Islam, Palestina e Israel, datos de interés (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
El problema no es sencillo, y menos si está aderezado con una explosiva mezcla de fanatismo y odio. No hay soluciones mágicas, pero debemos tratar de comprenderlo para poder emitir un juicio valedero.
Morelia, Michoacán, 17 de octubre de 2023.- Tema de permanente actualidad, entre otras razones por el perenne conflicto entre el pueblo palestino e Israel desde el primer día de la existencia de estas naciones, en el no muy lejano 1948, cuando por un decreto de la ONU se asignaron límites geográficos al pueblo de judío y palestino. Los judíos lo aceptaron, los palestinos no, y desde entonces el conflicto existe. Ambos pueblos esgrimen sus razones, pero el segmento fundamentalista de Palestina simplemente no acepta, bajo ninguna circunstancia, la existencia de un Estado judío. Para los palestinos la solución es sencilla, Israel debe desaparecer y ya, no existe ni les interesa otra posibilidad, y para lograr la eliminación del Estado judío toda violencia es aceptable. En pocas palabras, el diálogo es imposible.
Sabiendo esto podemos preguntarnos, ¿Es el Islam -religión practicada por los palestinos- una doctrina intrínsecamente violenta? La pregunta, de entrada, es como preguntar si el Cristianismo es una religión de paz. Cierto, existe San Francisco de Asís, pero también la Inquisición y la llamada «Guerra de los 30 años». Las religiones son interpretadas por las personas de su época, y por consiguiente, cambian con el tiempo. Se pueden invocar las Escrituras para tomar casi cualquier posición. El Islam ha tenido periodos de violencia y periodos de tolerancia, pero actualmente el mundo árabe es el sostén de la más violenta y agresiva propaganda antisemita desde la época de la Alemania Nazi. El colmo ha sido la continua difusión por pueblos árabes de «Los protocolos de los sabios de Sión«, famosa y desacreditada falsificación procedente de la época de la Rusia zarista, y que actualmente nadie en su sano juicio y medianamente informado le otorga credibilidad.
El problema histórico con el Islam puede rastrearse cuando menos a unos 1,300 años de distancia, desde su primera oleada de expansión, detenida por Carlos Martel en Poitiers, año de 732 DC y rechazada definitivamente en Aquitania en el año 739 DC. La podemos rastrear en la historia de Jerusalén y las Cruzadas, con sus conquistas y reconquistas por cristianos, árabes, mamelucos y turcos selyusidas. Entre los siglos XIV y XVII los turcos otomanos extendieron su influencia a los Balcanes, conquistaron Constantinopla, sitiaron dos veces Viena; pero en el siglo XIX declina el poder otomano y se impone el control de Inglaterra, Francia e Italia en casi todo norte de África y Medio Oriente.
Después de la Segunda Guerra Mundial los imperios coloniales desaparecen, se manifiesta el nacionalismo árabe y luego el fundamentalismo islámico, aparece la riqueza petrolera y los países árabes entran en una dinámica de guerras con el recién creado Estado de Israel, siendo la más desastrosa (para los árabes) la llamada «guerra de los 6 días», en junio de 1967, donde perdieron de todo, todo, y desde entonces los conflictos entre Israel y Palestina, además de otros países árabes, han entrado en una espiral de violencia progresiva. Para colmo, la llamada «Guerra del Golfo»derivada de la invasión de Irak a Kuwait dejó un severo problema de humillación y resentimiento ante el avasallador poderío de los Estados Unidos y sus aliados y la evidente incapacidad de los países árabes.
Actualmente existen severos problemas en casi todos los países islámicos, los conflictos entre pueblos ortodoxos y musulmanes aumentaron y ni hablar de los conflictos en Chechenia con su mayoría musulmana sunnita.
Hamas, organización terrorista y brazo armado del Islam en Palestina no descansara hasta destruir, al costo que sea, a Israel. Vale la pena recordar el artículo siete de los estatutos de Hamas, citado por Bruce Hoffman en «A mano armada: Historia del terrorismo»: “El tiempo de la redención no llegará hasta que los musulmanes no luchen contra los judíos y los maten, y hasta que los judíos tengan que esconderse tras árboles y rocas cuando suene el grito de ‘musulmán, aquí se esconde un judío. Ven y mátalo’”. Porque ni siquiera se trata de odio a los israelíes por razones territoriales. Como sueña y promete el imán Ahmad Ibrahim, uno de los líderes de Hamas: “Seis millones de descendientes de los monos (judíos) ahora rigen todas las naciones del mundo, pero su día llegará. ¡Alá, mátalos a todos, que no quede ni uno!”. Con semejantes amenazas la verdad Israel no puede bajar la guardia. Sería suicida.
El problema no es sencillo, y menos si está aderezado con una explosiva mezcla de fanatismo y odio. No hay soluciones mágicas, pero debemos tratar de comprenderlo para poder emitir un juicio valedero y no repetir opiniones sin analizarlas antes. Nada resulta más decepcionante que leer opiniones de personas que no tienen la más remota idea de lo que están hablando. No tan solo dan pena, dan risa.
Alejandro Vázquez Cárdenas
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