El espejo español: Lo que México podría aprender de la regulación del juego online en Europa
Mientras nuestro país aún debate cómo modernizar una ley que data de 1947, otros países ya han recorrido el camino, cometiendo errores y cosechando aciertos
Morelia, Michoacán, 17 de noviembre de 2025.- Vivimos en una era de transformación digital acelerada. Y mientras en Michoacán, nuestra atención diaria se centra, con razón, en los retos tangibles del «Plan Michoacán» y la seguridad, una revolución silenciosa está reconfigurando nuestra economía y nuestro ocio: la digital.
El comercio electrónico, las plataformas de streaming y, de forma muy notable, el entretenimiento y las apuestas en línea, han crecido de forma exponencial. México no es solo parte de esta tendencia; es uno de los mercados más potentes de toda Latinoamérica en este sector.
Y con este boom, surge la pregunta inevitable que todo gobierno serio debe hacerse: ¿quién regula esto?
Mientras nuestro país aún debate cómo modernizar una ley que data de 1947, otros países ya han recorrido el camino, cometiendo errores y cosechando aciertos. Quizás uno de los espejos más útiles en los que México puede mirarse es el de España, un país que pasó de un «salvaje oeste» digital a una de las regulaciones más estrictas del mundo.
El panorama mexicano: Una ley del siglo pasado
En México, la autoridad principal es la Secretaría de Gobernación (SEGOB), a través de la Dirección General de Juegos y Sorteos. El problema es que el marco legal principal, la Ley Federal de Juegos y Sorteos, ¡se publicó en 1947!
Pensemos en eso por un momento. Es una ley que se escribió antes de que existiera el internet, los smartphones, las tarjetas de crédito o las transferencias electrónicas.
Aunque se han hecho esfuerzos por modernizarla con reglamentos , la realidad es que la ley opera en una zona gris. Permite los «sorteos», pero no define claramente el mundo del «iGaming» o las apuestas deportivas en línea. Esto crea una enorme incertidumbre tanto para los operadores como para los millones de mexicanos que participan.
Es un tema que, como ha señalado Forbes México , tiene implicaciones económicas y de confianza para la inversión. ¿Cómo se protege al consumidor? ¿Cómo se cobran impuestos de forma eficiente? ¿Cómo se evita el lavado de dinero? Son preguntas que, hoy por hoy, tienen respuestas ambiguas.

El «Espejo Español»: Un modelo de control centralizado y estricto
España se enfrentó a un caos similar a principios de los 2000. Su mercado, como el nuestro ahora, era una jungla de operadores internacionales sin control.
Su solución fue drástica y centralizada. En 2011, aprobaron una Ley de Regulación del Juego. Esta ley creó un organismo central, la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) , que se convirtió en el único ente con autoridad para licenciar y supervisar el juego online en todo el país.
El modelo español implementó varias claves que México podría analizar:
- Licencias Claras (.es): Ninguna empresa puede operar legalmente en España sin una licencia de la DGOJ. Si la tienen, su web debe terminar en «.es». Esto crea una barrera de entrada y un sello de confianza.
- Protección al Consumidor: La ley española es muy estricta en cuanto al Juego Responsable. Obliga a los operadores a tener mecanismos de autoexclusión, límites de depósito y a verificar la identidad de cada jugador para evitar el acceso a menores.
- Regulación Publicitaria Férrea: Cansados de la saturación de anuncios, en 2021 implementaron un Real Decreto que prácticamente prohíbe la publicidad del juego, salvo en horarios de madrugada. Se acabaron los patrocinios en camisetas y los anuncios con famosos.
El desafío de los operadores internacionales
Uno de los mayores retos que enfrentó España (y que enfrenta México hoy) fue el «mercado gris». Antes de su ley de 2011, el mercado estaba dominado por casas de apuestas extranjeras. Estas empresas, con sedes en Malta, Gibraltar o el Reino Unido, ofrecían sus servicios a jugadores españoles sin pagar impuestos en España y sin someterse a ninguna regla de protección al consumidor.
El modelo de la DGOJ fue claro: si querían acceder legalmente al mercado español, debían solicitar una licencia, pagar los impuestos correspondientes y someterse a las reglas españolas.
Muchas lo hicieron. Crearon sus filiales «.es» y entraron al mercado regulado. Otras, decidieron no hacerlo y, en teoría, la DGOJ tiene el poder de bloquear su acceso, aunque en la práctica, la globalización de internet hace esto muy difícil.

Lecciones para México (y Michoacán)
México no es España. Nuestra realidad es otra. Pero las lecciones son claras.
El boom del juego online no se va a ir. Es una realidad económica. La disyuntiva para México, y por ende para los estados que reciben participaciones, es si este boom será una fuente de ingresos fiscales transparentes y un entorno de ocio protegido, o si seguirá siendo un «oeste digital» sin reglas claras.
Lo que España nos enseña no es un modelo a «copiar y pegar», sino la importancia de tomarse el tema en serio. Necesitamos una regulación del siglo XXI para un fenómeno del siglo XXI.
Una regulación clara da confianza al inversor, genera impuestos para las arcas (que buena falta hacen en Michoacán) y, lo más importante, protege al ciudadano. Es un debate que va más allá del juego; es un debate sobre la soberanía digital y la modernización del Estado. Y es un debate que en México apenas comenzamos a tener.




