El nuevo Papa y su importancia en la política internacional
Algo siempre será cierto, la elección del papa es la elección de un nuevo jugador en este juego llamado geopolítica internacional

Coimbra, Portugal, 25 de abril de 2025.- Seamos creyentes o no, la muerte de un papa siempre sacude al mundo, para muchos, ya nos ha sacudido tres veces. El orbe se paraliza a la espera de la decisión que se lleva a cabo en el conclave, multitudes se consagran en la Plaza de San Pedro para despedir al fallecido papa, pero también para darle la bienvenida al nuevo regidor de la iglesia católica.
Muchos de los no creyentes y también algunos de los que sí lo son, piensan que la elección del nuevo papa se resume a unos cuantos cardenales de gran edad encerrados en la capilla que pintó Miguel Ángel, y que la designación del nuevo papa sólo afectará el papel de la iglesia ante el mundo, pero esta visión es simplista y reducida.
Es menester recordar que la iglesia católica no es exclusivamente un actor religioso, sino también político; es la única institución religiosa que tiene su propio país, el Vaticano y por ende, cuenta con representación diplomática en la mayoría de los países de todo el mundo.
Es inevitable que la figura papal no afecte la política internacional, como también, es inevitable que dicha política no afecte la elección de quien será el papa y sus subsiguientes decisiones.
El ejemplo de esto fue claro, cuando se determinó que Jorge Bergoglio sería el nuevo papa en el cónclave de 2013, hasta el día de hoy sigue siendo una gran sorpresa su elección, pero sin duda los motivos que llevaron al que se decantaran por el primer papa jesuita y latinoamericano fueron dos, el contexto interno que vivía la iglesia buscando renovar su desgastada imagen, perseguida por escándalos de corrupción y de pederastia; y en segundo lugar, el escenario internacional que por aquel entonces vivía sin los radicalismos de hoy en día, de hecho, en Italia y otros países europeos gobernaban partidos de izquierda o centro-izquierda.
Así, entre las ideologías progresistas cada vez más de moda entre los gobiernos y la sociedad y la necesidad de una nueva imagen, Bergoglio era el candidato idóneo para el puesto de nuevo papa.
El papel de Francisco ha sido muy criticado, algunos lo tachan de comunista y radical, sin embargo, la realidad es otra, dado que no hubo cambios realmente profundos en la doctrina, lo que sí hubo, fue una mejora en la percepción hacia la iglesia. Podemos resumir lo hecho por Francisco como un buen marketing religioso.
Ahora bien, respecto a que rumbo debe tomar la iglesia, eso será elección de los cardenales, ellos son quienes tomaran las riendas de su institución, empero, todo en exceso es malo y creo que en la política internacional necesitamos a veces menos movimientos progresistas, pero en la iglesia necesitamos menos conservadurismo.
Hoy los días son muy diferentes de aquellos cuando fue nombrado el papa Francisco, y la pugna por quien será el nuevo papa es un enigma digno del misticismo que rodea el cónclave. Podemos reducir a los candidatos en tres grupos, los progresistas que seguirían el camino de Francisco, los moderados que buscarían un punto medio entre esa nueva cara y la antigua de la iglesia o los conservadores que procuran el regreso a una iglesia más clásica.
El nuevo papa marcará el rumbo de la iglesia y con él, decisiones que afectarán directa o indirectamente al mundo, por lo tanto, a pesar de los incrédulos y los no creyentes, algo siempre será cierto, la elección del papa es la elección de un nuevo jugador en este juego llamado geopolítica internacional.