Editoriales

Democracia en crisis / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Las elecciones del próximo año parece que serán las de mayor alto riesgo, seguramente se padecerá una guerra sin cuartel, quienes pierden más son los ciudadanos de a pie, los mismos que no tienen vínculos de pertenencia con los partidos políticos sumidos en una evidente crisis que han dejado de lado a la ideología, los valores y principios

Morelia, Michoacán, 11 de junio de 2017.- La elección del domingo anterior nos deja muchas reflexiones y más interpretaciones, no se ha desterrado la cultura del agandalle, de los abusos y manipulación de programas sociales para sacar provechos que se traduzcan en votos. La demagogia sigue intacta, promesas huecas de todos, como si la salvación de México pudiera estar en un partido o un caudillo, las mismas prácticas aberrantes además de órganos electorales que se equivocan una y otra vez.

No imagino la crisis que pudiera generarse en los comicios del próximo año si los órganos electorales mantienen la  misma tónica de Coahuila o el Estado de México, seguramente habría problemas mayores. Nuestra democracia continúa onerosa, algunos argumentan que dichos costos son los de la desconfianza, aunque ello no justifica los altos salarios para la burocracia electoral y menos aún lo destinado a los partidos políticos.

Sería aventurado decir quién ganará la elección a la presidencia de la república porque la política no es ciencia exacta, todo puede suceder y nuestro país tiene mucho de surrealista; lo que si puede desprenderse de la jornada electoral concluida es el gran desencanto en millones de ciudadanos que decidieron no sufragar porque la partidocracia les hartó.

Se pensó que una válvula de escape que incidiera para evitar el secuestro de la participación política lo serían las candidaturas independientes sólo que se ha probado que no son panacea y que algunos independientes no aportan al debate como lo ha ejemplificado Layín, un típico representante del cinismo, aunque obtuvo más de cincuenta mil votos. Alguien diría son los riesgos de la democracia.

En muchos casos el debate se nubló prematuramente porque casi es inexistente, se ha suplantado con insultos, pleitos, descalificaciones. En suma, un debate estercolero que no eleva el nivel de cultura política.

Las elecciones del próximo año parece que serán las de mayor alto riesgo, seguramente se padecerá una guerra sin cuartel, quienes pierden más son los ciudadanos de a pie, los mismos que no tienen vínculos de pertenencia con los partidos políticos sumidos en una evidente crisis que han dejado de lado a la ideología, los valores y principios. Una partidocracia patológica.

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