Sucesos

¿Dónde vivía Juan Diego?

El recinto sagrado, ubicado junto a la antigua Parroquia de Indios, es el lugar donde el vidente de la Virgen cuidó la tilma original por casi dos décadas

Morelia, Michoacán, 02 de diciembre de 2025.- La historia de San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, está estrechamente ligada a un lugar de profunda devoción: la humilde ermita que fue su última morada. Por 17 años, este santo indígena tuvo el honor y la responsabilidad de custodiar el más grande tesoro de México: la tilma con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Guadalupe. Descubre dónde se encuentra este sitio sagrado y cómo luce hoy.

La última morada de san Juan Diego y la tilma original

En el corazón de la Villa de Guadalupe, custodiada por la Antigua Parroquia de Indios , se encuentra la ermita que marcó el final de la vida terrenal de san Juan Diego. Este recinto, más que una simple vivienda, se convirtió en el santuario personal del vidente, donde dedicó sus últimos 17 años a una misión sagrada: resguardar y venerar la tilma que inmortalizó la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Es un lugar de profunda mística, donde la fe se entrelaza con la historia y la devoción de millones de peregrinos.

¿Dónde estaba la casa original de Juan Diego?

De acuerdo con el Ing. Eduardo Pérez, ex colaborador de la Parroquia de Santa María de Guadalupe Capuchinas, la casa de San Juan Diego no se erigió de forma aislada. Se construyó justo al lado de la ermita original, conocida como “Fray Juan de Zumárraga”.

Hoy, el paso del tiempo y las nuevas construcciones han transformado el paisaje. En el sitio exacto donde se encontraba la vivienda de San Juan Diego, ahora se alza una cruz de concreto, marcando el punto de su presencia histórica. Y para añadir un elemento aún más emblemático, en la parte norte, o trasera, de la antigua parroquia, aún se conserva el famoso árbol de Cazahuate, el mismo donde la Virgen se apareció al santo indígena.

Fray Juan de Zumárraga y la misión de custodia

Pocos días después de las milagrosas apariciones de la Virgen de Guadalupefray Juan de Zumárraga, el entonces obispo, encomendó a Juan Diego una misión de inmensa trascendencia: construir una ermita para que la tilma sagrada fuese resguardada con el debido honor y devoción.

De acuerdo con diversos expertos en el acontecimiento guadalupano, fue en esta ermita donde san Juan Diego no solo vivió, sino que se convirtió en el primer y más fiel custodio de la imagen. La historia cuenta que él mismo narraba a los peregrinos, en su mayoría indígenas, los detalles de su encuentro con la Virgen, manteniendo viva la fe y la memoria de aquel milagro. Además de su papel de narrador y guía espiritual, Juan Diego se encargaba de mantener la ermita en impecables condiciones.

La devoción se extendió “como pólvora”, llenando rápidamente la pequeña ermita. La afluencia de fieles fue tal que, para 1649, se hizo necesaria la construcción de la Parroquia de Indioscomo respuesta al flujo de peregrinos y al exponencial crecimiento de la fe guadalupana.

La pared que custodió a la Virgen por 117 Años

Uno de los detalles más conmovedores de este lugar es la pared que aún se preserva entre los restos de los cimientos de la ermita original. En este punto exacto, la tilma con la imagen de la Virgen de Guadalupe permaneció por nada menos que 117 años. Fue un siglo de veneración ininterrumpida antes de que, el 27 de abril de 1709, la imagen fuera trasladada a su nueva y grandiosa morada: la Antigua Basílica de Guadalupe, hoy conocida como el Templo Expiatorio de Cristo Rey.

Los secretos de la ermita original: los restos de san Juan Diego

El misterio rodea también a la figura de san Juan Diego. Se cree, según narra Eduardo Pérez, que sus restos mortales reposan bajo la ermita original. Sin embargo, la imposibilidad de realizar labores de búsqueda sin comprometer la integridad de lo poco que queda de la capilla original, mantiene este secreto bajo tierra.

“Aún se conservan los cimientos de la primera ermita, y hemos tratado de conservarlos tal cual estaban,” asegura Pérez. “De hecho, muchas personalidades han podido estar aquí y al llegar se arrodillan, oran y muchos de ellos han llorado”.

Este es, sin duda, un lugar místico y cargado de historia, la última casa del santo Juan Diego, quien, sin buscarlo, se convirtió en el humilde mensajero de un amor divino que ha trascendido fronteras y generaciones, llevando el mensaje de la Virgen de Guadalupe a todos los rincones del mundo.

(CON INFORMACIÓN DE: DESDE LA FE)

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