Autocracia, el poder absoluto
Detectar a tiempo a un líder autocrático y fortalecer los valores democráticos son las mejores herramientas para evitar su llegada al poder

Morelia, Michoacán, 11 de marzo de 2025.- La Real Academia Española define escuetamente la autocracia como “Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. La popular Wikipedia nos ofrece más datos. “Una autocracia es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura (a veces divinizada) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular. La monarquía absoluta y la dictadura son las principales formas históricas de autocracia.”.
Si bien una autocracia puede ser una dictadura o una tiranía, estos términos no son sinónimos. Las dictaduras modernas son formas de autocracia cuando el poder lo concentra un líder, pero no cuando lo ejercen colectivamente una junta militar o un partido político. Abundando; el concepto de tiranía destaca el carácter arbitrario, autoritario, ilegítimo o cruel de un gobernante; la autocracia es considerada la antítesis de un gobierno democrático.
En una autocracia es básico definir las características de un autócrata. Dentro de sus principales características encontramos:
Son carismáticos. Detentan todo el poder y lo imponen mediante la fuerza (legal, militar, económica). No permiten el cuestionamiento a su autoridad y sancionan rápidamente toda forma de oposición o crítica. Exhiben tendencia a la paranoia y se aferran al poder a través de todos los medios. Carecen de autocrítica, se consideran los más indicados o de plano el único capaz de guiar a los demás. Amenaza, castiga y persigue a sus subalternos, en pro de mantener un orden específico.
Su perfil psicológico es de dar miedo pues su necesidad de control es intensa y absoluta. Entre su características destacan:
-Narcisismo extremo: Se ven a sí mismos como figuras excepcionales y superiores al resto de la población.
-Paranoia: Sospechan constantemente de conspiraciones y enemigos ocultos, justificando así la represión.
-Ausencia de empatía: Son incapaces de ponerse en el lugar de los demás y justifican el sufrimiento ajeno en función de sus objetivos personales.
-Manipulación: Utilizan la mentira y la desinformación para moldear la realidad a su favor.
La autocracia tiene una larga historia que se remonta a las primeras civilizaciones. En la antigüedad, el poder absoluto era común en monarquías como el Imperio Egipcio, donde los faraones eran considerados dioses. En Roma, el sistema republicano terminó con la llegada de autócratas como Julio César y posteriormente una larga lista de emperadores. Tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna la monarquía absoluta fue el modelo predominante en Europa, con reyes como Luis XIV de Francia, quien declaró «El Estado soy yo».
Ya en el siglo XX podemos encontrar varios ejemplos de gobiernos autocráticos. Entre los más emblemáticos tenemos:
- Adolf Hitler: Implantó un régimen totalitario basado en el nacionalismo extremo y la eliminación de opositores.
- Joseph Stalin: Gobernó con mano de hierro, utilizando la represión y los campos de trabajo forzado.
- Francisco Franco: Mantuvo una dictadura militar con censura y represión.
- Kim Jong-un: Continúa ejerciendo un control absoluto sobre Corea del Norte mediante la vigilancia extrema y el culto a la personalidad elevado a niveles inimaginables.
Capítulo aparte merece Vladimir Putin, un nostálgico de la era soviética, que manipula, o intenta manipular, al mundo presentando a su país como una ‘fortaleza asediada’ a la que hay que defender a cualquier precio. Considera a Occidente culpable de la desintegración de la URSS, no a la corrupción y al desastre interno del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Es evidente que los autócratas son un enorme peligro , ahora bien ¿Cómo detectar a un autócrata a tiempo antes de que alcance el poder?
En México tenemos cierta experiencia; algunas señales de advertencia incluyen: Ataques constantes a la prensa y a la libertad de expresión. Desprecio por las instituciones democráticas y promesas de «reformas radicales» sin control legal. Uso de un discurso populista que divide a la sociedad entre «el pueblo» y «los enemigos». Intentos de modificar las reglas del juego democrático para mantenerse en el poder.
Concluyo: La autocracia es un peligro latente en cualquier sociedad que descuide sus instituciones democráticas. Detectar a tiempo a un líder autocrático y fortalecer los valores democráticos son las mejores herramientas para evitar su llegada al poder.
Sin embargo, cuando un autócrata ya gobierna y controla todos los instrumentos supuestamente encargados de vigilar una elección democrático la situación se complica.
En esos casos ya es en extremo difícil retornar a la normalidad. Quizá el ejemplo más perfecto es Cuba y su perenne castrismo; Venezuela es otro caso que va por el mismo camino; y lo más preocupante, muchos ven a México encaminarse por ese mismo sendero. Mal asunto.