectivamente, el PRI mostró inteligencia, el PAN candor y el PRD su profundo rencor.
Lo más indignante de esa sesión, donde se aniquiló al IFE, fue observar la majadera prepotencia de los legisladores y la irritante soberbia de los representantes de los partidos, singularizándose en esto el insoportable Pablo Gómez, vividor profesional del erario.
En la dinámica de esa sesión se contempló una ronda de intervenciones de diversos periodistas y dueños de medios de comunicación. Ahí estaban, muy seriecitos, Joaquín López Doriga, Andrés Roemer , Javier Alatorre, Carlos Loret, Pedro Ferriz, Pepe Cárdenas, Ciro Gómez Leyva, ¡Paty Chapoy! y Ana María Lomelí.
Hablaron todos; las intervenciones variaron de mesuradas a timoratas, menos la última, que fue la de Pedro Ferriz de Con, quien habló fuerte y muy claro, con una valentía que no había visto en mi vida; les dijo de todo a los legisladores, justificando todo lo dicho punto por punto; los llamó hipócritas, mentirosos, individuos sin credibilidad ni dignidad, políticos mediocres ambiciosos y cínicos profesionales… de ahí para arriba, y todo sin que le temblara la voz. Joaquín y compañía estaban con el semblante demudado, asustados, no creían lo que oían.
Los presentes enmudecieron, nadie fue capaz de contestar nada y rápidamente la sesión terminó. Al otro día los grandes medios, radio, televisión y periódicos no mencionaron la intervención de Ferriz de Con, nada, eso nunca paso.
Así era y salvo excepciones así sigue siendo el periodismo en México. Tienen más miedo que vergüenza.
Alejandro Vázquez Cárdenas