Editoriales

Aquella noche triste / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Cada vez que se aproxima el 15 de septiembre en Morelia regresan los recuerdos brutales de un acto infame, aquel atentado terrorista como epílogo del grito de independencia en el corazón de la antigua Valladolid

Morelia, Michoacán, 13 de septiembre de 2015.- La historia es la lucha del olvido contra la memoria lo dijo Milan Kundera, a través de los tiempos se perpetraron actos que han quedado en el registro de los infortunios, cada vez que se aproxima el 15 de septiembre en Morelia regresan los recuerdos brutales de un acto infame, aquel atentado terrorista como epílogo del grito de independencia en el corazón de la antigua Valladolid.

No se daba crédito ante los acontecimientos de una noche triste, dos granadas habían estallado, la escena escalofriante parecía congelar el movimiento en la plaza Melchor Ocampo frente a Palacio de Gobierno, recién había concluido la ceremonia del grito que encabezó el entonces gobernador Leonel Godoy ese trágico 15 de septiembre de 2008. La delincuencia hizo emerger los efectos del terrorismo, al final prevaleció la impunidad, nadie sabe nadie supo.

Esa noche estaba una multitud que vitoreaba a los próceres de la insurgencia, Morelia se significó como el génesis del movimiento encabezado por don Miguel Hidalgo y costilla, ex rector del Colegio de San Nicolás, la tertulia se cortó de tajo al detonar una granada en la plaza central, unas cuadras al poniente estalló otra de letal impacto. La alarma roja estaba encendida y muchas personas tendidas en la grisácea plancha de cemento lesionadas, la sangre se esparcía.

En el transcurso de la madrugada se oficializaban los datos de las corporaciones socorristas los números fueron escalofriantes: siete muertos y más de 130 heridos aquella noche del 15 de septiembre, un día después se canceló el desfile tradicional pero las alarmas continuaban porque el luto y el horror permanecieron encendidos.

El Centro Histórico de la ciudad estaba tomado por asalto, las tropas militares ocupaban el perímetro, silencio tenso, indignación y condena contra los cobardes homicidas que nadie supo oficialmente quienes fueron. Dos detenciones, los capturados fueron liberados años después, se desconoce la “verdad histórica”.

Han transcurrido siete años de aquella barbarie, la gente afectada aún mantiene secuelas físicas y emocionales, hubo quienes perdieron a familiares y amigos, otros incluso la esperanza.

La gente inocente pagó sin deber el embate de los criminales que perpetraron un acto terrorista, no hay indulgencia posible para los asesinos, el recuerdo está vivo aunque algunos apuesten a la desmemoria y otros lo vean como una mera estadística.

Morelia está de pie pero no se olvida aquella fecha trágica que rompió la sosegada convivencia de una comunidad a manos de seres trastornados que, impunemente, hicieron estallar artefactos mortales con un saldo dantesco.

Esa tragedia ocurrió el 15 de septiembre de 2008, un mes que se ha destacado por reportar tragedias de distinta índole, un día 11 de 1973 fue asesinado el presidente chileno Salvador Allende y con ello la democracia recibió una puñalada a traición, otro día 11 pero de 2001 las Torres Gemelas de Nueva York fueron abatidas por el terrorismo de algunos fanáticos que cegaron vidas inocentes para sembrar el pánico internacional.

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