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El Arte Hipócrita de Mentir

Políticos ex priistas, ahora en Morena, son acusados de expertos en falsedad política bajo AMLO

Morelia, Michoacán, 18 de septiembre de 2024.- Cuando un político quiere negar la realidad, quiere destruir las normas con el propósito de proteger a sus preferidos, cuando quiere ocultar el pánico que ejerce la institución que encabeza, solo le  hace falta mentir y repetir la mentira sin titubear. Esto es lo  que como nunca y mayor insistencia los políticos ex priistas ahora distinguidos integrantes de morena que conduce AMLO, sin ningún pudor se  han convertido en expertos en el arte de la falsedad política impartida magistralmente por su tlatoani.

Los discípulos más avanzados como era de esperar fueron los primeros en apuñalear por la espalda al PRI, eso sí, se separaron con las alforjas llenas y toda la cosa para convertirse en educandos idólatras como pocos del queridísimo presidente,  por ejemplo: Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Mario Delgado, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz, Manuel Bartlett, Esteban Moctezuma Barragán, Alberto Anaya, Alfonso Romo, Miguel Torruco, Manuel Camacho, Juan Ramón de la Fuente  y bastantes más. Otros no pocos que colaboran desde las tenebrosidades con su granito de arena o bien tienen en la talacha como pupilos de los dóciles mandatarios de estados a familiares o amigos.

 Más de la mitad de los gobernadores de Morena militaron en el PRI hasta por 35 años. Si bien Morena se dice un partido de izquierda, varios de sus gobernadores y futuros mandatarios hicieron sus carreras políticas en el PRI y han cobrado mucho dinero con la derecha como:. David Monreal, gobernador de Zacatecas; Sergio Salomón Céspedes, de Puebla; Layda Sansores, de Campeche, Miguel Ángel Navarro, de Nayarit; Alfonso Durazo, de Sonora; Lorena Cuéllar, de Tlaxcala; Julio Menchaca, de Hidalgo, y Américo Villareal Anaya, de Tamaulipas entre otros Desertados he “incomprendidos del PRI” de nombres; Eruviel Ávila, Adrián Ruvalcaba, Alejandro Murat, Jorge Carlos Ramírez Marín, Claudia Ruiz Massieu,  Alfredo Del Mazo, Alejandra del Moral y muchísimos pero muchísimos más.

Los diputados y senadores del partido más influyente de los chalecos guindas, le han dado una gran lección en el arte de la mentira política a sirios y troyanos: no importa la verdad, no importa la evidencia, no importan los foros, ni los debates, mucho menos las pruebas ni la legalidad, tampoco les importa el ridículo evidente del oficialismo que insiste en proclamar que la tierra es plana y el cielo es verde; cuando están en el poder lo que hacen es repetir la mentira una y otra vez sin pestañear.

Y aquí después de los atropellos que cometen, estamos una vez más, mirando de frente al poderío de la invención, pero ahora con otro pedazo del corazón arrancado para hacer lugar a la desesperanza. Cuando un político quiere negar la realidad, quiere proteger a sus vasallos, a toda costa oculta el horror que ejerce la institución que encabezan, solo a través de falsos argumentos,  mentir y repetir la mentira sin flaquear.

Lo que en palacio nacional se agrega al arte de la mentira política, es la vieja y confiable táctica de la razón arrogante de descalificar a la persona con quien se disputa; quienes la cuestionan, quienes lo confrontan con pruebas, ahora son “conservadores” y “progres buena onda” que trabajan al servicio de sus “adversarios” para lanzar “una campaña para socavar, para debilitar sus reformas que por cierto,  algunos de los representantes del pueblo dicen con burla, retando y sin moderación alguna pues es altamente protegido por ya saben quién  «No hay poder en la Tierra que pueda detener las reformas de nuestro presidente».

En los alrededor de seis años, pero sobre todo en las últimas semanas, la batalla que se libró por la verdad fue un asunto muy grave. ¿Quién la va ganando? Dada la estrategia que organizó para darle la máxima difusión a las mentiras oficiales, el gobierno lleva la batuta, “es quien impone la narrativa”, el sentido del discurso público. Cada vez menos, pero todavía de todas las que operan bajo su mando, la secretaría de propaganda (que así debería llamarse), comandada por Jesús Ramírez, es la que mejores resultados ha dado al gobierno federal, metiendo en cintura para que digan y hagan lo mismo los gobernadores de su partido, sin importar que sean copias burlescas y absurdas como la de Michoacán, Zacatecas, Colima, Tamaulipas, Edomex y otros.  

El licenciado (expresión de Chumel Torres que hago mía)  miente. Miente y miente  (diría el nacido en Paracuaro) de manera recurrente. ¿Miente por convicción, para desinformar, por desahogo?. Sobre todo miente porque puede y le da su regalada gana. Porque la mentira  del querido licenciado es impune. Porque mentir no tiene consecuencia alguna. Miente con un descaro cada vez mayor. ¿Qué se supone que debemos hacer ante esto?, nada, nada, nada. No sabemos si los presidentes anteriores –Fox, Calderón, Peña– mintieron tanto como el licenciado Andrés Manuel, porque a ninguno de ellos se les midió como a éste se le mide. Las mentiras del inquilino de palacio nacional –ampliamente difundidas por los medios oficiales, por los voceros y sus simpatizantes en las redes– se instalan en la conversación pública y la corroen.

Pocos personajes en México, y en el mundo, levantan tanto sospechosísimo y desconfianza como los políticos. En el vecino país del norte, una encuesta publicada por la empresa Gallup asegura que los políticos generan el mismo nivel de desconfianza que un vendedor de autos y un ejecutivo de cualquier sucursal bancaria, están apenas un escalafón arriba que quienes hacen ventas por teléfono. En México no hay una encuesta reciente, pero sólo hace falta darse una vuelta por las redes sociales, preguntar de viva voz entre la gente, o ver el espectáculo y discursos de las cámaras legislativas, leer las declaraciones del mandatario Michoacano o de cualquier otro títere,  para ver la fama que tienen los políticos como “mentirosos”. Un político es, por definición, una persona con poder. “El problema es que el poder puede tener efectos secundarios desagradables. Cuando se obtiene, se asume rápidamente y de la misma forma se abusa de él, ya sea de consciente o inconscientemente“, refiere la publicación citada

Los psicólogos opinan que se suele considerar la mentira como un acto consciente y deliberado, pero desde el punto de vista de la psicología profunda esta no tiene que ser necesariamente intencional, ya que existe la mentira inconsciente. La mentira inconsciente se relaciona íntimamente con el autoengaño, el mentirse a uno mismo. La mentira es violenta porque se está aplicando un dominio por parte del agresor sobre la víctima, este piensa que tiene el poder sobre ella para mentirle guiándola por el camino que quiera hasta conseguir su objetivo.

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