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La farsa de las consultas (Por: Rubén Alcántar)

No nos dejemos engañar, las consultas presidenciales son una completa farsa; obedecen más a intenciones políticas que a reales ejercicios democráticos

Morelia, Michoacán, 22 de junio de 2021.- Durante el actual gobierno sin lugar a dudas una constante ha sido la excesiva comunicación del presidente de manera cotidiana, siendo este parte de la opinión pública de manera diaria y por supuesto polémica en cada ocasión que este puede, dejando opiniones divididas en cada oportunidad que se presenta.

El método más empleado por supuesto han sido sus conferencias “mañaneras” en las cuales vamos desde la información de algún tema de real trascendencia nacional e incluso internacional, hasta prácticamente ver una parodia matutina de dimensiones de cualquier programa de las características de “Venga la Alegría” u “Hoy”, siendo sin lugar a dudas un ejercicio realmente innecesario, pero claro su función deberá cumplir en la comunicación del presidente.

Como bien menciono este ejercicio se desgasta, requiere de polémica diaria que pueda aportar a la construcción discursiva de división a la cual nos tiene acostumbrados quien en palacio nacional habita, por ello la necesidad de reforzar y generar nuevas herramientas que aporten a su discurso de “nosotros somos distintos” y claro, qué mejor manera que hacerlo con consultas totalmente democráticas y por supuesto nada arregladas (nótese el sarcasmo).

Con el inicio del sexenio también vimos el comienzo de este nuevo ejercicio gubernamental, se realizó una serie de estas encuestas en las que entre otras cosas se preguntaba a la sociedad libre y pensante de nuestro país cuestiones como la realización de sus “macro” proyectos, tales como: el tren maya, la refinería de dos bocas, los programas clientelares como “jóvenes construyendo el futuro” o las pensiones a adultos mayores, programas que de igual manera se iban a realizar, pero claro, hay que saber la opinión de todos para al final hacer lo que yo quiera.

Durante esta serie de encuestas las que mayor relevancia tomaron para lo que a mí respecta recayeron en la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y la venta del avión presidencial, acciones que de igual manera se iban a realizar, eran algunas de las principales promesas de campaña; con una deplorable participación de menos de un millón de personas se “legitimaron” dichas consultas a todas luces inconstitucionales.

El próximo 1 de agosto viviremos la que, dentro del marco legal que rige a nuestro país es la primera consulta “debidamente” estructurada, y hago énfasis en el “debidamente” dado que una serie de polémicas en la Suprema Corte le preceden; estaremos ante lo que resulta más un ejercicio de opinión que de consulta, dejando claros sesgos en sus preguntas, tales como: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas”. Dejando completamente a la interpretación tanto el tiempo, como a los actores de dichas acciones.

En ningún momento defiendo a tal o cual actor, recalco, soy un fiel creyente que si alguien en su actuar durante el ejercicio de gobierno infringió la ley, debe pagar en estricto apego a la norma, sin excusas; sin embargo lo que en esta ocasión vemos es más un pretexto para un persecución política, una cacería de brujas, que realmente un ejercicio democrático.

De igual manera y a tono personal si algo puedo externar es que en esta ocasión no pienso ser partícipe de dicho ejercicio, en la concepción que a lo largo de los años he podido ir construyendo con respecto al concepto de democracia puedo afirmar que para nada este ejercicio lo es y aguas, porque aún nos resta la de la revocación de mandato pendiente.

Cabe recordar que para que dicha consulta pueda llegar a ser vinculante deben participar en ella por lo menos el 40% de los potenciales electores, es decir en un país cuyo padrón en este 2021 alcanzó los 93’676,029 posibles electores, se necesitaría que al menos 37’470,411 salieran a votar, algo que por supuesto se vislumbra imposible.

No nos dejemos engañar, las consultas presidenciales son una completa farsa, obedecen más a intenciones políticas que a reales ejercicios democráticos, únicamente busca legitimar el argumento democrático del presidente en el que se jacta de “escuchar” a todos los mexicanos, siendo sabido por la nación que la única palabra que importa en este país es la que de su ser emane, pero claro, como dicta la máxima romana, al pueblo, pan y circo, y en nuestro país sin pan pero con mucho circo.

Crisis, Echeverría y López Obrador (Por: Rubén Alcántar)

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