Entretenimiento

Cartelera Retrospectiva / Pompeya

Un gran gasto en producción y publicidad no siempre se traduce en buenos resultados en taquilla, de hecho en Estados Unidos ni siquiera recaudó una quinta parte de sus costos
Un gran gasto en producción y publicidad no siempre se traduce en buenos resultados en taquilla, de hecho en Estados Unidos ni siquiera recaudó una quinta parte de sus costos

Todo gira en torno a la espectacular destrucción de la ciudad: rocas volando, mucho fuego, muerte, barcos arrastrados por enormes olas y una incesante lluvia de cenizas; poco hay para contar en una película que se gastó la mayor parte de los 100 mdd de la producción en efectos visuales

Morelia, Michoacán, 03 de marzo de 2014.- Su estreno en México vino a confirmar el fracaso de la megaproducción Pompeya (Pompeii, 2014), largometraje número doce que firma el experimentado maquilero de Hollywood, Paul W.S. Anderson (quien hace unos años decidió agregar la W.S. a su firma para evitar confusiones con su homónimo, el cineasta Paul Thomas Anderson).

Anderson, es un británico que asimiló pronto los métodos de la industria cinematográfica estadounidense, ya que en poco tiempo se convirtió en uno de los favoritos de los productores para hacer trabajos por encargo. Entre las numerosas cintas que alimentan su poco exigente filmografía, se encuentran varias de las franquicias de Mortal Kombat y Resident Evil, solo para darnos una idea de sus alcances.

Dicho lo anterior, es de suponerse que no había que esperar gran cosa cuando se anunció el estreno de Pompeya, película situada en lo que podríamos llamar el subgénero de “desastres”, que cada año intenta vendernos tres o cuatro productos costosos pero de muy mala calidad.

Como su nombre lo indica, la historia se ubica en la antigua ciudad romana, poco antes de que fuera sepultada por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 de nuestra era. En ese lugar convergen por azares del destino, Milo, único sobreviviente de una tribu celta que fue aniquilada por tropas romanas y Cassia, la hija de un prominente miembro de la comunidad pompeyana. Juntos intentarán escapar no sólo de las tropas del imperio, encabezadas por un avejentado Kiefer Sutherland, sino del caprichoso volcán que guardará los restos de la ciudad para los turistas de los siglos posteriores.

Como era de esperarse, todo gira en torno a la espectacular destrucción de la ciudad: rocas volando, mucho fuego, muerte, barcos arrastrados por enormes olas y una incesante lluvia de cenizas. Poco hay para contar en una película que se gastó la mayor parte de los cien millones de dólares de la producción en efectos visuales, lo peor es que ni siquiera son tan espectaculares y de ninguna manera justifican su exhibición en formato 3D.

Y es que nada parece funcionar, además de que la historia es floja y ridícula (¿quién enamora a una chica matando un caballo?), los protagonistas son perfectamente olvidables: el británico Kit Harrington todo el tiempo parece un adolescente enojado y la australiana Emily Browning no parece ser el tipo de chica por el que uno arriesgaría la vida mientras hace erupción un volcán. Carrie-Anne Moss, la ex Matrix, nos recuerda que ya pasaron sus mejores tiempos, mientras que el ex 24, Kiefer Sutherland, luce terrible como cónsul romano.

Pompeya nos recuerda que la industria del cine no es del todo predecible, un gran gasto en producción y publicidad no siempre se traduce en buenos resultados en taquilla, de hecho en Estados Unidos ni siquiera recaudó una quinta parte de sus costos. En nuestro país se estrenó con la nada despreciable cantidad de 600 copias y en apenas dos semanas inició su retiro de las carteleras. A pesar de que vamos comenzando este 2014, Pompeya se apunta desde ahora como uno de los grandes fracasos del año.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba