Diálogo: De frente a los grandes problemas de México
Las Iglesias de Cristo que peregrinan en Michoacán asumen y buscan enfrentar los grandes problemas de México: pobreza, violencia en tiempo electoral.
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Morelia, Michoacán, 19 de enero de 2018.- Las comisiones se pastoral de las cinco diócesis michoacanas se reunieron para analizar la realidad del pueblo de Dios, de las multitudes de pobres.
En la coyuntura de las campañas políticas, estudian la realidad de los fieles de Cristo: panorama doloroso y conflictivo, enmarañado.
Estudian el tema de la pobreza, con datos oficiales (INEGI) y con la percepción personal de quienes deben estar dedicados a las mayorías pobres.
Abordan el tema de la violencia, una es la realidad de los noticieros y del discurso oficial y otra cosa el crimen, el peligro en que está la gente que no siente protección de los encargados de darla. Hay una ola extendida de inconformidad y de dolor callados.
La corrupción también manipula estas realidades tristes de las mayorías mexicanas. Es bueno aportar un rayito de luz para ver esta realidad y afrontarla.
Se presenta el problema de la pobreza con datos estadísticos de fuentes autorizadas, con gráficas, en México y en Michoacán. La visión de la realidad se hace concreta con la experiencia de quienes viven entre los pobres en los pueblos más variados y alejados, en los rincones más humildes.
Igualmente se presenta el panorama de la violencia en los diferentes pueblos, en los cuatro puntos cardinales, las regiones dominadas por el cartel Nueva Generación y las dominadas por los Viagras.
Más importante que las cifras, tantas veces maquilladas con fines bastardos, es la realidad palpitante y dolorosa que viven los pobres. La pobreza y la violencia tienen rostros concretos y patéticos, se acompañan de llanto, desgarramiento interior y un cielo sin ilusiones.
La realidad alcanza a todo mundo, es la realidad de los mexicanos. En México, existen los privilegiados y los pobres, entre estos últimos hay que señalar la situación de la pobreza extrema.
Los privilegiados viven en condiciones de primer mundo, es una injusticia que clama al cielo. Se empeñan en dar la impresión de que México es un país de primer mundo. Es para dar risa o indignación.
¿Por qué se empeñan en ignorar la verdadera situación de los mexicanos y dar la impresión de que estamos en un nivel económico magnífico?
Los políticos y los acaudalados necesitan convertirse, cambiar radical y totalmente de vida, hacer en su vida un giro de 180° para sentir la realidad de frente, asumirla y hacer los ajustes personales para enfrentarla no desde su comodidad sino desde la necesidad apremiante de millones de personas. Hay un cambio de vida por realizar.
La lucha contra la pobreza y violencia exige una conversión personal y social. Así hay que renunciar a prestaciones tan exorbitantes como injustas, como las de los profesores jubilados de la UMSNH que sacrifican el futuro de los estudiantes. Los grandes servidores públicos y los de los grandes negocios deben renunciar a ganar todo el dinero que quieren.
También es necesario cambiar las actitudes de consumo compulsivo y derroche irracional. Nuestro mundo es consumista y derrochador.
Hay que adoptar la sabiduría de la sencillez de vida que supone la capacidad del desprendimiento de los bienes superfluos, la pobreza real. Es la sabiduría que atiende a lo esencial y necesita menos dinero para vivir.
Los privilegiados necesitan renunciar a sus sueldos escandalosos e injustos, a sus vacaciones en el extranjero, a su vida de reyezuelos y a tantos caprichos. Esto les permite entender a los pobres hacerse solidarios y buscar soluciones reales.
Los pobres también tienen que renunciar a gastos imposibles e innecesarios. Deben evitar, por ejemplo, los gastos necios de refrescos y comida chatarra, de celulares caros, tantos caprichos.
El cambio viene de las profundidades de la sociedad y del corazón de la persona. Si no se cambia, las reformas se construyen sobre el vacío. A ver cuando los candidatos invitan a la renovación interior de la persona.
Las instituciones deben promover acciones contra estos males, deben armar las estructuras y tener programas adecuados e implementarlos.
Así la diócesis de Morelia ha establecido un observatorio social, para estar pulsando la realidad. Ha abierto oficinas de escucha y atención a víctimas en la ciudad de Morelia, lo hará pronto en otras grandes ciudades.