Toque de Nano Sabiduría: El tremendo huracán de fuego
Hay huracanes que ponen en llamas nuestras vidas, uno el implacable incendio que consume incontables años de vida.
Morelia, Michoacán, 02 de abril de 2024.- Vista panorámica
México se ha convertido en un país de huracanes. Hay muchos huracanes que azotan nuestra existencia en un país que era rico, con un sabroso clima en lo físico y en lo sociopolítico.
Piensen en el huracán de la propaganda política y comercial que satura nuestra vida hasta la confusión y el hartazgo.
Piensen en los vientos de odio que salen de los altos lugares de México, de poderosas antenas, y transmisores que permean el cielo nacional y penetran hasta lo hondo de las casas y de las personas.
Piensen en las sequías y los calores que alcanzan récords que no conocíamos, que crean pastos de fuego para incendiar nuestros montes y nuestros campos.
Hay que añadir muchos hermanos perversos, inconscientes y responsables que arrojan briznas de fuego que se convierten en olas gigantes, invencibles. Y los intereses mezquinos y egoístas de quienes son adictos al dinero. Son criminales que sacrifican bienes inmensos, irreparables con tal de ganar unos pesos.
Huracán de propaganda de discursos y promesas de quienes quieren el poder, todo el poder, sin pensar en soltarlo.
Huracán de llantos, inseguridad sangre derramada y luto, de vientos de violencia olorosos a sangre, con una gran sombra de la muerte blandiendo su guadaña, asesinando.
Estos huracanes más crueles que el Oti dejan devastación y daños difíciles o imposibles de reparar. La devastación del Oti en Acapulco y Guerrero es mínima en reducida y ligera en comparación con los de flagelos que nos pegan y nos preocupan.
Los montes, antes deforestados por los aguacateros y el descuido de los rancheros, ahora quemados se explican por la presencia de una población carente de virtudes, ideales, de responsabilidad y de impulsos para sacrificarse y entregarse en favor de todos. Se necesitan mexicanos abnegados y heroicos que vivan intensamente para cambiar la suerte de los mexicanos en un país de campos y montes lozanos, gracias y prósperos.
El repartir el dinero sin ton ni son desmoviliza a los mexicanos y los hace pasivos, indiferentes, atenidos a la acción asistencialista de un estado que no invita a trabajar y a dar lo mejor de sí mismo. Mientras tanto el reino vegetal y los bosques languidecen entre el humo y el descuido.
La luz de Dios
El mexicano más humilde es guardián de México, defensor de su conservación, guardabosques, luchador ecológico. Tenemos que ser sabios, estar atentos a los grandes problemas y listos para luchar por la salvaguarda del país batiéndose contra los grandes flagelos, crímenes y descuidos de los grandes y de todos.
El primer responsable del país y el primer interesado es cada ciudadano. No podemos esperar que nos convoque un gobierno que hace la gestión sin el pueblo, que defiende intereses personales y de sus afines y olvida tranquilamente el Bien Común.
Cada mexicano es el destinatario de toda la gestión política y social. Cada mexicano es el señor, el soberano a quien deben servir los gobernantes de todos los niveles. En democracia el señor es cada ciudadano, los funcionarios de todas las instancias del gobierno son servidores públicos. El presidente es el primer mandatario, el que hace los mandados
Saint Exupéry autor del El Principito escribe en su libro Tierra de Hombres: “cada ciudadano es centinela del reino”.
Los responsables de prevenir los incendios, de detectarlos desde el primer momento y de jugarse la vida en apagarlos somos todos los mexicanos, el monte es nuestro, los bosques toda la tierra, todos disfrutamos de su oxígeno y de las lluvias que atraen pinos y encinos.
Necesitamos darlo todo para prevenir y apagar los incendios: reportarlos, aportar el tiempo y la entrega, el sacrificio para enfrentar las llamas y salvar los árboles Y todo ser viviente.
En un incendio, las llamas consumen toda la vida. Es muy doloroso detallar todas las vidas vegetales perdidas: las semillas caídas en la tierra, los arbolitos que empiezan a brotar, arbolitos de todos tamaños en pleno crecimiento, futuro del bosque. Todo es consumido por el fuego y se pierden riquezas del presente y del futuro. No son sólo la hojarasca y los palos secos los que son sacrificados hay toda una vida vegetal que hará falta también en la vida humana.
¿Qué es más importante salvar los montes del incendio o pasear en las campañas político electorales para conservar el poder o arrebatarlo a otros hermanos del mismo país? Hay una inversión de valores.
Hay una inversión de valores: se pone por encima del poder y los intereses de algunos individuos y sus grupos. Eso es secundario y debe orientarse a los grandes problemas de la vida nacional y las riquezas magníficas en México de toda vida, la vegetal y humana y de todas las criaturas vivientes, que tienen alma.
Ver un monte devastado por el incendio es muy triste y lo más doloroso es toda la riqueza nuestra que se esfuma en el fuego.