México, el país sin salvador
El cambio que necesita México no depende de una sóla persona, ni tampoco de un sólo partido, el cambio tiene que venir desde las instituciones

Coimbra, Portugal, 15 de agosto de 2025.- En México los problemas son bastantes, hay desabastos de medicamentos; la educación es precaria; la desigualdad social va teniendo una brecha cada vez más grande y la inseguridad parece ser el eterno calificativo que acompaña al Estado mexicano.
Con estas dificultades hemos aprendido a vivir a tal punto de pensar que todo eso es normal, podemos incluso decir que es nuestro pan de cada día, sin embargo y de manera paradójica, siempre estamos atentos a un salvador, ese el cual llegue a resolver todos nuestros problemas.
No es ningún enigma que para muchos mexicanos cuando Andrés Manuel López Obrador por fin consiguió alcanzar la presidencia de México, significaba la victoria del posible “mesías”, del político que tenía la fórmula correcta para acabar con la corrupción, la pobreza y la inseguridad.
A pesar de lo anterior, y como nos ha demostrado la experiencia, lamentablemente no fue así, a decir verdad, en muchos aspectos las cosas empeoraron y el sexenio del ex presidente AMLO pasó como otra oportunidad perdida.
Aún en la actualidad muchos siguen confiando en el cambio que prometió la 4T, esta vez con la presidenta Sheinbaum, empero, sin querer ser negativo ni entrar en el juego de política ficción, tampoco creo que suceda.
El cambio que necesita México no depende de una sóla persona, ni tampoco de un sólo partido —menos en un país como el nuestro donde los políticos no tienen ideales fijos, sino que usan la política como prostíbulo para venderse al mejor postor y pasar de partido en partido—, el cambio tiene que venir desde las instituciones.
Estas instituciones hoy en día están siendo atacadas por gobiernos polarizantes en todas partes del mundo, desde la derecha populista de Donald Trump hasta la izquierda igualmente populista de AMLO y su partido Morena.
Los hombres tienen una duración limitada, sin embargo, las instituciones bien estructuradas pueden soportar varias generaciones de políticos, es sólo así construyendo organismos democráticos que velen por la seguridad, educación y salud y que combatan la marchita raíz de la corrupción, que nuestro país podrá comenzar a salir de todos sus huecos.
De la misma manera que la duración, también la corrupción de una institución puede ser mejor controlada siempre que sus mecanismos estén bien diseñados, son muchos los teóricos y filósofos que sugieren la idea de que el poder corrompe a los hombres, aunado a eso, es más probable que un gobierno sea exitoso y tenga resultados si se tiene un mal político, pero un buen aparato democrático; a diferencia de lo contrario, si se tiene un buen político puede que fracase si no hay una buena institución para respaldarlo.
Es cierto que es necesario —como ya mencioné— crear instituciones sólidas con el menos riesgo posible de decadencia o corrupción y que de la misma manera algunas de estas hoy en día necesitan ser reformadas o fortalecidas, pero asimismo es cierto que no podemos olvidarnos que estas instituciones están sufriendo los estragos del populismo. Por todo esto, para México no hay salvador ni lo habrá, sólo el mismo Estado será quien se salve a sí mismo.