López y los adjetivos (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
Este artículo, en buena parte, fue escrito hace más de 14 años. Como fácilmente se puede ver, no es necesaria una bola de cristal para prever determinados eventos, esos que con un poco de información y sentido común podemos considerar que van a pasar.
Morelia, Michoacán, 17 de noviembre de 2020.- Nota: Este artículo, en buena parte, fue escrito hace más de 14 años. Como fácilmente se puede ver, no es necesaria una bola de cristal para prever determinados eventos, esos que con un poco de información y sentido común podemos considerar que van a pasar.
Lo publico solo para asentar que efectivamente es posible anticipar lo que sucederá, simplemente prestando atención a los detalles y no cerrando los ojos ante la realidad; “living is easy with eyes closed, misunderstanding all you see”, nos lo recuerdan Lennon-McCartney.
Explicado lo anterior, pasemos al escrito:
“Los adjetivos en gramática son la parte de la oración que acompaña al sustantivo para calificarlo o determinarlo. El adjetivo calificativo expresa una cualidad o característica del sustantivo al que acompaña o con el que se relaciona. Obviamente un adjetivo no es por sí mismo un argumento de nada, por mas que muchos articulistas lo utilicen para «argumentar» cuando no disponen de razones. Los adjetivos son útiles para fijar o enunciar una determinada característica, nada más, y cuando se abusa de ellos o cuando por todo argumento se lanzan adjetivos podemos afirmar que la discusión ya abandonó el terreno de lo racional.
En política los adjetivos son frecuentes en cualquier discurso, ya sea el de un político de medio pelo o el de un encumbrado funcionario, y es en época electoral cuando la utilización de los mismos llega a cifras astronómicas. Un ejemplo más que evidente lo vemos con el abanderado perredista Sr. López O., personaje que tiene la virtud de polarizar las filias y fobias sobre sí. No hay medias tintas, o causa gran admiración, rayana en ciega idolatría o genera extrema repulsión. Ambos extremos sin matices.
Revisando a una buena cantidad de columnistas, analistas y periodistas que están convencidos del peligro que representa este Mesías, podemos encontrar un diluvio de adjetivos, todos bastante descriptivos. En un apretado resumen encontramos los siguientes: Utópico, intolerante, demagogo, populista, mesiánico, intransigente, fósil, mentiroso, violador de la ley, autoritario, contradictorio, resentido social, hipócrita, aspirante a mártir, ignorante, megalomaniaco que se cree la reencarnación de Benito Juárez y que le gusta compararse con Madero y últimamente hasta con Jesucristo, agitador peligroso, que padece conveniente ceguera ante los actos de corrupción de sus hombres de confianza, (Bejarano, Ponce, Imaz, etc.), que está obsesionado por el poder; que nunca acepta su culpa y en todos lados ve un complot orquestado por el Innombrable, por Televisa, el periódico Reforma, los banqueros, los industriales, el IFE etc. Que es acomodaticio, oportunista, burlón; asno pues tardó catorce años en terminar una carrera que se cursa en cinco y que tiene una personalidad paranoide. (Aquí sólo agrego que el tiempo se ha encargado de confirmar muchos de ellos).
A estas alturas, ya es imposible negar que dentro del abigarrado grupo que acompaña al Sr. López Obrador; Fernández Noroña, Ramírez Cuéllar, César Yáñez, Federico Arreola, Cota Montaño, Martí Batres, Manuel Camacho, Claudia Sheinbaum, Guadarrama Márquez, Arturo Núñez y un muy largo etcétera, existe una buena cantidad de oportunistas, demagogos, trapecistas políticos, varios de ellos con un pasado sumamente cuestionable. Se agrega un indefendible grupo proveniente de esa opereta cómica que fue el PPS, el PST, el PSUM y anexos, amén de los integrantes de los segmentos más agresivos de varios sindicatos, los líderes de invasores y grupos de choque como los Francisco Villa, los Pantera, lo que sobra del CGH y una infinidad de calamitosos grupos, todos sin más idea que una largamente esperada venganza en contra de una sociedad que a su juicio les debe todo y los ha tratado muy mal.
Ellos sienten que su hora está por llegar y pronto será su turno de pasar la factura a los fifís; sólo esperan el triunfo de AMLO para «ajustar cuentas».
Fin de transcripción. Sólo agrego lo que es muy evidente, estos señores, utilizando los medios que les da aparato gubernamental, legales o ilegales, ya están ajustando cuentas… y van por más. Nada nuevo, será como lo dijo un alto funcionario al triunfo del NSDAP: “Ahora verán”. Y vaya que si lo vieron.
Alejandro Vázquez Cárdenas
Minority report, Orwell y Cuba (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)