Editoriales

Bullying / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

La violencia en forma de bullying se ha expandido por todos los rumbos, reflejo vivo de una educación deficiente que no se limita a la escuela formal sino con raíces en el forje familiar, cada persona suele manifestar lo que vive en su entorno, el medio, su cotidianidad

Morelia, Michoacán, 25 de mayo de 2014.- La violencia en forma de bullying se ha expandido por todos los rumbos, reflejo vivo de una educación deficiente que no se limita a la escuela formal sino con raíces en el forje familiar, cada persona suele manifestar lo que vive en su entorno, el medio, su cotidianidad.

Ya las noticias frecuentes de casos de bullying son aterradoras porque cobran víctimas, se ha tratado de asuntos lamentables, más muertos, lamentaciones, un cuadro macabro.

La discriminación por diferentes vías van de la mano de la violencia, por el físico, lenguaje, religión, características étnicas; en la posmodernidad se inscriben manifestaciones retrógradas como estúpidas, aunque Juan Jacobo Rousseau postuló que los seres humanos nacemos libres y buenos, es decir agrega la categoría conocida como bondad originaria, Carlos Marx señaló que el entorno influye o determina la personalidad.

Los profesores tienen una alta responsabilidad en cuanto a la educación y formación de la niñez, máxime que es un periodo temporal en el cual se siembra la futura personalidad como lo apuntaba Freud.

Aunque la carga de responsabilidad no se limita a las escuelas sino en la familia como célula fundacional que constituye el tejido social.

La violencia física, psicológica y de otra índole se ha vivido siempre, sólo que en la actualidad se magnifica lo cual vuelve esos episodios en pesada carga para mermar autoestima, seguridad que en muchos casos concluye en el suicidio.
Niños maltratando a sus pares por hablar diferente, por ser obesos o delgados, por el color de piel, los registros describen actitudes sanguinarias, impensables.

Más allá de planificar otras políticas públicas, introducir cambios pedagógicos o elevar sanciones, todo ello es necesario, es conveniente revisar lo sucedido u omitido desde el hogar por tratarse en muchos casos del génesis preocupante de la maldad.

Nos ha correspondido vivir en una etapa compleja en la cual la violencia se empoderó, las secuelas se aprecian, padecen, son indiscutibles, el desencanto ético es inocultable.

Es deseable que los fenómenos del bullying en las escuelas desaparezcan para tranquilidad de todos, cada vez son más los casos que concluyen con la muerte del agredido, la impunidad prevalece, es tiempo de hacer algo desde el ámbito familiar porque la superación de estos males no se abatirán por decreto, muchas claves radican en las propias familias.

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