Carlos Manzo y el Movimiento del Sombrero, ¿la opción de una tercera vía?
La inestabilidad actual exige que el "Movimiento del Sombrero" encuentre rápidamente un nuevo timonel que no sólo represente el descontento, sino que también garantice la coherencia ideológica de sus integrantes
Morelia, Michoacán, 28 de noviembre de 2025.- A pesar de que ya casi ha pasado un mes desde el asesinato de Carlos Manzo, su nombre sigue presente en la sociedad mexicana mostrando la herida abierta y purulenta de la inseguridad endémica que azota a México.
Este atroz hecho, que no es un incidente sino una declaración de guerra del crimen organizado hacia las instituciones y hacia todos quienes quieren hacer las cosas bien demuestra el hartazgo que se ha condensado en una profunda frustración con el partido en el poder, MORENA, cuya promesa de paz y estabilidad se ha disuelto en un mar de cifras rojas.
La ciudadanía, después de votar por la «esperanza», se encuentra de nuevo en la oscuridad del desamparo y especialmente de la decepción de un partido que prometió todo y que no termina por mostrar resultados.
Es en este contexto de crisis institucional que el «Movimiento del Sombrero» cobra una relevancia crítica. Este grupo, que aglutina a personas cansadas de la inestabilidad más allá de la filiación partidista, representa el clamor por una tercera vía.
La política mexicana ha estado anclada en una polarización agotadora: el oficialismo de MORENA con su izquierda populista, y una oposición tradicional (PRIAN) que carece de proyecto y de ideas frescas.
El movimiento de Manzo, al albergar distintas ideologías bajo un mismo techo de descontento, ofrece la posibilidad de atajar los problemas del país sin la limitación del espectro político binario. Es un intento por crear un laboratorio de soluciones donde la ideología se subordina a la urgencia nacional de acabar con esa inseguridad.
Sin embargo, el surgimiento del «Sombrero» no está exento de ironía global. Hoy en día, el mundo ve cómo movimientos populistas y extremistas triunfan con narrativas simplistas y la descalificación del adversario.
Aunque el movimiento de Manzo nace de un descontento similar, su diferencia reside en la pluralidad ideológica que, por ahora, le impide caer en la retórica monocromática. Esta diversidad es su mayor fortaleza como tercera opción.
Pero existe un riesgo inminente: el crecimiento acelerado y la falta de una estructura clara podrían convertirlo en el próximo reciclador de políticos viejos, atrayendo a las mismas figuras que han saltado de partido en partido, contaminando su mensaje original, tal como sucedió con MORENA en sus inicios.
Por ello, la clave de su supervivencia y su legitimidad radica en mantener un crecimiento orgánico, impulsado por rostros nuevos y ciudadanos coherentes, más allá de la trinchera izquierda o derecha. El asesinato de Carlos Manzo, que era la figura aglutinadora, deja al movimiento huérfano en un cruce de caminos inestable.
La inestabilidad actual exige que el «Movimiento del Sombrero» encuentre rápidamente un nuevo timonel que no sólo represente el descontento, sino que también garantice la coherencia ideológica de sus integrantes. De lo contrario, este brote de esperanza se convertirá, tristemente, en otra víctima más y acabará siendo como MORENA, un partido que se quedó en promesas.
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