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Iatrogenia (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

La posibilidad de que un médico ocasione un daño a un paciente es algo que preocupa tanto al médico como a la sociedad desde tiempos remotos, como lo demuestra el llamado Código de Hammurabi

Morelia, Michoacán, 31 de mayo de 2022.- Iatrogenia, palabra derivada del griego que concreta y sucintamente significa “daño o lesión causada por el médico a un paciente, bien sea por acción u omisión”. Se da por entendido que el daño es ocasionado de manera inadvertida, jamás de forma deliberada. Dicho de otra manera, es un daño no deseado ni buscado, causado o provocado por un acto médico legítimo destinado a curar o mejorar una patología determinada.

La posibilidad de que un médico ocasione un daño a un paciente es algo que preocupa tanto al médico como a la sociedad desde tiempos remotos, como lo demuestra el llamado Código de Hammurabi, un conjunto de leyes y normas que data del Imperio Babilónico (1750 AC) que regulaba la vida cotidiana de las personas en ámbitos civiles y penales donde ya se manejaba el principio de presunción de inocencia, pues el acusado tenia la oportunidad de aportar pruebas en su defensa.

Abundando en el tema; la muy conocida y repetida sentencia Primum non nocere (lo primero es no hacer daño) es una locución latina atribuida generalmente a Hipócrates, sin embargo mas bien parece ser una paráfrasis latina existente en los escritos de Galeno. Para el experto en bioética y deontología médica Gonzalo Herranz, fue el Dr. Worthington Hooker, medico norteamericano del siglo XIX el primero en utilizar esta expresión en 1847 en su libro “Physician and patient”. En realidad hasta la fecha no hay un acuerdo unánime sobre la autoría original, aunque todo mundo está de acuerdo en la validez de esa sentencia.

Iatrogenia, problema del que poco se habla en nuestro país, donde estamos acostumbrados más bien a enterarnos sobre demandas millonarias por mala practica medica en otros países, singularmente en los Estados Unidos, donde las demandas están a la orden del día, lo que ha dado lugar a un floreciente negocio de abogados y aseguradoras. Lo común es que en esos países el profesionista de la medicina cuente con un excelente seguro contra demandas y practique una medicina que podríamos calificar como «defensiva» como consecuencia de atender a una población mejor informada en lo que se refiere a sus derechos como paciente. Ese tipo de medicina se traduce en un exceso de precauciones por parte del médico, que lo orillan a solicitar una gran cantidad de exámenes de laboratorio y gabinete, amén de invariablemente dejar todo consignado en un expediente. Lo anterior se traduce, inevitablemente, en una medicina más cara; en realidad diría que muy cara.

En México el paciente está acostumbrado a ver al médico como una figura respetable, honesta, que va a realizar su trabajo bien y con humanidad , lo cual es cierto en la casi totalidad de los casos. El problema es que también existen algunos médicos con algunas fallas en su preparación cuya principal motivación más que el paciente es el dinero que les puede redituar, eso en el ámbito privado se traduce en estudios innecesarios (van por una comisión con el laboratorio), interconsultas con amigos o compañeros de clínica, y en casos extremos en cirugías innecesarias; en el caso de la medicina institucional muchos solo buscan cuidar su trabajo protegiéndose al máximo de eventuales demandas abusando de los siempre escasos estudios de gabinete , de laboratorio y pidiendo interconsultas a cuanta especialidad se les ocurre para terminar derivando al paciente a otro especialista y si se puede a otro hospital.

En México no existe cultura de denuncia, y si alguien lo intenta los obstáculos burocráticos desaniman al más emprendedor. El mensaje es claro, la incompetencia en el área de la medicina en México existe, como pasa en todo el mundo, pero aquí su castigo es virtualmente inexistente. Los pocos casos en que se detiene a un médico por lo general obedecen a una venganza personal de un familiar, amigo o amante de un político con influencia en el siempre moldeable “Aparato de Justicia”; todo para fastidiar a un médico con el que se tuvo un desacuerdo por las más peregrinas razones. El ejemplo más conocido fue el desatino del IMSS que dio origen al movimiento #YoSoyMedico17 en el año 2014 y que se dio a raíz de la orden de aprehensión a 16 médicos del Centro Médico de Occidente perteneciente al IMSS.

¿Qué hacer? Es necesaria una mayor cultura de denuncia por parte de los pacientes que efectivamente hayan sido agraviados, es imperativa una mayor atención y capacidad resolutiva por parte de la hasta ahora mortecina y casi inexistente Comisión Nacional de Arbitraje Medico, pero sobre todo urge sensibilizar y capacitar adecuadamente a los opacos, torpes y arcaicos aparatos de justicia.¿Posibilidad de que esto se haga en México? Remota en grado extremo. Primero se congela el infierno.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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