Disculpas tardías / Columba Arias Solís
Si el presidente hubiera adoptado la actitud de ahora hace 20 meses en que detonara el escándalo de la casa blanca, mucho desgaste, tanto de la investidura presidencial como del ámbito familiar se hubiera evitado
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Morelia, Michoacán, 24 de julio de 2016.- Sorpresa y hasta cierta incredulidad ha causado el perdón que el presidente Peña Nieto ha pedido al pueblo mexicano por lo que consideró error de la casa blanca, cuyas secuelas han sido desgaste de la investidura y enormes pérdidas en los porcentajes de aceptación en la opinión ciudadana. Luego de un poco más de 20 meses en que salió a la luz pública el tema de la mansión que su esposa había adquirido a la empresa constructora Grupo Higa, -casualmente la beneficiada con importantes obras cuando fue gobernador en el Estado de México-, el presidente se dirige a los mexicanos a solicitar el perdón.
Como es sabido, la inconformidad manifiesta por tal suceso en todos los medios de comunicación fue de tal magnitud que el presidente buscando acallar las críticas, nombró a uno de sus subordinados al frente de la Secretaría de la Función Pública con la encomienda de que lo investigara para ver si encontraba irregularidades en el proceso de adquisición de la casa blanca.
Por supuesto que el funcionario de marras nunca encontró absolutamente nada –esto, si es que investigó- y prontamente exoneró a su jefe el Presidente de haber cometido cualquier irregularidad al respecto, lo que lejos de aplacar inconformidades, levantó más ámpulas entre la población, sumando una raya más al desprestigio de la función pública.
Al mismo tiempo, las explicaciones de la primera dama en un video transmitido en distintos medios donde manifestaba que la vivienda –por cierto valuada en 88 millones de pesos- la obtuvo gracias al pago de la televisora en la que trabajaba, es decir, con los recursos obtenidos de sus papeles de actriz, solamente detonó más críticas todavía y la incredulidad de que con las telenovelas locales hubiera hecho una fortuna por encima de las obtenidas por importantes estrellas de la actuación a nivel internacional.
A causa del escándalo de la citada casa blanca, el papel de la primera dama, al menos en la exposición mediática, se redujo radicalmente. Sus apariciones han sido contadas, aunque las revistas del corazón no dejan de publicar los viajes y las compras de la familia presidencial, sin embargo, la primera dama no parece ser ya un activo de la figura del presidente.
Al tiempo que el titular del Ejecutivo pedía perdón y decía sentir en carne propia la irritación de los mexicanos, los voceros de Los Pinos daban a conocer que la primera dama había regresado a Grupo Higa la reserva de dominio de la mansión, por lo cual la empresa reintegró a la señora los pagos realizados entre enero de 2012 y diciembre de 2014 más los intereses.
Las disculpas presidenciales tuvieron lugar en el marco de la promulgación de las siete Leyes secundarias del Sistema Nacional Anticorrupción, donde el presidente admitió que la información difundida en noviembre de 2014 sobre la llamada casa blanca, causó gran indignación. Señaló que “este asunto le reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar conforme a derecho y con total integridad, también son responsables de la percepción que generan con lo que hacen”.
Dijo el presidente “en este caso reconozco que cometí un error. No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos, la entiendo perfectamente, por eso con toda humildad les pido perdón, y les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé”.
Ciertamente, las disculpas llegan por demás tardías, si el presidente hubiera adoptado la actitud de ahora hace 20 meses en que detonara el escándalo de la casa blanca, mucho desgaste, tanto de la investidura presidencial como del ámbito familiar se hubiera evitado, empero la solicitud de perdón y presentación de disculpas debe tener un sentido cuando menos en el tramo final de su sexenio de gobierno. De nada sirve el acto de pedir perdón si no se acompaña de medidas que demuestren la real voluntad de corregir errores. Se han promulgado las leyes que darán vida al Sistema Nacional Anticorrupción; Virgilio Andrade ha renunciado a la titularidad de la Secretaría de la Función Pública, para que –según dijo- el Ejecutivo “cumpla a cabalidad con el mandato constitucional del Sistema Nacional Anticorrupción, de contar con un secretario de la Función Pública debidamente nombrado y ratificado por el Senado”.
La solicitud de perdón presidencial, debe entonces acompañarse con los nombramientos tanto en la Secretaría de la Función Pública como en el Tribunal de Justicia Administrativa, en la Fiscalía Anticorrupción y en el Comité de Participación Ciudadana del Sistema, de los mejores perfiles profesionales y de alta calidad ética, desde luego libres de sospechosismo de las designaciones a modo. Hay tiempo todavía para que el presidente en la etapa final de su mandato actúe consecuentemente en el combate a la corrupción y a la impunidad. No hay que olvidar que son los hechos los que cuentan para respaldar las palabras, así sean de perdón.