La justicia en México, una pesadilla (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
La percepción de muchos es que la justicia en México continúa siendo la misma; varía de mala a pésima. Y no tan solo por su probada incompetencia sino por su inocultable corrupción.
Morelia, Michoacán, 20 de diciembre de 2023.- Aclaración, una parte de este artículo fue escrito hace más de 15 años , pero decido reciclarlo al ver que el problema que exhibo está no peor, sino mucho peor, las cosas no han mejorado, al contrario. Duele aceptar lo evidente, los ya cínicamente evidentes nexos entre el crimen organizado y estructuras de gobierno. Pero es lo que decidió el voto popular; y no pueden alegar ignorancia. Lo sabían, o deberían saberlo, y lo aceptaron. Ahora solo queda sobrevivir.
La percepción de muchos es que la justicia en México continúa siendo la misma; varía de mala a pésima. Y no tan solo por su probada incompetencia sino por su inocultable corrupción. En la encuesta que sea, la policía, junto con los diputados, consistentemente ocupan el último lugar en el aprecio y confianza ciudadanas.
Los casos como el de Hugo Alberto Wallace, Luis Alfonso Belmar, Enrique Salinas de Gortari, Fernando Martí, la hija de Nelson Vargas y en publicitado escándalo de la niña Paulette nos restriegan en la cara la dura realidad. Nuestro aparato de justicia es torpe, ineficiente, lento y corrupto.
México, el país de La Paca y su osamenta en la finca El Encanto junto con del fiscal Chapa Bezanilla; del Nintendo de Carpizo, del jamás esclarecido crimen de Ruiz Massieu, el país donde los Arellano Félix se entrevistan con el Nuncio Apostólico en las propias narices del titular de la PGR y este, sabiéndolo, no hace nada; el país donde nunca se ha querido investigar seriamente a ese prominente político ahora protegido por MORENA reiteradamente señalado como autor intelectual del asesinato de Manuel Buendía. México, el país de los nunca resueltos feminicidios de Ciudad Juárez, del fallido «diamante» de Lomas Taurinas. México, el país de las indígenas encarceladas por haber «secuestrado», ellas solitas, a varios fornidos AFI, caso armado «de oídas».
México, el país donde comprar a un Magistrado de Supremo Tribunal de Justicia cuesta $500,000 dólares, como fue el caso del Juez de Circuito Ernesto Díaz Infante, juzgador del caso del asesinato de la niña Merle Yuridia Mondaín, y que permitió la liberación de su asesino, Alejandro Braun.
México, el país del muerto sembrado a Joaquín Hernández Galicia, La Quina, un agente del MP de apellido Arrioja, fallecido en otro sitio y cuyo cadáver fue llevado hasta Ciudad Madero y colocado a la entrada de la casa de Hernández Galicia, junto con dos cajas con ametralladoras UZI; pero se les olvidó retirar la factura de las mismas que señalaban la compra en una armería de Texas por un comprador oficial.
Indigna enterarnos que ese producto de la 4T, la llamada Guardia Civil, es reiteradamente señalada como una estructura dedicada más que nada al robo y la extorsión y lo más grave; existe la sospecha de que en los altos niveles se encuentran jefes policíacos, coludidos con funcionarios que supuestamente están para salvaguardar nuestra seguridad.
En México el índice de impunidad alcanza un impresionante 98%. Eso quiere decir que de 100 delitos reportados, solo dos reciben una sentencia por un juez. Y eso que solo el 12% de los delitos es reportado, tanto por desconfianza en el sistema como por qué los policías piden dinero para iniciar la investigación.
¿Por qué tamaña ineficiencia? Muchas razones. Resulta que del total de las personas que se encuentran en la cárcel el 90% fueron detenidos en flagrancia. ¿Qué traduce esto?, simplemente que en México no se tiene capacidad de investigar. Si los policías no detienen a alguien en el momento del delito la posibilidad de ser capturado es escasa. No hay capacidad para llevar a cabo minuciosos procesos de investigación de acuerdo a la moderna metodología policíaca. Y lo que es peor, aquí los juicios se apoyan en delaciones, «confesiones» imposibles de verificar y testigos comprados. Los jueces, según varios litigantes, o son de consigna o son venales. Muchos policías regularmente resuelven casos arrestando a la primera persona que encuentran, por lo general con una historia fabricada por alguien que asegura ser un testigo. Los agentes del ministerio público y los jueces les siguen el juego, dispuestos a calmar un creciente descontento entre la gente debido a los altos niveles de delincuencia y el aumento de la violencia.
Nuestras autoridades han fallado y el personal encargado de la justicia no está capacitado. Hay que depurar, preparar y vigilar a los elementos policíacos, y obviamente pagarles bien, darles buenas condiciones de trabajo, equipo de protección, armas adecuadas, etc. Pero también urge depurar, y a fondo, toda la estructura del Ministerio Público.
Una sociedad que no reaccione contra esta ineficacia no tiene esperanza y terminaremos, en un corto plazo, como una sociedad no viable.