El Evangelio Hoy: La seducción diabólica del dinero
Cristo, el mejor psicólogo, nos enseña a orientar nuestra vida a los bienes verdaderos y no al dinero y riquezas mundanas.
Morelia, Michoacán, 22 de septiembre de 2019.- En tu vida. Los creyentes están deslumbrados por los bienes materiales y aspiran al dinero y riquezas.
Buscan el dinero contra toda justicia pasando sobre otros valores y aplastando a los hermanos.
Dios habla. Los católicos, sin la Palabra de Dios, corren tras el dinero como los paganos, sin detenerse ante nada: el crimen, el ecocidio, la condenación eterna.
Los más grandes ricos del mundo son cristianos, se presentan como discípulos de Jesús y su riqueza es tan injusta y produce tantas miserias y sufrimientos de las mayorías de sus hermanos. En sus productos y servicios no cobran lo justo sino lo que se puede.
La Palabra de Dios es una guía preciosa para la vida del creyente. Lo enseña a orientarse a los bienes verdaderos y definitivos, dejando los bienes mundanos, falsos, aparentes, traicioneros.
Es una guía para los pueblos que, si cumplieran la Palabra de Dios, acabarían con las guerras, las miserias materiales y construirían un mundo más digno y en paz.
El Padre Dios descubre sus secretos progresivamente, Cristo entrega la revelación definitiva de la vida humana con su predicación y su testimonio. Vivió sabiamente, sin bienes materiales y con los recursos divinos necesarios para la obra infinita de la salvación.
Vivió desprendido de la riqueza humana material, aunque era rico en fe y en virtudes para realizar la gran obra que él Padre le confió. Es conmovedora su pobreza material, su sencillez, su libertad ante las ventajas de la vida social mundana.
En los pueblos que fabrican tabique, los pobres con frecuencia tienen que rematar su trabajo por necesidades apremiantes, los ricos aprovechan para ser injustos y enriquecerse con la necesidad de los humildes.
Sigue vigente la profecía del profeta Amós. “buscan al pobre sólo para arruinarlo… Disminuyen las medidas… Obligan a los pobres venderse por un par de sandalias”.
Qué triste la suerte de los creyentes que ponen su confianza en el dinero y en los poderosos de la tierra, tienen la experiencia de la decepción y se quedan en la miseria. ¡Pobre México que sufre la corrupción, las leyes leoninas del mercado y la voracidad de los ricos y olvidan a Dios, quien pudiera cambiar la situación.
“El levanta del polvo al desvalido y saca al indigente del estiércol para hacerlos sentar entre los grandes y los jefes del pueblo” (salmo 112).
Los ricos tan injustos se asocian a los poderosos para aplastar al pueblo pobre, por eso el apóstol ordena que “se hagan oraciones… En particular por los jefes de Estado y las demás autoridades para que podamos llevar una vida tranquila y en paz”.
Guiados por la sabiduría de Dios, suplicamos “que cumpliendo los mandamientos podamos llegar a la vida eterna”, es decir a los bienes verdaderos y definitivos.
Necesitamos dejarnos alcanzar por Cristo escucharlo, seguirlo en un mundo lleno de las seducciones del dinero, el poder, las diversiones y placeres de pecado para no dejarnos arrastrar y no perder los bienes que sí valen.
Necesitamos vivir una experiencia de encuentro personal con Cristo que nos deje fascinados y entusiasmados y cambie nuestra vida. No veas sólo el dinero y los bienes mundanos, ve a Dios.
Vive intensamente. Necesitas la conversión: reconocer que buscas primero el dinero y que necesitas volver a Dios.
Cristo está aquí. Cristo te invita a recapacitar para buscar a Dios. Ofrece al pecador su cuerpo y su sangre.