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Miércoles de Ceniza, día de revestirnos con las armas de la luz: P. Hayen

Es tiempo para acercarnos a Jesús y, como el leproso, le digamos: "Señor, si quieres puedes limpiarme". Que este sea hoy nuestro propósito.

Morelia, Michoacán, 14 de febrero de 2024.- Miércoles de ceniza #Cuaresma. La Iglesia Católica convoca hoy a la milicia cristiana. Iniciamos el tiempo fuerte del combate.
Hoy es el día para revestirnos con las armas de la luz y emprender la batalla contra Satanás. Imitamos a Jesús que fue al desierto durante 40 días para enfrentar a su adversario, el diablo. De ahí el nombre «Cuaresma».
El rito de imposición de ceniza tiene origen bíblico y judío. En el cristianismo era una señal de luto y de dolor para los penitentes públicos.
Cuando en el siglo IX se pasó a la penitencia privada, no desapareció la imposición de ceniza, sino que se hizo para todos los fieles. Tomar ceniza es, más que recordar nuestro ser mortal, un signo de voluntad de conversión.
Por eso las palabras que acompañan la imposición son: «arrepiéntete y cree en el Evangelio«. Después de la homilía sigue el rito de la ceniza, lo que significa que la conversión y la penitencia surgen de la llamada que nos hace la Palabra de Dios.
Tomemos conciencia del pecado que se incrusta en nuestra vida, y de las consecuencias terribles que vienen cuando el mal se arraiga.
Acuérdate del rey David, que no supo gobernar sus ojos cuando vio a una hermosa mujer casada que se bañaba, y de ahí pasó al pecado de adulterio.
Ella quedó embarazada y David quiso hacer creer al marido de ella que el hijo era de él. Cuando su plan falló, mandó asesinar a aquel hombre.
Lo que comenzó con una falta de gobierno en la mirada, pasó al abuso de poder, a la traición, al asesinato.
Nuestros pecados llevan a otros pecados. Quizá tu pecado y el mío pueden parecernos de poca importancia. Lo cierto es que pueden hacer que nuestra vida se destruya.
Hay personas que empezaron con una mirada galante hacia otra persona; luego entraron en una relación prohibida con ella; después un hogar quedó destruido, los corazones se llenaron de odio y vino una devastación emocional y muy dolorosa.
Otros empezaron fumando un poco de marihuana y, después de un tiempo, se llenaron de enfermedades mentales y físicas, se llenaron de mugre y acabaron robando y viviendo en las calles.
La única solución para el mal moral es buscar al Señor con todo el corazón y todas nuestras fuerzas.
Que en esta Cuaresma Él vaya limpiando nuestras almas y nos salve de caer en esa cadena de un pecado que lleva a otro, y a otro más.
Es tiempo para acercarnos a Jesús y, como el leproso, le digamos: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Que este sea hoy nuestro propósito, y que tengamos un camino de purificación para llegar a la Pascua con el corazón renovado.

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