El Derecho a la Ciudad: Diversidad de viviendas para todos
Hoy vemos que se edifican desarrollos con miles de viviendas con la predominancia de un prototipo de vivienda generalizado que poco o nada responden a la extensa variedad de necesidades espaciales

Morelia, Michoacán, 16 de abril de 2025.- La vivienda es, sin duda, uno de los componentes fundamentales de toda ciudad, seguramente por ser el uso de ocupación del suelo más sensible a la dinámica social, y tal vez por esta misma razón todos los gobiernos han buscado en su momento definir su política en materia habitacional. Hoy, el énfasis, a decir de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, está en “brindar vivienda para quien más lo necesita”; no es construir viviendas por construir viviendas.
Incluso la semana pasada en Matamoros, Tamaulipas, a propósito del anuncio para la edificación de 48 mil casas nuevas, señaló que la vivienda “No es una mercancía, no es un privilegio, es el derecho del pueblo de México y por eso está en la Constitución. Se modificó la ley del Infonavit…, gracias a eso, las y los trabajadores pueden tener sus viviendas y puede reducirse la deuda impagable que tenían”.
La complejidad financiera que la producción de vivienda representa, más aún considerando que edificar casas por parte del INFONAVIT demandará la conformación de una empresa constructora que, aún sin experiencia, por su reciente creación, garantice calidad y bajos precios, además de capacidad logística para edificar en cualquier ciudad de la República Mexicana. Pero por ahora el interés es destacar la complejidad que representa la correspondencia de la vivienda para satisfacer las necesidades de la población.
Normalmente sólo se asocia la producción de la vivienda con la estratificación de la población de acuerdo con su nivel económico, de aquí que los préstamos que otorga el INFONAVIT dependerán de los ingresos del trabajador. El monto a otorgar ha ido en aumento buscando un mayor beneficio de trabajadores con mayores ingresos y no con los de menores ingresos.
Si se piensa en las necesidades de vivienda de la población, se debería de comenzar por comprender su diversidad. De acuerdo con la clasificación desarrollada por el Instituto de Investigaciones Sociales, en nuestro país existen once tipos de familias, con características y dinámicas diferenciales:
Las familias tradicionales compuestas por el papá, la mamá y los hijos pequeños; aquellas del papá, la mamá, pero con hijos jóvenes; las familias extensas, es decir, aquellas en las cuales además del papá, la mamá y los hijos existe algún miembro de otra generación, como los abuelos o los nietos.
Aquellas familias de madres solteras; las familias de parejas jóvenes que han decido no tener hijos; las familias formadas por una pareja adulta o cuyos hijos ya se fueron del hogar (nido vacío); las familias unipersonales; las familias co-residentes (amigos o parientes sin conformar una pareja). Existen también las familias de padres solteros, las familias de pareja del mismo sexo y aquellas familias reconstituidas, o aquellas que se forman cuando uno o los cónyuges han tenido una relación previa y ha procreado hijos.
Hoy vemos que se edifican desarrollos con miles de viviendas con la predominancia de un prototipo de vivienda generalizado de sala-comedor, cocina, baño y dos recamaras; con algunas pequeñas variantes como una tercera recámara, patio de servicio o cochera, que poco o nada responden a la extensa variedad de necesidades espaciales y que surge de la diversidad de familias. Esperemos que esta tendencia cambie por el bienestar de todos.
Garantizar el derecho a la ciudad implica reconocer la diversidad de hogares que la habitan. Atender esta pluralidad no sólo es un acto de justicia social, sino una condición indispensable para construir entornos urbanos más inclusivos, funcionales y humanos.
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