Ayotzinapa, la herida fresca / Teodoro Barajas Rodríguez
Una herida abierta renuente a cicatrizar es la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, no hay sitio para el olvido, la amnesia no se instala para diluir el recuerdo de una canallada tinta en sangre
–
Morelia, Michoacán, 27 de septiembre de 2015.- Una herida abierta renuente a cicatrizar es la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, no hay sitio para el olvido, la amnesia no se instala para diluir el recuerdo de una canallada tinta en sangre.
Ya transcurrió un año de los hechos en Iguala y Cocula, fojas interminables componen las indagatorias, cruce de hipótesis con olor a medias verdades no han faltado. Un ex alcalde y su esposa siguen detenidos, al igual que otros mafiosos, aunque nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió porque se teje y desteje el expediente.
El 26 de septiembre es el día de la indignación, parece que hemos retrocedido en el tiempo porque la epopeya dolorosa como dramática de los 43 desaparecidos nos hace invocar el peso represor de la llamada guerra sucia que enderezó el gobierno federal hace más de 40 años contra todo lo que fuera disidencia; en aquellos tiempos de la década de los setentas hubo brotes de la guerrilla, muchos de los que formaban parte de grupos insurrectos fueron desaparecidos o encarcelados, torturados, eso fue el modus operandi del gobierno a través de las corporaciones policiacas o paramilitares.
Estamos en el siglo XXI, se pensaría que episodios macabros como los mencionados no tendrían espacio en esta era en que se promueven los derechos humanos con sendos tratados internacionales, se globaliza una nueva cultura jurídica, sólo que en nuestro país aún se tienen componentes del llamado México bárbaro.
Diferentes niveles de gobierno concurren en la tragedia de Iguala que se significó por la desaparición de los 43 estudiantes guerrerenses, gobiernos municipales presuntamente coludidos con el crimen organizado, mientras que los encabezados por Ángel Aguirre y Enrique Pera Nieto fueron omisos como lentos, al final todo acabó peor. Nadie sabe establecer exactamente qué contenía el quinto autobús, esa línea no fue abordada por el ex fiscal Jesús Murillo Karam, las hipótesis diversas afloran. El gobierno federal no goza de credibilidad, los vacíos se llenan de cualquier manera, por otra parte brotan aquellos que lucran con una tragedia imperdonable porque de allí obtienen el combustible para un marcado oportunismo político.
Lo único cierto es que la impunidad ha sido un elemento constante.
Los padres de familia de los desaparecidos recién se reunieron con el presidente Peña Nieto sin que haya resultados óptimos, una comisión especial dará seguimiento a los hechos mencionados, los deudos cuestionaron el acercamiento con el mandatario en quien no creen.
El sábado 26 miles de personas se unieron a los padres de familia de los 43 a quienes gritaron “no están solos”. En Chilpancingo la marcha en silencio fue numerosa, la protesta se globalizó en el mundo, por ejemplo en Madrid, Londres, Rhode Island, Lima, París y Nueva York. En el mundo se sabe del crimen que se perpetró en México y que se constituye como una herida fresca que no cicatriza ni deja de sangrar.