Proyecto Secreto: Extraño daltonismo, ceguera política
Es maniqueísmo: ven los errores de los demás y no los suyos propios. Tienen ceguera en el alma no quieren ver sus errores.
Morelia, Michoacán, 06 de octubre de 2020.- I.- LEYENDO LOS ACONTECIMIENTOS
Una extraña manera de percibir la realidad se detecta en los servidores públicos, es un contagio, una terrible pandemia. Todo es negro, todo está mal en los adversarios. En sí mismos todo está muy bien, magnífico, incomparable.
Los jefes, con su presidente, tienen mirada de juez implacable para todos los que no son sus fanáticos.
Los adversarios, los de antes y los neoliberales son de lo peor, perfectamente malos. Todo lo que hicieron es basura, es perverso y diabólico hay que derrumbarlo y desecharlo, es el caso de los fideicomisos. Hay que desmantelar organismos. El principio práctico inmediato es simple hay que cambiar todo.
El jefe y sus hordas prometieron: “juntos haremos historia” y quieren arrasar sin sentido crítico todo lo que se hizo antes. Es cancelar décadas de búsqueda y avance y dejar el vacío porque no tienen sino su capricho y egolatría, enajenados en sus sueños, fantasía y deseos. Quieren suplir estructuras de décadas y siglos y ellos no han trabajado larga y penosamente en crear estructuras nuevas, hiper modernas para reemplazo.
Finalmente, el mal está en su cerebro y en su mirada que se expresa en un pensamiento acrítico. Con varita mágica o con poder divino, que ellos imaginan tener, decretan que todo lo que ellos hacen es blanco, y luminoso, genial. Ellos no admiten margen de error. es impactante como los políticos nunca reconocen un error. ¿Han oído ustedes a un presidente o lo que sea que acepte su error y pida una disculpa?
¿Cómo hacen ellos con esta realidad ambigua, imperfecta, hecha de luces y sombras, de aciertos y fracasos, de claro oscuro? Están enajenados en humores de soberbia, mentira y prepotencia. Y esta es una enfermedad que les hace tener una visión deforme de la realidad, finita y fragmentaria, llena de limitaciones siempre .
Hay una interrogante que se hacen muchos mexicanos: ¿cómo hace el jefe para hacer entrar en su club de enfermos, afectados del mismo daltonismo político? ¿Cómo hace para que todos tengan la misma percepción de la realidad del jefe, con la misma deformidad? Los colaboradores que lo rodean, los fanáticos que lo siguen son lobos aduladores de siempre, incondicionales; han abdicado de su dignidad y han perdido piso. Son de la raza que cuando el presidente pregunta: ¿cuánto son 2 + 2? Responden «los que usted guste, señor Presidente».
LA SABIDURÍA DE LO ALTO
“Ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga que llevan en el propio”, afirma el más grande maestro de la historia. El tiempo hará un juicio objetivo e implacable de la gestión del gobierno presente. Ahí sabremos si hubo una transformación importante y para bien de México. La historia establecerá si fue un sexenio más de promesas boyantes, huecas y embusteras, como los compromisos de Peña Nieto. También este presidente ha pregonado compromisos que ya ha cumplido en su inmensa mayoría, pretende él
Aquí viene a la mente la historia de la clase dirigente del pueblo judío que enfrentó Jesús, el Mesías, los escribas y fariseos, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. Estaban obcecados, endurecidos y llenos de soberbia.
Ellos estaban obsesionados del poder por las riquezas, ventajas y privilegios que les otorgaba. Habían perdido el sentido de la verdad y no escuchaban la maravillosa sabiduría que les traía Jesús. Eran rudos y necios para aceptar la verdad de Jesús.
Se encerraron en sus ideas, en su ideología y defendían el status quo y sus privilegios. Se cerraron a la verdad y al proyecto de salvación, de un mundo nuevo que les traía Jesús. Se perdió la extraordinaria oportunidad.
Las clases dirigentes se cerraron totalmente a la Buena noticia y siguieron con sus políticas, pretendiendo defender la causa de Dios y el bien del pueblo.
Su situación la desenmascara a Jesús y la dejó en claro: son ciegos pero ellos no aceptan que son ciegos. Yo los podría curar pero como dicen que ven no los puedo por la palabra pueden curar y seguirán en su ceguera.
Es la misma historia de los hombres que se aferran a sus privilegios mundanos de poder y dinero y pierden la razón, la mirada sabia y objetiva de la realidad. Es una enfermedad del espíritu que los grandes del mundo, los de la clase dirigente no quieren aceptar.
En nuestros tiempos está ceguera se reviste de galas de modernidad, se expresa en las modas irracionales, en forma de derechos humanos malentendidos y una pretendida grandeza absoluta del ser humano como un dios falso que está en el centro y lo decide todo.
Hay muchas maneras de cerrarse a la verdad y al bien para servir a intereses particulares, egoístas y mezquinos.
Hace falta tener la mirada limpia para la verdad y el bien, para Dios, roca inconmovible en las tormentas y vaivenes de la historia.