Toque de Nano Sabiduría: Pascua, tras el más grande bien
Pascua, el acontecimiento más importante, nos abre el tesoro escondido, el bien más grande que colma nuestra búsqueda
Morelia, Michoacán, 26 de marzo de 2024.- Vista panorámica
Hay negocios magníficos que nos hacen muy ricos que nos hacen hombres de negocios muy exitosos, ricos.
Sin embargo, los negocios sobre la tierra están infectados de gusanos y podredumbre, siempre dejan un vacío por limitaciones.
En muchos negocios tenemos la experiencia del fracaso. Los negocios más brillantes dejan algo de insatisfacción. Prometieron todo y no cumplen sus promesas. Nos queda un vacío. Por otra parte, el precio es a veces demasiado elevado y el destino se venga pasando graves facturas: familias perdidas porque el dinero pervierte, después del grave esfuerzo vienen enfermedades, infartos, muerte.. El dinero llevan al desenfreno, infidelidades que traen adicciones, desenfreno, desquiciamiento de la familia.
Por otro lado, enfrentamos situaciones horribles imposibles que nos quitan la paz. Si vemos la situación a fondo nos causa horror pánico, hemos caído de fracaso en fracaso y sufrimos por descuido de muertes absurdas y enfermedades invencibles porque no hay atención médica ni medicamentos para los pobres.
Estamos en un terrible desamparo en que se asesina todos los días, se secuestra, el mal es insoportable y universal y nadie atiende al problema. ¿Qué pasa?
En todo vamos en picada, en educación hemos perdido tanto tiempo y bajado tanto en calidad. Los mexicanos sabios ven la situación y sienten la frustración, el desánimo la desesperanza. Todo está desolado y se pretende resolver todo con un discurso dogmático, con retórica, se niega la realidad y se le da vuelta y se pierden tanto tiempo y personas que se prostituyen en los cárteles.
No hay de donde agarrarse y somos vencidos por la calamidad y perdemos la esperanza.
Son tantos fracasos. Las contingencias se llevan todo, nos dejan desamparados sin nadie que nos reconforte.
¿Son conscientes de esta situación tantos mexicanos que, despreocupados de todo, emprenden la graciosa una palabra o huida y se evade en las vacaciones, que no urgen, en los placeres instintivos, la diversión y hasta la perversión en los excesos de las pasiones instintivas, sin responsabilidad sin guardar un código de ética, sin respetar la dignidad de la persona.
Los sufrimientos son incontables y no encuentran una solución ni respuesta a las exigencias de los pobres. Se nos agotan los ánimos y no encontramos el sentido de vivir.
Vivimos una crisis muy profunda, furiosa, de sangre y muerte. Morimos cada día y ¿quién protege al pobre. Los criminales se imponen, los inocentes mueren.
La luz de Dios
En esta debacle y terror de muerte, ¿quién podrá ayudarnos? Exclamaban no me acuerdo quien. ¿Cómo podremos navegar en esta tormenta de sangre y tinieblas? ¿Podemos dominar las fuerzas del viento y enderezar el rumbo hacia un mar sereno? ¿Podemos dominar el oleaje de la muerte y navegar hacia mares tranquilos. Si.
La Semana Santa nos ofrece el camino y el lugar tranquilo. Es la presencia de Cristo en medio de la comunidad creyente que nos tranquiliza: “no tengan miedo, yo he vencido al mundo”.
Se necesita fe para tener una visión a fondo y completa de la realidad, para romper la prisión de la materia y de la vida mundana, a ras de la tierra. Hay que mirar la realidad más allá de la materia, del espacio y del tiempo. Es el dominio de la fe cristiana.
La fe abre espacios, la otra esfera de la realidad total. Los purépechas eran y son sensibles a este espacio más allá de lo material, de ahí su religiosidad poderosa que se manifiesta en sus ofrendas y en sus fiestas.
Hay que ir más allá de la soberbia intelectual de los liberales que niegan la trascendencia. El hombre es capaz de de detectar en la creación la presencia de Dios, de sentir su huella que hacía exclamar a San Agustín: «nos hiciste, Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
La fe nos hace descubrir las expresiones de esa huella. Llevamos un deseo de plenitud y de vida inmortal que no puedes ser vano, que tendrán su cumplimiento en la presencia de Dios en el tiempo fijado por el.
Los creyentes, por su fe, entran en esa dimensión nueva. Es indispensable vivir un encuentro con Cristo resucitado. La fe es marchar con Cristo, aunque no lo reconozcas como los discípulos en las apariciones.
La fe es caminar juntos con Cristo, enfrentar la corrupción en los poderosos, las injusticias y muertes en el valle de tanta maldad y perversión del hombre pecador y criminal, en la más nauseabunda descomposición social.
Hay que enfrentar a quienes nos humillan, engañan, oprimen, si es necesario través de la muerte, como Cristo que sufre todas las injusticias y tormentos y derramó su sangre hasta la última gota para vencer el pecado del mundo.
El Padre no abandonó a su Hijo a la muerte. Hizo que aquel cadáver sucio y ensangrentado, despedazado resucitara y apareciera glorioso a sus discípulos. La resurrección es un hecho que vivimos en la fe y que la historia comprueba.
Necesitamos vivir el encuentro con Cristo resucitado y entrar en el mundo nuevo sin corrupción y sin muerte.