El Derecho a la Ciudad: Amenaza, riesgo y vulnerabilidad
La semana pasada en los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro se presentaron lluvias tan intensas que provocaron el desbordamiento de ríos

Morelia, Michoacán, 21 de octubre de 2’25.- La semana pasada en los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro se presentaron lluvias tan intensas que provocó el desbordamiento de ríos, se estima una afectación en más de 100 mil viviendas, la cantidad de fallecidos supera las 70 personas y los desaparecidos son casi medio centenar.
En mi opinión, el discurso mediático que de manera inmediata se desató en torno a los recursos financieros, acciones de reconstrucción, desaparición del fondo de desastres, no es más que una manifestación del bajo nivel de los políticos, pues lejos de atender el problema realmente, distraen del problema esencial, sus causas, responsabilidades y, sobre todo, interés en evitar que se repitan.
Usemos el siguiente problema: Todas las personas que tenemos la capacidad de caminar, en algún momento podemos tropezar y caer al suelo, lo que traería consecuencias muy diversas que van de un simple golpe o raspón, hasta una fractura grave.
La AMENAZA de caer al suelo siempre está presente y puede deberse a múltiples causas, unas inherentes a la persona, por ejemplo, problemas de salud que le provoquen un desmayo, de audición que le ocasionen una pérdida del equilibrio, de visión y le impidan ver un escalón o desnivel, incluso de motricidad que propicien que la pierna no se mueva acorde a las indicaciones cerebrales programadas. También la AMENAZA de caer puede deberse a causas ajenas al individuo, como un piso resbaloso, baldosas o piezas del piso flojas que causaran movimientos inesperados, falta de iluminación que impide ver pendientes o desniveles, etc. Así que, la AMENAZA representa el peligro latente de que algo ocurra, sea por un evento físico de origen natural o por causa de la acción humana.
El RIESGO que puede presentarse ante la AMENAZA de caer al suelo, puede ser muy diversa, desde un simple susto, un raspón en alguna rodilla o mano, lastimarse un músculo por lo abrupto del movimiento, la fisura, o incluso la fractura de algún hueso. Es decir, el riesgo representa los daños o pérdidas potenciales que pueden ocurrir.
Claro está que una persona de menor edad, un infante, al igual que una persona de la tercera edad, tendrán más probabilidades de tropezar y caerse que las de un adolescente o un adulto joven. En otras palabras, la probabilidad de que ocurra la amenaza de caer al suelo será muy distinta para cada persona y dependiendo del contexto en el que camine. A esto se le denomina VULNERABILIDAD, y se define como la susceptibilidad o fragilidad que se tiene de que se presente el RIESGO.
Con base en lo anterior, resultaría factible comprender que todo asentamiento humano, de cualquier tamaño, está siempre frente a múltiples amenazas que generan riesgos muy diversos de acuerdo con el origen, por ejemplo, de orden geológico, como sismos, erupciones volcánicas, inestabilidad de laderas; hidrometeorológicos como ciclones tropicales, lluvias extremas, inundaciones y otras más.
De ahí que una parte importante sea la elaboración de un atlas o plan de riesgos, como una estrategia de anticipación que incluye la identificación de amenazas, la reducción de la vulnerabilidad. Pero, sobre todo, este proceso implica la estimación de las acciones y obras necesarias para disminuir la vulnerabilidad y garantizar la protección de las personas y sus bienes.
Para quienes argumentan el tema del Fondo de Desastres Naturales, hay que recordar que la ONU, con base en múltiples estudios demuestra que 1 dólar invertido en la reducción del riesgo de desastres genera una rentabilidad media de 15 dólares en términos de costos futuros de recuperación ante desastres evitados. Es decir, que sale más barato prevenir que lamentar.
Claro que, todo lo anterior pasa necesariamente por entender la incertidumbre que plantea el Cambio Climático, y que los esfuerzos hasta hoy realizados cada vez resultarán más insuficientes. Además, pensar que la dependencia denominada de “protección civil” muchas veces se consideran como una responsabilidad menor, posible de ocupar por un buen amigo, demanda de un perfil experto al frente.