La CNTE: Historia de dos Camaleones (Por: Erik Avilés)
Es sabido que, en el VIII Congreso Seccional de Bases (CSB), realizado en febrero pasado, la Sección XVIII de la CNTE sufrió una fractura interna que, por ahora, luce irreconciliable, a decir de ambos bandos en disputa; esto brinda una inmensa posibilidad para la autoridad
Morelia, Michoacán, 31 de julio de 2020.- Es sabido que, en el VIII Congreso Seccional de Bases (CSB), realizado en febrero pasado, la Sección XVIII de la CNTE sufrió una fractura interna que, por ahora, luce irreconciliable, a decir de ambos bandos en disputa. Como resultado de una serie de desencuentros en los anteriores procesos electorales, finalmente se decidió por la ruptura, que dio nacimiento a dos grupos. Veamos.
Por mayoría de membresía, hablemos primeramente del rojo, el denominado “Poder de Base”, liderado por el Prof. Benjamín Hernández, quienes cuentan con la visible mayoría de las bases disidentes respaldándoles, lo que les permitió quedarse, por el derecho natural que da la fuerza, con el control de las oficinas centrales de la CNTE. Está principalmente compuesto por “El Bloque” facción interna que se conformó bajo la visión de algunos exlíderes de la CNTE, como Sergio Espinal y Artemio Ortiz, quienes cuentan con presencia mayoritaria en varias regiones al interior del estado y con nexos en el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo. Se apoyan políticamente en MORENA, especialmente con diputados federales, senadores y funcionarios federales.
El otro grupo, el azul, denominado llanamente Sección XVIII de la CNTE, es liderado por el Prof. Gamaliel Guzmán, quienes en sus redes sociales dicen contar con cinco mil agremiados en sus filas y están compuestos principalmente por ex líderes de la Sección XVIII e incondicionales, ya que dominaron de 2009 a la fecha. Dicen sus opositores que por eso eligieron el color azul, por su abolengo sindical. Ellos cuentan con una visible proximidad con funcionarios del Gobierno del Estado, legisladores locales y federales, así como con una buena relación con Comités Ejecutivos Seccionales de otras entidades federativas, quienes les han brindado reconocimiento público.
A pesar de las diferencias ya mencionadas, existen una gran cantidad de similitudes entre ellos, resultando en muchas ocasiones difícil distinguirles incluso para los expertos, debiendo consultar el color del papel membretado de sus continuos comunicados para apreciar las sutiles diferencias ante situaciones como las siguientes, que fácilmente pueden ser constatadas mediante la lectura de sus últimos posicionamientos en medios de comunicación y en sus propias redes sociales. Entre los principales factores en común que a la fecha funden a azules y rojos se identifican los siguientes:
- La irresponsabilidad en sus acciones. Derivado de la falta de institucionalidad y de responsabilidades formales que recaigan sobre de sí, ambos grupos centistas se caracterizan por actuar al margen de la legalidad, del estado de derecho y de un compromiso genuino con sus bases, por lo que se mueven a lo largo del inmenso espectro que va de la dictadura a la democracia, pasando de la cooptación total a la anarquía a conveniencia sin escrúpulo alguno, manteniendo una doble agenda: la pública, consistente en banderas legítimas plenas de reivindicaciones históricas para los docentes y en una confidencial, llena de peticiones corruptas para beneficiar a sus cúpulas y para mantener económicamente a su movimiento, lo cual debería de realizarse de las aportaciones y cuotas voluntarias de su membresía, respetando la normatividad en materia sindical y fiscal respectivamente.
- Doble discurso ante la contingencia por el COVID-19, ante el cual se mantienen con un discurso de respeto a la sana distancia y la serie de medidas emitidas por las autoridades sanitarias, pero convocando a reuniones presenciales e incluso a la movilización masiva sin importarles los riesgos inherentes a las temerarias acciones convocadas. A ello se suma su actitud parista ante la pandemia, ya que deciden anunciar que no hay condiciones de seguir adelante rumbo al regreso a clases, pero en absoluto elaboran una propuesta proactiva, simplemente emiten un no rotundo para el seguimiento de las actividades.
- Defensa de los derechos de los trabajadores; donde muy poco realizan a través de discurso que no se aterriza en mecanismos genuinos de protección del magisterio. Por ejemplo, ante el impago de quincenas puntuales, no se conoce que ninguna de las facciones centistas haya interpuesto queja formal alguna. Lo cual sería extraordinario, puesto que ni siquiera cuentan con personalidad jurídica.
- Son antisindicalistas, al fragmentar y socavar las expresiones sindicales existentes, suplantándoles y por consecuencia, dejando a los trabajadores con menores posibilidades de defender y de hacer valer sus derechos. En su accionar ostentan una franca contradicción, derivada del afán por generar un movimiento de bases que reditúe en jugosas negociaciones.
- Estilo de gestoría de recursos. Siguen ambos presionando a las autoridades para que les brinden más recursos, de manera irregular, completamente fuera de proceso y de legalidad. Llegan al extremo de acusar a la autoridad de ser corrupta, sin verse en el espejo y reconocer que para que todo acto de corrupción suceda, tiene que haber un funcionario corrupto y una parte corruptora.
- Convocatorias paralelas para la obtención de privilegios. Ambos grupos siguen alimentando la generación de expectativas en los trabajadores de la educación, quienes por presión o necesidad caen en sus manos, suplantando a la autoridad establecida para convocar al ingreso al servicio profesional docente, ya sea mediante plazas o por pago por servicios temporales, a la permuta o ascenso dentro del servicio educativo, sin importarles los procedimientos y protocolos que establece la autoridad, con la cual eventualmente interactuarán presionándoles para la entrega de recursos a su favor.
- Opacidad. No presentan estados financieros, cuentas claras ni resultados a sus bases, no entregan informes públicos, mucho menos atienden a la legislación en la materia, negándose por ello a tener toma de nota.
- Actitud ante la corrupción. Reconocen la ajena, pero desconocen absolutamente la lucha respecto a sí mismos y sus liderazgos más conspicuos, sobre quienes pesan acusaciones comprobadas de que se han beneficiado a sí mismos y a sus familiares e incondicionales en el pasado. Especialmente, la acusación de corrupción que realizaron los rojos contra los líderes de los azules fue la gota que derramó el vaso y culminó con la expulsión de ellos del VIII CSB.
- Atentan contra el derecho a aprender. Es reiterativo recordar que el magisterio es el primer garante del derecho a aprender, razón primigenia de su existencia. Los maestros se deben a los estudiantes y los líderes sindicales deben mantener en alto la identidad, la reputación y la vocación de los docentes en todo momento, al momento de defender sus derechos laborales. Sin embargo, las cúpulas de estas fracciones gremialistas son las grandes precarizadoras de la imagen de los docentes, ya que les denigran desde la elección de sus tácticas de lucha, tanto para la exigencia de sus derechos como para el cumplimiento de sus caprichos particulares. Por ende, sin analizar los alcances potenciales de contar con miles de educadores para realizar actos de protesta, ni tampoco importarles la situación educativa estatal, mucho menos la socioeconómica, ambos colores realizan tomas, plantones, marchas y paros, a la vez que distraen a los trabajadores de la educación del ejercicio cabal de su vocación docente, obligándoles a emplear su tiempo y recursos en realizar medidas de movilización de bases en las cuales resulta indistinto que quien participe sea iletrado o tenga estudios universitarios en ciencias de la educación.
- Manejo político-electoral. Oscilan entre brindar o retirar su apoyo a los actores y partidos políticos sin dudarlo, llegando al chantaje y a la ruptura si no se obtienen las prebendas prometidas. Por ahora es claro que los rojos están comprometidos con MORENA, mientras que los azules tienen divididos sus afectos entre el PRD y MORENA, pero no se descarta una posible ruptura o acuerdo local para apoyar a cualquier otro partido político por así convenir a sus intereses político-territoriales.
- El desconocimiento recíproco. Ambos se acusan de espurios, de ilegítimos, de “no ser CNTE”, en redes sociales y en público. Si ya estuvieron muchos años juntos y ya se dejaron ver en sociedad en incontables ocasiones, ¿ahora por qué el divorcio? Reconocer sus semejanzas les permitiría avanzar en sus respectivas agendas mucho más rápidamente, pero por ahora pesan enormemente los intereses de las cúpulas, por lo cual veremos actualmente una distancia entre azules y rojos, la cual conforme se dibujen los escenarios políticos, pudiera llegar a desaparecer, como ya ha sucedido en el pasado con otras escisiones.
- La subordinación hacia el centralismo. La agenda de azules y rojos muestra una inmensa desesperación por reunirse de nueva cuenta con AMLO o funcionarios federales de primer nivel. Por ello, han anotado dentro de sus rutas respectivas de acción hacerse presentes en la Ciudad de México durante julio y agosto. A ambos liderazgos no les queda la más mínima duda de que, quien logre obtener el reconocimiento y apoyo federales tendrá enormes posibilidades de prevalecer en la entidad, por lo cual han emprendido esta cruzada de búsqueda de padrinazgo centralista.
- La búsqueda del poder. Ambos grupos buscan a toda costa hacerse presentes en el proceso electoral de 2021, con la finalidad de lograr una posición desde la cual puedan decidir sus respectivas agendas y obtener los anhelados recursos que les permitan prevalecer.
- Movilización-Negociación-Repliegue. A la fecha, la funesta triada táctica que han repetido hasta el hartazgo parece ser la instrucción sagrada para los liderazgos de azules y rojos, ya que ambos intentan aplicarla para lograr avances en sus respectivas agendas.
- Mismos objetivos, misma insatisfacción. Es muy importante tener en cuenta para leer el accionar de ambos grupos fácticos es que invariablemente buscan incidir en las decisiones de las autoridades a favor propio. La molestia de ambos grupos es igualmente notoria por la falta de obtención de reconocimiento pleno, de gestoría y de recursos para sí.
En suma, las amplias semejanzas entre azules y rojos vuelven daltónico al observador al ser prácticamente indistinguible su modus operandi, caracterizado por la irresponsabilidad y el pragmatismo. En absoluto se diferencian sus estilos ni modos de lucha, mucho menos los resultados funestos para el clima laboral entre los trabajadores de la educación en el estado ni para el estado que guarda la educación estatal. En síntesis, puede decírsele a las bases magisteriales, a las niñas, niños, adolescentes, jóvenes, maestros y sus familias que el camaleón gremial simplemente se clonó, pero uno se mimetizó con el color azul y el otro con el rojo de sus papeles membretados respectivos.
Lo importante de este momento histórico radica en que la debilitadora división de ambas facciones centistas brinda una inmensa posibilidad para la autoridad en cuanto respecta a reafirmar su institucionalidad y a erradicar vacíos legales que permiten la aparición de oportunidades de medrar política y económicamente con la necesidad de los trabajadores de la educación.
Una razón más para aprovechar la coyuntura radica en que ahorita no hay clases presenciales, lo cual significa tener presiones y chantajes de menor calado sobre las autoridades, las cuales, por ende, ahora tienen mayor margen de actuación para cimentar procesos, aplicar la normatividad y desarrollar los reglamentos y protocolos en aquellos espacios vacíos donde las cúpulas medraron en el pasado.
La oportunidad histórica para la SEE debe aprovecharse para poner el derecho a aprender de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en Michoacán al centro, a la vez que desmantelar posibles nichos para la corrupción y con ello, reivindicar la identidad, la vocación, reputación, formación continua y la carrera hacia la profesionalización de los docentes estableciendo una relación directa, honesta y efectiva entre los trabajadores de la educación y la parte patronal. Esperemos se aproveche.
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