DestacadasEditorialesPolítica

Gerardo F. Noroña: El virtuosismo de la patanería padece de TNP

El discurso público enfrenta riesgos ante conductas que normalizan la agresión y el desprecio

Ciudad de México, 28 de noviembre de 2025.- La figura de Gerardo Fernández Noroña vuelve a colocarse en el centro del debate nacional por su historial de excesos discursivos, confrontaciones personales y expresiones despectivas hacia diversos sectores, especialmente mujeres en la vida pública.

Su estilo, marcado por una histrionismo exacerbado y una práctica política carente de autocrítica, se ha convertido en ejemplo de los vicios que la ciudadanía atribuye a una parte de la clase política. Sus arranques, confrontaciones y declaraciones altisonantes han fortalecido la percepción pública de un liderazgo que prioriza la provocación sobre la construcción.

En semanas recientes, su comportamiento volvió a generar indignación tras referirse a Grecia Quiroz, alcaldesa de Uruapan y viuda de Carlos Manzo, en términos que minimizan su trayectoria y reducen su participación política a un «despertar de ambición». Sus palabras, emitidas en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, profundizaron las críticas hacia su falta de sensibilidad frente a la violencia política de género.

Su perfil público, construido durante años como supuesto luchador social, contrasta con un estilo de vida que incluye viajes, propiedades y una presencia mediática constante, factores que han alimentado cuestionamientos sobre la congruencia entre discurso y práctica.

Diversos especialistas recuerdan que los diagnósticos en materia de salud mental, como el Trastorno Narcisista de la Personalidad, deben ser realizados exclusivamente por profesionales, y que su utilización en el debate político debe evitar estigmas o descalificaciones contra personas que viven con esta condición.

Lo que sí es evidente es que expresiones que fomentan el desprecio, la agresión o la deshumanización deterioran el debate público y normalizan dinámicas que afectan especialmente a mujeres que participan en la vida política.

En este contexto, resulta necesario insistir en que las instituciones, los espacios legislativos y la ciudadanía exijan respeto, responsabilidad y mesura, para evitar que la vida pública siga siendo rehén de conductas que violentan, dividen o trivializan la dignidad humana.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba