Bertrand Russell y la religión, apuntes (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)
Su filosofía sigue vigente. Las siguientes citas nos revelan sus puntos de vista acerca de la religión; pero sobre todo nos muestran el menos común de los sentidos, el «sentido común».
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Reza a tu dios, pero sigue remando hacia la orilla
Proverbio ruso
Morelia, Michoacán, 05 de febrero de 2019.- Sir Bertrand Russell (1872-1970) fue, para quien no lo recuerda, uno de los más grandes filósofos, matemáticos y críticos sociales del siglo XX. Ganador de un Premio Nobel en 1950 “en reconocimiento a sus multifacéticas e importantes obras en las cuales se ha mostrado consistentemente como campeón de la humanidad y de la libertad del pensamiento”. Russel, un filósofo que se declaró agnóstico y seguidor de la ética antes que religioso.
Su filosofía sigue vigente. Las siguientes citas nos revelan sus puntos de vista acerca de la religión; pero sobre todo nos muestran el menos común de los sentidos, el «sentido común».
Opinando sobre Dios.
“Observo que una gran parte de la humanidad no cree en Dios y no sufre castigos visibles en consecuencia. Y si hubiera un Dios, pienso que sería muy improbable que Él tuviera una vanidad tan recelosa como para sentirse ofendido por aquellos que dudan de Su existencia”.
“Si todo debe de tener una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, tanto podría ser el mundo como Dios, de modo que ese argumento no puede tener ninguna validez”.
“La mayoría de las personas cree en Dios porque se les ha enseñado desde la infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno».
“Constantemente recibo cartas de personas que dicen ‘Oh, Dios cuidará de eso’. Pero Él nunca lo ha hecho en el pasado, y no sé por qué piensan que lo hará en el futuro”.
Las Religiones.
“La religión se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos estos siglos”.
La Fe.
“Lo que deseo sostener es que toda fe hace daño. Podemos definir ‘fe’ como la firme creencia en algo de lo que no hay evidencia. Cuando existe evidencia, nadie habla de ‘fe’. No hablamos de tener fe en que dos y dos son cuatro o en que la tierra es redonda. Solo hablamos de fe cuando deseamos sustituir la emoción por la evidencia”.
La Oración.
“No es mediante la oración y la humildad que logras que las cosas se hagan como quieres, sino mediante la adquisición del conocimiento de las leyes naturales. El poder que adquieres de esta forma es mucho mayor y más confiable que el que antes se suponía adquirir por medio de la oración, pues nunca podías saber si tu oración era favorablemente respondida en el Cielo”.
La Felicidad.
Constantemente se me pregunta: ¿Qué puede usted, con su frío racionalismo, ofrecer al que busca la salvación, que sea comparable con la tibia comodidad hogareña del refugio de un credo dogmático? La respuesta a esto tiene muchos aspectos. En primer lugar, yo no digo que pueda ofrecer tanta felicidad como la que pueda obtenerse abdicando de la razón. No digo que pueda ofrecer tanta felicidad como la que se obtiene de la bebida o de las drogas o de amasar grandes riquezas defraudando viudas y huérfanos. No es la felicidad del converso individual la que me importa; es la felicidad de la humanidad. Si deseas genuinamente la felicidad de la humanidad, ciertas formas de felicidad personal innoble quedarán cerradas para ti. Si tu hijo está enfermo, y eres un padre concienzudo, aceptarás los diagnósticos médicos, aunque sean dudosos y desalentadores; si aceptas la alegre opinión de un charlatán y tu hijo muere en consecuencia, no puedes tener como excusa lo agradable de la creencia en el charlatán mientras duró».
Interesantes afirmaciones. Pero el humano necesita creer en algo. Así vive (y muere) más tranquilo.
Alejandro Vázquez Cárdenas