Ciudadanos rumbo a ser sociedad civil / Horacio Erik Avilés Martínez
El proceso político-electoral lo es también de selección y contratación de personal para la función pública, por lo que deberíamos como sociedad de centrarnos en ese aspecto, que es mucho más sustantivo que atenernos a la acción de una mano invisible que intervenga en la política resolviendo mágicamente los problemas de todos.
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Morelia, Michoacán, 04 de junio de 2018.- Los anhelos de la sociedad mexicana deben seguir transitando por su ruta de conquista de derechos y garantías. Para lograrlo es necesario, primeramente, desterrar la ilusión de que habrá de arribar al poder un ogro filantrópico que se acuerde espontáneamente de las necesidades de los ciudadanos y las resuelva. Paralelamente, resulta impostergable que olvidemos el sueño de que votando visceralmente habremos de remediar a la nación.
El proceso político-electoral lo es también de selección y contratación de personal para la función pública, por lo que deberíamos como sociedad de centrarnos en ese aspecto, que es mucho más sustantivo que atenernos a la acción de una mano invisible que intervenga en la política resolviendo mágicamente los problemas de todos.
Aún más allá, se encuentra la necesidad imperativa de configurar un horizonte transformador de la realidad que modele las condiciones y a la sociedad del mañana. Es el objetivo trascendente sobre el cual vale la pena ponernos de acuerdo para realizar ejercicios de exigencia hacia los candidatos a puestos de elección popular.
A nivel nacional contamos con ejemplos como el de la Tercera Cumbre Ciudadana que se realizó en días pasados en la Ciudad de México, donde más de 350 organizaciones de la sociedad civil confluyeron para impulsar que las propuestas realizadas por los convocantes fuesen aceptadas por los candidatos a la Presidencia de la República.
En Michoacán existe sociedad civil. Hay centenares de organizaciones que hacen mucho por el desarrollo integral de la entidad y conforman un incipiente entramado de gobernanza. Los vientos electorales suelen ir a favor de que la organización ciudadana dé saltos cualitativos. La sociedad civil es tan grande como los ciudadanos actuamos por el bien común más allá de protagonismos, de ideologías y de conflictos de intereses. Hoy en Michoacán, en el contexto electoral, aún no se han logrado ejercicios de consenso como el de la Tercera Cumbre Ciudadana, estando a menos de cuatro semanas de concluir las campañas políticas.
En cambio, se han hecho decenas de ejercicios aislados de consulta y propuesta con los candidatos en cámaras, colegios de profesionistas, asociaciones civiles y escuelas. Tal pareciera que no se ha logrado el nivel de diálogo de altura propositivo y constructivo entre los propios ciudadanos organizados. Ello debe llevarnos a hacer autocrítica como habitantes de Michoacán respecto a cuál ha sido nuestro papel como sujetos históricos en la transformación de nuestro ámbito de influencia y considerar que vale la pena mostrar que somos superiores en cantidad y calidad respecto a la clase política. Por ello, no debemos ser quienes pretendamos arrogarnos con protagonismo la dudosa virtud de la aglutinación, ni mucho menos comparsas, testigos de piedra ni validadores del discurso de candidato político alguno, sino que, por el contrario, debemos anticiparnos y definir desde la ciudadanía la agenda pública.
Hacer sociedad civil en Michoacán no es fácil. Obstáculos hay muchos, desde la propia falta de formación ciudadana, las limitaciones de recursos, las descalificaciones mutuas y la falta de ponderación del enorme valor que tiene la acción colectiva en momentos como el actual. Lograr superar los conflictos de intereses y la sensación de poseer la verdad absoluta o cuestionar la legitimidad de organizaciones hermanas resultan pasos inmediatos a dar para hacer un bloque común contra la perpetuación del statu quo en una entidad en la cual suceden hechos infamantes, como el que tres de cada cinco michoacanos vivan aún en pobreza y que el promedio de nuestra población mayor de 15 años se encuentra en situación de rezago educativo, habiendo apenas concluido el primer grado de secundaria. Bien valen la pena estas causas, entre muchas más, para recordarnos que hay intereses superiores para participar y movilizarnos en torno a los michoacanos.
Fijar las reglas de la participación social, de inicio es un oxímoron, ya que los derechos de asociación y expresión son inalienables, por lo que buscar tamizarlos implicaría actuar como cadenero de un centro nocturno. Sin embargo, deberíamos de participar todos de manera más franca e incluyente. No existen ciudadanos químicamente puros, pero sí deben existir intereses declarados por parte de todos, para actuar con las cartas sobre la mesa, incidiendo legítimamente cuando sea debido o para excusarse caballerosamente cuando no sea ético opinar o actuar. Ante esas visiones del ayer, ya es tiempo de transitar de ser ciudadanos aislados o miembros de lobbies a conformar sociedad civil organizada y articulada.
Sin embargo, mientras los dilemas y resquemores de quienes conforman la sociedad civil suceden, la coyuntura política se apodera, expedita e implacable, de la agenda pública. Una buena acción inmediata de parte de la ciudadanía organizada sería promover que los temas trascendentes regresen a ser el objeto principal de nuestra discusión pública y sirvan para tomar decisiones respecto al rumbo de nuestra entidad federativa. Por ejemplo, existe la enorme urgencia de recuperar la atención en el debate educativo, merecemos escuchar propuestas argumentadas y verdaderamente comprometidas con el derecho a aprender de los michoacanos, para poder votar a conciencia el próximo primero de julio. Por ello y mucho más vale la pena que sigamos por la ruta de conformar una sociedad civil fuerte por encima de partidos e intereses.
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