¿Quién fue Fray Antonio de San Miguel?
Fue obispo de Michoacán; durante su periodo enfrentó la crisis agrícola, conocida como “el hambre gorda” (1785-1786); la resolvió aportando los recursos para la construcción del emblemático Acueducto de Morelia y la remodelación de la Calzada de San Diego
Morelia, Michoacán, 18 de junio de 2020.- ¿Quién sí fue Fray Antonio de San Miguel? ¿Por qué pretenden desvirtuarlo los mal llamados movimientos «indigenistas»?
Sin Fray Antonio de San Miguel hoy no podríamos disfrutar del emblemático Acueducto de Morelia y la Calzada de San Diego en la colonial y turística ciudad de Morelia.
Para aquellos ingenuos que desconocen la historia y se dejan manipular para protagonizar actos de vandalismo sin sentido, aquí está la siguiente información:
Francisco Antonio de San Miguel Iglesias Cajiga, nació en Revilla, Cantabria el 27 de agosto de 1724 y murió en Valladolid (hoy Morelia), el 18 de junio de 1804.
Fue un monje jerónimo que llegó a ser obispo de Comayagua en la Capitanía General de Guatemala, territorio actual de Honduras, y obispo de Michoacán en la Nueva España, territorio actual de México.
Quedó huérfano durante su juventud, ingresó al monasterio Santa Catalina de Monte Corbán de la Orden de San Jerónimo en donde realizó sus estudios y juró sus votos monásticos. Impartió clases en los colegios de Ávila, Sigüenza y Salamanca. Fue prior del monasterio y visitador de la Orden.
Obispo de Comayagua
Fray Antonio de San Miguel fue propuesto por Carlos III para obispo en la Diócesis de Comayagua en 1776. Tomó posesión de la prelatura en 1777.
Durante su gestión se presentó una hambruna en la zona, apoyó a la población mediante la coordinación de traslado de maíz a las comunidades afectadas.
Obispo de Michoacán
El 15 de diciembre de 1783, Fray Antonio de San Miguel fue elegido obispo para la Diócesis de Michoacán y se instaló en esta mitra el 25 de junio de 1784.
Durante su gestión ocurrió la crisis agrícola de 1785-1786, una sequía que derivó en una hambruna que fue conocida como el «hambre gorda».
La gente, sobre todo de los sectores más desfavorecidos padecía por la falta de agua, alimentos y trabajo.
Con la experiencia adquirida en Comayagua, Fray Antonio de San Miguel ayudó a los diocesanos.
Fue él, quien mediante un edicto promulgado el 21 de octubre de ese 1785, proporcionó el dinero necesario para comenzar esta obra, que tendría como uno de sus principales objetivos, el de proporcionar trabajo entre los habitantes y llevar el agua a la ciudad, a fin de acabar con el problema de su desabasto entre la población y superar la crisis.
De manera paralela, el obispo de Michoacán impulsó el desarrollo agrícola entre la población más necesitada, implementando métodos de labranza y fertilización con la ayuda de José Pérez Calama y Manuel Abad y Queipo.
La famosa Calzada de San Diego, paso diario de cientos de estudiantes y epicentro de la celebración de las fiestas guadalupanas en Morelia, lleva oficialmente el nombre de Calzada de Fray Antonio de San Miguel, ya que gracias a él tiene su aspecto actual.
Dicha rúa fue construida en 1732 por el obispo Juan José Escalona y Calatayud para guiar a los peregrinos hacia el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, también conocido como Templo de San Diego.
Originalmente tenía 12 capillas a los lados, así como pasamanos de cantera.
Sin embargo, Fray Antonio de San Miguel le hizo modificaciones, de manera paralela al Acueducto, con la intención de darle trabajo a la gente pobre y al mismo tiempo otorgarle su actual esplendor.
Así, en 1786 se le cambio el piso, se sembraron fresnos y se hicieron doce bancas de cantera.
Fray Antonio de San Miguel fue muy querido y respetado en la entonces ciudad de Valladolid por sus obras de infraestructura que mejoraron la calidad de vida de toda la población, así como por sus obras de beneficencia.
De ahí que la afamada calzada haya sido renombrada en su honor y que en Morelia existan una colonia, un monumento y hasta centros escolares que honran su memoria.