Vivir fuera del presupuesto (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
Cualquier persona medianamente informada se dio cuenta que en las pasadas elecciones cinco de los seis candidatos de MORENA cuentan con un largo pasado como militantes del PRI
Morelia, Michoacán, 14 de junio de 2022.- Cualquier persona medianamente informada se dio cuenta que en las pasadas elecciones cinco de los seis candidatos de MORENA cuentan con un largo pasado como militantes del PRI y que su cambio a MORENA se dio previo paso por algún otro partido. Eso aquí en México tiene un nombre bastante descriptivo, “chapulines”, por su capacidad para brincar de un sitio a otro sin mayores problemas. ¿Principios, convicciones y congruencia? ¿Fidelidad a los compromisos pactados? Eso en política no aplica, solo el pragmatismo más duro y elemental.
En las épocas doradas del PRI de los años 50 a los 80 el cambiar de partido era algo inusual, entre otras cosas por que en realidad no había más que dos partidos, uno era el PRI, que para fines prácticos equivalía al gobierno (PRI-Gobierno) y el otro era el Partido Acción Nacional (PAN), mismo que sobrevivía más que nada por la la voluntad de sus militantes que incluso no aceptaban el dinero que por ley les tenía que dar Gobernación, ellos se mantenían de sus frecuentes rifas de automóviles. Los otros partidos solo eran poco menos que una caricatura y a nadie de los políticos del PRI o del PAN se le ocurría cambiarse al Partido Popular Socialista (PPS) o al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).
Este chapulineo me recordó la existencia, ya hace buen tiempo, de un político mexicano, César Garizurieta (diputado, magistrado, embajador, asesor presidencial, etc.), apodado «El Tlacuache», el cual acuñó una célebre frase: «Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error». Dentro del cinismo con que fue dicha debemos aceptar que era terriblemente sincera y que retrataba cabalmente a ese tipo de político mexicano ahora vive su mejores tiempos Efectivamente ¿Quien no conoce a uno o varios políticos que hasta la fecha no han «dado golpe» en trabajo alguno?, verdaderos «equilibristas» y camaleones que han sabido brincar de puesto en puesto, de administración en administración y de partido en partido, todo por no trabajar como el común de los mortales tenemos que hacer. Muchos de ellos con título universitario, generalmente abogados, pero también encontramos médicos, ingenieros, economistas y otros diversos títulos. El común denominador es que no ejercen y en muchos casos nunca han ejercido, ni un solo día, la profesión para la cual supuestamente se prepararon. Podemos dar por descontado que su capacidad académica debe andar por los suelos.
Para empeorar lo anterior muchos de ellos muestran, sin rubor alguno, evidentes signos de una gran riqueza, (que inicialmente no tenían) verdaderas fortunas totalmente incompatibles con los sueldos, por buenos que sean, que han recibido en los años que han desempeñado cargos públicos. Residencias ostentosas, ranchos enormes, grandes colecciones de automóviles, un tren de vida de ellos y sus familiares que de ninguna manera corresponde al sueldo que reciben, y lo más ofensivo, después de salir de su puesto la mayoría no vuelven a dar golpe en negocio alguno, viven holgadamente con lo que obtuvieron en su paso por la administración pública.
Lo anterior es solo una de las muchas causas por las cuales el mexicano promedio tiene poca confianza en sus políticos; habitualmente asociamos Política igual a Corrupción. Pocos ejemplos tenemos de políticos de tiempo completo con una imagen de honestidad, en este momento solo recuerdo al Ing. Heberto Castillo y a Don Gilberto Rincón Gallardo y en un pasado algo más remoto al Ex Presidente Ruiz Cortines, que si bien no murió pobre si mantuvo un tren de vida bastante modesto, igual que su herencia.
En la llamada 4T el chapulineo ha tomado carta de naturalización, y nadie se preocupa por ocultarlo, y por lo que veo tampoco a nadie le preocupa. El mexicano promedio no se singulariza por su interés en investigar el pasado, sucio, turbio o muy turbio, de los candidatos que aparecen en la boleta. El mexicano se concreta ya no a votar por los colores, como fue en los sexenios pasados, ahora vota por resentimientos mal canalizados o por beneficios monetarios concretos. La vieja receta de la torta y el refresco ha evolucionado a la compra del voto disfrazado de “ayudas” con el nombre que sea, ayudas que por cierto pueden intentar condicionar al resultado de la elección.
Como podemos ver, nada nuevo tenemos en política, sigue la compra de votos y si acaso hay algo nuevo es el extremo cinismo con que se comportan los integrantes de la 4T.
¿Algún día veremos algo de honestidad, congruencia y respeto a la ley? Personalmente considero que no en esta generación.
Y como dijo el que manda en Palacio: “No me vengan con que la ley es la ley”.