Proyecto Secreto: La justicia en la 4T
La aprehensión de un general criminal no la hace la justicia mexicana, como en otros grandes casos la hacen los gringos.
Morelia, Michoacán, 21 de octubre de 2020.- Aprehenden al general Cienfuegos en Estados Unidos, la policía estadounidense. ¿Qué hizo la justicia mexicana? Estuvo ausente, no cumplió su tarea. Es la justicia del Norte la que llevará el juicio.
No lo detienen por inocente, las autoridades judiciales lo declaran culpable. Tal vez según las leyes positivas se presume inocente, para el sentido común es culpable, como el Chapo y García Luna.
¿En dónde estaba el aparato mexicano de justicia? Está apagado en México donde existen ciertamente muchos otros casos
El presidente condena la corrupción en los sexenios anteriores. ¿por qué está ciego ante la corrupción en su mandato?
Según el sentido común, es claro que el caso de Cienfuegos no es único, hay muchos criminales sueltos que deambulan en la impunidad.
Se cuestiona lógicamente la actuación del aparato judicial mexicano, su inoperancia. México es un país sin ley, los delincuentes saben que ellos despojan y asesinan al fin que no pasa nada.
Para quien piensa y reflexiona hay evidencias que no escapan. Los discursos descontrolan pero no suprimen el sentido común que percibe la realidad como es y que la justicia no se aplica.
¿Cómo queremos que haya un cambio sustancial en la corrupción si la clase dirigente es la misma? No ha mostrado un cambio sustancial, no se ha corregido. Los actores de sexenios pasados son los mismos, los viejos que se fueron con MO–NA, no se ha visto su Regeneración. La clase dirigente pasó tal cual al nuevo gobierno.
No se ha creado una generación nueva de políticos y servidores públicos. No se les ha renovado en su conducta, el cambio moral no importa. López obrador afirmó: como yo soy bueno todos los de abajo van a ser buenos. Una afirmación dogmática, ingenua, absurda.
No ha habido una limpia de los actores corruptos ni se ha propiciado su regeneración para hacer hombres nuevos, libres de los vicios pasados. Los neoliberales y conservadores siguen vivos con la camiseta del poder. No hay una generación nueva de actores con otro perfil, con otros principios y conducta.
Todo es pragmático, mecánico, operativo, para el momento. Las virtudes, como no producen riqueza material, están relegadas al olvido: la coherencia, la honestidad, el respeto, la dignidad moral.
Es un mundo sin los valores universales y los principios fundamentales de la convivencia humana. Lo que importa son los bienes materiales, el esplendor social y los bienes pasajeros, la apariencia y la comida.
LA SABIDURÍA DE LO ALTO
Afirman los poderosos que van a acabar la corrupción. No basta la retórica, los buenos deseos y las promesas para hacer una nación de justicia y limpieza. No basta con el cambio de partido y de presidente en el poder ni basta con declaraciones tantas veces falaces.
Se necesita un cambio radical, en todas las expresiones de la vida. Los obispos de México en su Proyecto Global de Pastoral hacen suya la voz del Papa Francisco:
“queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco” (N. 47).
La regeneración tan cacareada, ausente en el Movimiento Nacional es indispensable y la condición para el progreso, para acabar la corrupción en México por lo que todos suspiramos, no sólo los del Movimiento.
La Regeneración es un vacío total, una deuda pendiente, una promesa fundamental que no se ha cumplido. Y la corrupción sigue.
La justicia también es una asignatura pendiente. Debemos rescatar la justicia como un valor universal, que no depende de la ideología ni de la inclinación política.
Supone la humildad para aplicarla en la propia persona y en los ciudadanos de sus hordas. También ahí debe llegar su acción purificadora.
En los hechos, la justicia que es el fundamento y el sostén del Estado de derecho no se da sin los otros grandes valores universales: la verdad, el amor metapolítico.
Para quien tiene el precioso soporte de la fe, hay otro apoyo imprescindible: Dios que es roca inconmovible, absolutamente justo, que define y aclara el bien y el mal. Él es el juez supremo. Mandó a su hijo unigénito a la tierra para traer la justicia y el derecho.
El Mesías enviado luchó con todo contra la corrupción, se entregó a la muerte. En su resurrección alboreó el mundo nuevo de lo alto, de la justicia y la paz. El hará triunfar la justicia.
Todo mortal comparecerá ante él y se le hará justicia con equidad.
En el mundo, los hombres se ríen de la justicia humana, de Dios nadie se ríe.
Con todo y eso, Dios es misericordia y fidelidad, Dios es amor.
En este mar de corrupción, de tinieblas, de ideas encontradas y disparatadas, la persona debe vencer el vendaval, redimirse, ser grande para salvarse con su mundo. Debe ser una persona madura, reflexiva, grande, moverse por los grandes principios que percibe toda persona pensante. Debe ser capaz de usar su libertad dignamente, sabiamente.