Después del sismo (Por: Teodoro Barajas Rodríguez)
La solidaridad mexicana no se abatió, el vigor y alcance no deja de sorprender entre tantas circunstancias adversas, se ha calibrado el ánimo invicto por ayudar; de nueva cuenta otro sismo sacudió al país con todas las secuelas que ello implica, muerte, destrucción y zozobra
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Morelia, Michoacán, 24 de septiembre de 2017.- La solidaridad mexicana no se abatió, el vigor y alcance no deja de sorprender entre tantas circunstancias adversas, se ha calibrado el ánimo invicto por ayudar. De nueva cuenta otro sismo sacudió al país con todas las secuelas que ello implica, muerte, destrucción y zozobra; ante semejante cuadro destaca el aporte de miles de rescatistas, voluntarios nacionales y extranjeros en el afán humano filantrópico.
No faltan los que especulan ante la tragedia, ni aquellos que ven en un trance amargo la oportunidad de buscar un posicionamiento mediático para vender la imagen de ser sensibles aunque su mira está puesta en el terreno electoral. La mezquindad tampoco se ha extinguido.
El 19 de septiembre se recordaba aquel trágico sismo de 1985 que se dejó sentir de manera brutal para sacudir los cimientos de miles de construcciones, aunque también motivó una oleada gigantesca de solidaridad, en aquellos tiempos el gobierno federal se pasmó, parecía ausente al carecer de protocolos y los vacíos terminaron por llenarse a través de la sociedad civil porque la emergencia adquirió dimensiones insospechadas.
Unos días previos al 19 de septiembre del año en curso otro terremoto había provocado estragos evidentes en Chiapas, Oaxaca y Tabasco; de nueva cuenta se padeció el evento que aunque haya alertas no deja de tomarnos desprevenidos.
Se ha logrado avanzar en materia de protocolos de protección civil aunque aún con ello se rebasa la capacidad de respuesta. En el estado de Morelos los daños han sido cuantiosos, pérdidas humanas, daños materiales y un gobernador inepto con mayúscula sombra de mediocridad.
La rebatinga de los partidos políticos no se podía demorar, ante la presión ciudadana ahora todos hablan de renunciar a recursos económicos para que éstos sean transferidos para apoyar a los damnificados, creo que es un asunto de elemental justicia, independientemente del sismo y las consecuencias del mismo los presupuestos para las organizaciones partidarias son onerosos e inútiles porque nuestra democracia es frágil, el debate ausente. La diatriba les distingue.
La solidaridad también llegó de otros países como Japón, Honduras, Israel, Venezuela, entre otros, al final el dolor y la tragedia suelen cambiar de dueños porque el infortunio suele mudar de domicilio con frecuencia. Las estampas más elocuentes son las de mucha gente que apoya sin buscar recompensas, no se toman la foto, muchos compartieron lo poco que tienen por ello apuntamos que la solidaridad no ha sido derrocada.
Me quedo con el mejor rostro que ha mostrado nuestro país al momento de una tragedia, falta mucho por hacer pero el pueblo mexicano tiene un gran corazón.