Editoriales

Au pied de ratón / Gonzalo Gabriel Estrada Cervantes

El autor es licenciado en Derecho, especialista en Derecho Agrario; Maestro en Ciencias en Desarrollo Rural Regional; Maestro en Derecho Ambiental y de la Sostenibilidad; Diplomado en la Unión Europea
El autor es licenciado en Derecho, especialista en Derecho Agrario; Maestro en Ciencias en Desarrollo Rural Regional; Maestro en Derecho Ambiental y de la Sostenibilidad; Diplomado en la Unión Europea

París es mágico y te lleva de sorpresa en sorpresa por donde le veas; las sorpresas en su mayoría gratas tienen sus excepciones como una visita la famoso restaurant Au pie de cochon, ese renombrado lugar que según dice su publicidad no tiene llave pues nunca lo cierran y sus luces jamás se apagan

París, Francia, 05 de agosto de 2014.- Dicen que los viajes ilustran y de eso ni duda cabe. París es mágico y te lleva de sorpresa en sorpresa por donde le veas.

Las sorpresas en su mayoría gratas tienen sus excepciones como una visita la famoso restaurant Au pie de cochon, ese renombrado lugar que según dice su publicidad no tiene llave pues nunca lo cierran y sus luces jamás se apagan.

Este restaurante tiene una exquisita decoración, francesa al fin. Su atención para darte un lugar es inmediata, no así para ordenar un platillo y la bebida. Los precios son medio altos. No tiene el “glamour” con relación a su similar de México en Polanco.

La sorpresa ingrata vendrá después de la larga espera del servicio ya con el pie del cerdo en el plato y un vino blanco de Bordeaux.

Los gritos de las señoras de la mesa contigua son la señal de alarma al mismo tiempo que levantan sus pies del piso. Y no es para menos, van pasando algunos ratones como Perico por su casa por debajo de las mesas de la terraza del restaurant.

Ratatouille en vivo, pensé. Meseros y maître del restaurant miran para otro lado.

Reclamos silenciosos y argumentos de que los ratones han salido del metro y que no son del restaurant, sólo falto decirnos que no tenían parentesco con los de los jardines del Louvre.

Entro en escena y con mi francés, más cacheado que el inglés de Vicente Fox, y no hay marcha atrás del maître que argumenta que no tiene nada que ver el restaurante de México que está bajo un hotel de lujo y que el de París es París.

Ante tantas evidencias y antes de terminar el maitre ordena que la cena que el costo de la cena corre por cuenta de la casa y un dèsolé mutuo pone fin a la cena de una noche que prometía en Au pied de cochon.

Salvo ese episodio y el costo de un vaso de jugo de naranja de 11,80 euros en el café de la Madeleine, es mejor quedarse con el canto del coro en pleno, pecho al descubierto, del Moulìn Rouge: Todo mundo ama a Paris/cada noche / cada día/ todo el tiempo/ ¡ Es Paris! Se cierra el telón, es Paris!

http://www.pieddecochon.com http://www.aupieddecochon.rest/

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