El Derecho a la Ciudad: El Mercado Independencia
Se pone en evidencia la necesidad de una nueva política de mercados públicos, a partir de una nueva política que garantice seguridad, competitividad y condiciones de desarrollo de la economía local
Morelia, Michoacán, 13 de junio de 2023.- Hace unas semanas se suscitó un incendio parcial en el Mercado Independencia, uno de los más emblemáticos mercados de la ciudad de Morelia. De igual manera, en la ciudad de Acapulco se presentó un incendio en el denominado Mercado Central. En noviembre del 2021 se incendió parte del emblemático Mercado Sonora en la CDMX y, ni para qué señalar los múltiples incendios y reconstrucciones en el inmenso Mercado de Abastos de la CDMX. Sin duda, se trata de establecimientos de uso intenso, pero muy deteriorados por la falta de mantenimiento.
La lamentable noticia sobre el incendio en una parte del Mercado Independencia permite algunas reflexiones; más allá del oportunismo político inherente a estas tragedias y que, afortunadamente no duran más que el tiempo en el que la noticia ocupa los titulares de noticieros digitales o impresos, se pone en evidencia la necesidad de una nueva política de mercados públicos, a partir de una nueva política que garantice seguridad, competitividad y condiciones de desarrollo de la economía local frente a la trasnacional.
Hay que señalar que el inmueble que alberga el actual Mercado Independencia se terminó e inauguró a finales de 1965, pero no se logró ocupar hasta casi un año después, bajo la administración estatal del gobernador Agustín Arriaga Rivera, así como del alcalde Alfonso Martínez Serrano, cuando se logró convencer a los comerciantes que ocupaban el Mercado de San Francisco (en el sitio de la actual Plaza Valladolid) de que se trasladaran al inmueble.
El escepticismo era tal, que algunos comerciantes instalaron puestos en el nuevo edificio, pero no desocuparon los del viejo mercado, hasta que se convencieron de su funcionamiento. La intervención del Arq. Manuel González Galván fue determinante para convencer a las autoridades del momento en demoler el mercado de San Francisco, a fin de construir la actual Plaza Valladolid.
Las autoridades de la época continuaron impulsando la política de mercados, incluso, por ejemplo, el Ayuntamiento siendo Presidente Municipal el Lic. Marco Antonio Aguilar Cortés adquirió dos vecindades para demolerlas y en ese sitio edificar el actual Mercado del Santo Niño, posteriormente el Mercado 1973, ese mismo año se construyó el Mercado Vasco de Quiroga, en la colonia del mismo nombre e inició la construcción de la Actual Central de Abastos.
Pocos años después de “abandonada” la política de construcción de mercados surgió un modelo distinto que garantizaba el abasto, la generación de empleo y permitió en su momento desahogar la presión de las organizaciones de comerciantes, sin la necesidad de que la autoridad municipal o estatal tuviera que realizar inversiones en obra pública, me refiero al “Mercado Sobre Ruedas”.
Paradójicamente este nuevo modelo de mercado, si bien logró garantizar el abasto demandado en gran parte de las numerosas colonias de la ciudad, a la vez propició que muchos habitantes dejaran de acudir a los mercados establecidos y construidos hasta el segundo tercio del siglo pasado. De aquí que, no sorprende que, una vez garantizado el abasto de los habitantes mediante el mecanismo de tianguis itinerantes, las autoridades se olvidaran de dar mantenimiento a los mercados existentes.
Con seguridad, del mismo modo que en el siglo XIX se consideró que los tianguis eran cosa del pasado y habría que modernizar a la ciudad con la construcción de Mercados, a finales del siglo XX se impulsó la creación de supermercados. La Bodega Aurrera fue el primer supermercado en México e inició en 1946, pero fue hasta la década de 1980 cuando se expandieron las también llamadas tiendas de autoservicio como Aurrera, Comercial Mexicana, Soriana y otros más.
Hoy, cuando se discute que los habitantes de la ciudad realicen el menor número de viajes, se utilice en menor medida el automóvil, se mejore la alimentación, sustituyendo alimentos altamente procesados e incluso hacer más accesibles aquellos que en el supermercado se venden a sobreprecio bajo la etiqueta de “orgánicos”; mientras que las autoridades expresan su preocupación por el abasto a bajo precio, e incluso el monitoreo de los precios al consumidor resulta ser noticia nacional, y cuando se demandan mejores condiciones de higiene que las ofrecidas en los tianguis sobre ruedas, o mejoras funcionales a la de los actuales mercados; una muestra de la creciente necesidad de nuevos esquemas la encontramos hoy en día en los múltiples bazares que se instalan en jardines y plazas, para ofertar productos naturales, de segundo uso o simplemente a precios más bajos.
En este marco, convendría que las autoridades estatales y municipales, así como las organizaciones de comerciantes, buscaran el desarrollo de una nueva política de mercados, que contrarreste este creciente proceso de globalización en el que nos vemos inmersos ante la falta de opciones y que nos aleja cada vez más de esquemas de sustentabilidad.