¿Verdad o mentira?: El aguacate
El aguacate: el “oro verde” que provoca peligrosos catástrofes ambientales
Morelia, Michoacán, 07 de julio de 2020.- Hasta hace dos décadas los compradores de Estados Unidos no tenían acceso al aguacate mexicano. El gobierno norteamericano mantuvo la prohibición de las importaciones durante 87 años, ya que las consideraba un riesgo para su agricultura. En la administración del gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí, en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Jaime Rodríguez López y Francisco Labastida Ochoa en la SAGARPA, tras cabildeos y reuniones ejecutivas en el ministerio de agricultura, legisladores, productores de aguacate en california y empresarios del vecino país del norte, en 1997 se confirmó que Michoacán estaba libre de los efectos del gusano del hueso y cualquier otra plagas, por lo cual dio inicio la exportación masiva del aguacate.
Las exportaciones se beneficiaron en gran medida por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); en 2005 el aguacate mexicano ya estaba en todos los supermercados de los Estados Unidos, país que constituye el mercado más importante del planeta en cuanto a fruta. El consumo en este país se ha duplicado en tan sólo diez años. «Avocados from Mexico» (Aguacates de México) fue la primera marca del sector agrícola que pagó un anuncio en televisión en la Super Bowl.
México produce más aguacate que cualquier otro país del mundo, pero el “oro verde”, como se le conoce, se consume principalmente en América del Norte, Europa y Asia. Cada año se consumen millones de kilos de aguacate en todo el mundo. Cada seis minutos, un camión cargado con aguacates salía del estado de Michoacán para exportar la fruta al país del norte, con miras a la fecha más importante del año para los productores de aguacate: al Super Bowl, que registra el 7% del consumo anual de aguacate en tan solo un día.
Ha sido tal el éxito de la frutilla, que a partir de ello, violentando toda norma y con la indolencia de las autoridades estatal y federal del ramo, por la ambición desmedida de los productores y otros que han ingresado como tales, aumentó considerablemente el establecimiento de huertas en todo lo ancho y largo de la entidad. La producción intensiva en el estado de Michoacán (México) ha generado un perjuicio ambiental en diversos frentes. La cadena de suministro del aguacate necesita desesperadamente una normativa y un control a escala internacional. Si bien es cierto que el aguacate es una fruta nutritiva, con diferentes propiedades y para usos varios. Pero detrás de todo esto se esconde una dura realidad: La producción de aguacate genera unos costes ambientales enormes que probablemente no se conozca.
Michoacán produce ocho de cada diez aguacates de México y cinco de cada diez aguacates de la producción mundial. El cultivo del aguacate en el estado tiene una superficie de poco más de 155 mil hectáreas; su economía regional depende en gran medida de un producto con un valor de mercado en torno a los 2 mil 500 millones de dólares anuales.
A pesar de esta creación masiva de valor y éxito, la producción extensiva de aguacate conlleva unos costos y perjuicios ambientales sustanciales e irrecuperables. La enorme y desproporcionada demanda de esta fruta está generando un efecto sobre el cambio climático. Se han destruido paisajes forestales con una diversa vida silvestre para producir aguacate, y muchas otras tierras se han plagado y quemado intencionadamente para permitir una recalificación de tierras en favor de la agricultura comercial en lugar de los bosques, si se perdían a raíz del incendio.
Normalmente se cortan arbustos y árboles viejos para que los aguacateros reciban más luz solar, lo que contribuye a la deforestación y, en consecuencia, al calentamiento global y al cambio climático. Actualmente la zona de producción de Michoacán ha experimentado un aumento de las temperaturas y de los aguaceros impredecibles. Los estudios del Campus Morelia de la Universidad Autónoma Nacional de México detectaron una nueva tendencia en el estado al aumento de la sequía y las temperaturas, con una intensidad menor de las estaciones frías, necesarias para mantener el equilibrio ambiental, y una ampliación de las estaciones cálidas extremas, con un aumento de las cifras irregulares de lluvias y ciclones más intensos. La pérdida de cubierta forestal y otros cambios climáticos implica un descenso de la tasa de llegada de la mariposa monarca a Michoacán.
Diariamente se utilizan en torno a nueve mil 500 millones de litros de agua para producir aguacates – el equivalente a tres mil 800 albercas olímpicas, lo que exige una extracción masiva de agua de los acuíferos de Michoacán. La excesiva extracción de agua de estos acuíferos está teniendo consecuencias imprevistas, como que se están produciendo pequeños terremotos. En el año 2018 del 5 de enero al 15 de febrero se registraron tres mil 247 movimientos sísmicos en el municipio de Uruapan y los alrededores, la zona de producción de aguacate más importante del mundo. Según las autoridades locales, la extracción de agua asociada al aguacate ha abierto grutas subterráneas que podrían ser las causantes de estos movimientos.
Una hectárea de aguacate con 156 árboles consume incontables veces más que un bosque con 677 árboles por hectárea. Dado que sus raíces son bastante horizontales, cuando se riegan los aguacateros, el flujo a través de la infiltración preferente es menor, lo que dificulta que el agua se filtre al subsuelo; 14 veces menos en comparación con el pino. La producción intensiva de aguacate ha generado una pérdida de biodiversidad, condiciones meteorológicas extremas y una degradación extensiva del suelo; y está a punto de provocar una catástrofe ambiental provocada íntegramente por el hombre. México también debe aplicar sus leyes para impedir y castigar la quema de tierras forestales para la producción de aguacate. Si no habrá disturbios masivos por adquirir el vital líquido. Tiempo al tiempo.