Editoriales

Conspiranoicos (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Primero veamos qué es lo que debemos entender por “conspiranoico”. De entrada nos damos cuenta que el diccionario de la Real Academia de la Lengua no contempla esa palabra, pero sí “conspiración”.

Morelia, Michoacán, 30 de junio de 2020.- Primero veamos qué es lo que debemos entender por “conspiranoico”. De entrada nos damos cuenta que el diccionario de la Real Academia de la Lengua no contempla esa palabra, pero sí “conspiración”. ¿Y que es conspiración? Fácil, según la RAE es “acción de conspirar”, y nos quedamos en las mismas. Ahora bien, ¿qué es “conspirar”? Es “Dicho de varias personas , unirse contra su superior o soberano”.

Revisemos otros diccionarios, el Oxford nos dice: Conspiranoia, “Convicción obsesiva de que determinados acontecimientos de relevancia histórica y política son o serán el resultado de la conspiración de grupos de poder o de un grupo de personas influyentes”.

La confiable Fundéu BBVA nos proporciona mas datos: “El término conspiranoia es adecuado y preciso para referirse a la tendencia a interpretar determinados acontecimientos como fruto de una conspiración.

Esta palabra es relativamente nueva, fue acuñada en 1989 por el sociólogo español Enrique de Vicente a partir de conspiración y paranoia; inicialmente se utilizó con un sentido despectivo para referirse a la obsesión por las teorías conspirativas cuando se consideraban sin fundamento, basadas en datos falsos.

Ahora bien, ¿qué debemos entender por una teoría conspiranoica? Son básicamente teorías que intentan explicar, con el rigor de una leyenda urbana, hechos pasados o presentes y que surgen por el escepticismo hacia las estructuras de poder y sus medios de comunicación, a los cuales consideran no creíbles.  En otras palabras , son teorías alternativas que explican un acontecimiento por medio de la acción secreta de grupos poderosos, poco conocidos. Una investigación de la Universidad de Kent (Inglaterra) publicada en 2017 sostiene que la “creencia en planes secretos y otras historietas típicas de tabloides se deben a una distorsión del proceso cognitivo que permite al ser humano identificar patrones”. Esta distorsión nos lleva a ver un patrón donde solo hay datos generados aleatoriamente. Dicho de otra manera, descartamos de primera intención que algunos fenómenos se producen al azar y preferimos pensar que hay alguien manejando los hilos.

¿Y quiénes son los principales protagonistas de las teorías conspiranoicas? Muchos,  algunos vienen desde la más remota antigüedad y otros son personajes de actualidad.  Es este costal cabe de todo, desde los judíos, los “Iluminati”, los masones, los integrantes del “Nuevo orden mundial”, los creyentes en extraterrestres, la CIA, el MI6 inglés y más recientemente Bill Gates y el ajonjolí de todos los moles, el Satán mayor, el ubicuo George Soros, financiero judío nacionalizado estadounidense.

Los conspiranoicos están firmemente convencidos de que el mundo es manejado por misteriosas organizaciones. Una de ellas sería Skull & Bones, una sociedad secreta fundada en 1832 en la Universidad de Yale; o el grupo Bilderberg, que reúne anualmente desde 1954 a entre cien y doscientas de las personas más poderosas e influyentes  (multimillonarios, políticos, grandes empresarios) que formarían un gobierno oculto para manipular el mundo en beneficio propio. Otros se decantan por los Illuminati que llevarían 250 años dirigiendo Occidente. Y si buscamos verdaderos disparates tenemos la teoría de los reptiloides o reptilianos, una especie extraterrestre infiltrada en la cúpula de las principales organizaciones políticas y económicas. Para escándalo de la gente sensata así lo cree uno de cada veinticinco estadounidenses; ellos afirman que la Familia Real Británica y la Española no son humanos, son reptilianos.

Intentar una lista de las más disparatadas teorías conspiranoicas es tarea imposible, son inacabables y cada día surgen una nuevas, como las actuales fantasías que se tejen sobre el coronavirus.

Recordemos solo unas.

El MI6 inglés orquestó un complot para asesinar a la princesa Diana, que representaba una amenaza para el futuro de la casa real británica. Los  atentados del 11-M en España  fueron organizados por un contubernio de los servicios de inteligencia españoles y marroquíes, poderes de izquierdas, la ETA y yihadistas; todo para echar al PP del poder (esta si que no tiene pies ni cabeza). Los nazis y el caso Roswell, el Triángulo de las Bermudas, el experimento Filadelfia (la invisibilidad y teletransportación  de un barco), la llegada del hombre a la luna (nunca existió), el atentado de las Torres Gemelas (fue un autoatentado), la inexistencia del ataque al Pentágono el 11-S más un larguísimo etcétera. Todas con un denominador común, la falta absoluta de datos sólidos y verificables y una fe de carbonero en aquellos que  sostienen estas teorías.

Finalmente unos datos del perfil psicológico de estos personajes. El conspiranoico es compulsivo y autodidacta, memoriza los detalles más nimios de la teoría a la que se entrega; no cambia de opinión respecto a sus creencias más firmes y siempre encuentra pruebas de que su hipótesis tiene visos de realidad. En concreto, ni se les ocurra discutir con un conspiranoico, el asunto terminará mal y perderán la amistad.

Alejandro Vázquez Cárdenas 

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