Y se hizo la luz: El gran apagón europeo
De todos mis escritos, este ha sido para mí el más fácil de redactar, porque pude vivir y ser parte de la nota, de lo acontecido debido a que vivo en uno de esos dos países, en Portugal

Coimbra, Portugal, 02 de mayo de 2025.- Necesaria para el funcionamiento de la industria, para la preservación de nuestros alimentos, base esencial de nuestra comunicación actual y también, para cosas más banales como cargar nuestros teléfonos y poder escribir como lo hago ahora yo, en mi ordenador. Todo lo anterior y más, precisa de la energía para poder ser realizado, esa energía se ha convertido en parte de nuestro día a día, de nuestra cultura y sociedad y es difícil imaginarnos sin ella, al menos en el llamado mundo occidental. Pero esta semana algunas partes de Europa se quedaron sin energía, hablando más específicamente de los países de la Península Ibérica, España y Portugal.
De todos mis escritos, este ha sido para mí el más fácil de redactar, porque pude vivir y ser parte de la nota, de lo acontecido debido a que vivo en uno de esos dos países, en Portugal. Lunes, el primer día de la semana comenzó como de costumbre, todos preparándose para ir a laborar y ya estando en el trabajo alrededor de las 11:30 de la mañana el internet se habían ido, primero pensamos que era un caso aislado, después otro móvil sin internet y después otro más, ya éramos todos. A los pocos minutos pude comunicarme con mi pareja, ella tampoco tenía internet e incluso me informó que se había dado cuenta que en España sucedía lo mismo; las cosas siguieron relativamente normales, sin embargo llegada las 2 ahora también las comunicaciones habían dejado de funcionar. Estábamos incomunicados, sin mensajes, llamadas o internet; ahí comenzó poco a poco la preocupación, se hablaba de los problemas que habría en las calles por los semáforos, se hablaba de la comida que se echaría a perder en nuestras casas y en los supermercados, ¡qué frágiles somos! Dependientes completos de la energía. Complementando lo que se decía y como era obvio, no pudo faltar el rumor más grande, se hablaba de la guerra. El chisme convertido en noticia se propagó rápido. «¡Fue Putin!», decían todos.
Unos minutos después, el nuevo tema de conversación era cuántas latas de atún, bacalao y comida en conserva comprarías. Yo comentaba que se tranquilizaran, que la energía pronto volvería, pero pocos escucharon. Una vez que llegué a casa y después de subir 9 pisos porque el elevador estaba inhabilitado sin energía, pude descansar del caos. 15 Minutos después la luz llegó y todos en las calles aplaudieron.
Cuento esto más como una pequeña crónica o diario personal, sin embargo creo que podemos analizar dos cosas de suma importancia, la primera es, yo no comprendía el nivel de preocupación de los europeos, sentía exageración en ellos, hasta que un portugués de considerable edad me dijo que jamás se habían quedado tanto tiempo sin energía, fueron 8 horas sin luz, para nosotros eso es normal en Latinoamérica, empero, ese era el tema, la normalización de nuestras falacias en nuestra sociedad latinoamericana no debe de impedirnos ver la realidad de cómo deberíamos vivir. Ellos se asustaron porque no era normal nuestra normalidad.
La segunda reflexión fue saber que independientemente del país en el que estamos, nos hemos hecho dependientes de la energía, sabemos que es nuestro contexto actual, que ahora funcionamos así, sin embargo, deberíamos recordar, que alguna vez no tuvimos esa energía y que pudimos avanzar sin ella hasta que apareció, hasta que llegó la luz.