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Fraudes y medicina

La proliferación de fraudes médicos y terapias pseudocientíficas representa un reto constante para la medicina moderna

Morelia, Michoacán, 19 de noviembre de 2024.- Leyendo diversas publicaciones o escuchando algunos programas de la radio y la televisión abierta me da la impresión de que el ciudadano promedio tiene una infinita capacidad para creer prácticamente cualquier cosa, y mientras más absurda mejor, como por ejemplo relatos sobre temas como OVNIS, Tarot, la Atlántida, combustión humana espontánea, psicoanálisis, actividad paranormal, ángeles, piramidología, el poder de diversas piedras, astrología, numerología, iridología, medicina alternativa, homeopatía, Flores de Bach y un etcétera que puede ser tan largo como se desee. Y por si algo faltara los productos de la febril imaginación de gente como Maussán, Von Daeniken y similares tienen una gran aceptación y lo que es peor, muchos les creen.

La medicina ha sido un campo vital para la humanidad desde la antigüedad, y su evolución ha dependido tanto del conocimiento científico como de prácticas empíricas pero también ha sido lastrada por fraudes y charlatanerías diversas que persisten hasta nuestros días. Es una realidad que desde la Grecia clásica y el Imperio Romano, pasando por la Edad Media y hasta la actualidad, las prácticas pseudocientíficas han amenazado la confianza y la efectividad de la medicina.

Con el avance de la ciencia y la medicina, la diferencia entre prácticas médicas basadas en evidencia y fraudes se hizo más evidente, aunque estos últimos nunca desaparecieron. En el siglo XVIII, el surgimiento de la homeopatía, una práctica creada por Samuel Hahnemann basada en el principio de “similia similibus curantur” (lo similar cura lo similar), sentó las bases de una pseudociencia que, para vergüenza de la humanidad, goza de cabal salud en la actualidad. La homeopatía, aunque popular, no cuenta con evidencia científica que demuestre su efectividad, nada, cero, ninguna, y para colmo se basa en realizar diluciones extremas que hace no improbable sino absurdo que contengan material curativo alguno. Ha quedado para la historia el fraude de Jaques Benveniste, el vendedor de agua que engañó a la revista Nature afirmando haber descubierto y comprobado la existencia de una “memoria del agua” publicando datos que nadie ha podido verificar, ni demostrar ni replicar.

Hoy en día, terapias como la acupuntura, la aromaterapia, la medicina integral quántica, la biorresonancia, auriculoterapia, constelaciones familiares, cromoterapia, homeopatía, macrobiótica, magnetoterapia, moxibustión, moraterapia, quirorreflexoterapia, la técnica bioenergética cuántica holográmica más un largo etcétera son cada vez más populares y, aunque algunas puedan tener efectos placebo, la mayoría no cuenta, ni remotamente, con estudios rigurosos que avalen su eficacia.

En medicina, como en cualquier otra disciplina seria, no se trata de creer sino de demostrar, es por eso que la medicina basada en evidencia se fundamenta en pruebas empíricas, experimentación y estudios clínicos. Su objetivo es probar la seguridad y eficacia de los tratamientos antes de aplicarlos a los pacientes. Este enfoque contrasta con las terapias alternativas, que, aunque a menudo se presentan como inocuas, carecen de estudios científicos que respalden sus resultados. Al no pasar por un análisis representativo riguroso, estas terapias no pueden garantizar resultados confiables, y en muchos casos son un desperdicio de recursos para el paciente y un riesgo si el tratamiento real se retrasa o abandona.

En la lucha contra las pseudociencias, los médicos tienen un papel crucial. La formación continua y la divulgación de información científica son esenciales para evitar que las terapias sin fundamento ganen popularidad. Los profesionales de la salud deben esforzarse en informar a sus pacientes sobre las limitaciones y los riesgos de las terapias alternativas, sin dejar de ser comprensivos con las preferencias de los pacientes. Al establecer una comunicación abierta y honesta, pueden orientar a las personas hacia tratamientos comprobados y desmitificar las falsas promesas de las terapias sin base científica.

Reflexión final

La proliferación de fraudes médicos y terapias pseudocientíficas representa un reto constante para la medicina moderna. Si bien muchos de estos fraudes han existido desde la antigüedad, el acceso a información en internet ha facilitado su expansión global. Para combatir estos fraudes, es fundamental que tanto el sistema de salud como los médicos y pacientes adopten una actitud crítica e informada hacia los tratamientos, priorizando siempre la evidencia científica y las prácticas basadas en estudios rigurosos. De esta forma, es posible reducir el impacto de la charlatanería en la medicina y proteger la salud de quienes buscan alivio.

Alejandro Vázquez Cárdenas

Periodismo, entre la verdad y la propaganda

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