Editoriales

Elecciones, aristocracia y kakistocracia (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

¿Posibilidad de sacar a México de su atraso y subdesarrollo?, ninguna con estos votantes y estos políticos reciclados. Hemos  dado un gran salto, pero a los años 70 del siglo XX.

Morelia, Michoacán, 17 de julio de 2018.- En la  antigua Grecia,  hablamos de las épocas de Platón y Aristóteles, se utilizaba el término “aristocracia” para describir un sistema político donde exclusivamente las personas con mayor sabiduría y capacidad tenían acceso al poder. En los siglos XVIII y XIX, época de las grandes monarquías europeas el asunto cambió,  el término “aristocracia” fue usado para denominar a las personas con poder político y económico, convertido en derecho hereditario,  por lo tanto sinónimo de nobleza y ligado al acceso a la educación. Entre ellos estaban reyes, príncipes y otros títulos, lo mismo que militares y religiosos de altos rangos. También de los griegos se  derivan otros términos de gobierno, como plutocracia, gobierno de los ricos, y democracia, gobierno del pueblo.

En cambio  el término “kakistocracia” no lo encontraremos en Diccionario de la Real Academia, pues es un neologismo, del griego kákistos (pésimo, el peor de todos) y krátos (fuerza, poder)  y quiere decir “gobierno de o por los peores”.

Fue Michelangelo Bovero, profesor de Filosofía Política de la Universidad de Turín, quien en los años 40 del siglo pasado acuñó el término “kakistocracia” para definir el gobierno de los peores. O sea un gobierno malo, sórdido, vil, incapaz, perverso, nocivo y funesto.

Seguramente Bovero tenía en mente al sistema político italiano pero la realidad es que este término se puede aplicar, sin mayores limitantes, a México, pues, para cualquiera que se tome la molestia de analizarlo,  existen los suficientes elementos para considerar que, en muchos  casos estamos siendo gobernados por los peores, los más corruptos y los más perversos.

El término acuñado por Bovero fue afortunado y terminó siendo aceptado en el “Dictionary of Sociology”, primera edición en inglés año 1944, registrada en New York;  ahí se incorpora la definición de kakistocracia como   “Gobierno de los peores; estado de degeneración de las relaciones humanas en que la organización gubernativa está controlada y dirigida por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas y camarillas sagaces, pero sin escrúpulos”.

Ya en artículos anteriores he comentado un ensayo realizado en la Universidad de Colonia por los sociólogos Erwin y Ute Scheuch, Pandillas, camarillas y arribismo. Vale la pena recordar su tesis central: “Los partidos establecidos están produciendo un fenómeno aciago, contrario a las teorías clásicas del ascenso y la selección política, pues en su triturante dinámica interna, no llegan los mejores sino los menos competentes, los de menor capacidad que, al carecer de alternativas en la vida profesional o civil, suelen sobrevivir en el partido merced a su fidelidad, tenacidad y constancia. Junto con ellos, se quedan también los más inmorales, los más inescrupulosos, los trepadores puros y duros, hábiles forjadores de clanes cerrados que no dudan en echar mano de cualquier añagaza para alcanzar su promoción.»

Puede no agradarnos, pero es indudable que el concepto que define a nuestro gobierno (del color que sea)  es el de una  «kakistocracia». No hay error; tan sencillo como revisar y analizar  cada uno de los partidos, cualquiera de ellos, todos vienen siendo lo mismo. Personaje por personaje, funcionario por funcionario, son intrínsecamente iguales y representan lo mismo. Se auto designan “diferentes” pero están cortados por la misma tijera.

Si se  nos pide que califiquemos al saliente sexenio de EPN en dos palabras, las primeras que nos vendrían a la mente serian Corrupción y Soberbia. Y pocos podrían a argumentar algo en contra. Corrupción como no se veía desde el sexenio de Miguel Alemán o en el de López Portillo;  ese fue el sello característico de nuestras autoridades. Y los ciudadanos, a la hora de votar, sin más información que la que escucharon en su microcosmos, información que por cierto parecía sacada del libreto de J. Goebbels, y guiándose más por el hígado que por el cerebro, mandó a volar al viejo sistema de partidos, para darle un poder  casi absoluto ¿a quién? , pues a los mismos, pero con otro color y otro nombre. El triunfo del gatopardismo.

Conclusión: ¿Posibilidad de sacar a México de su atraso y subdesarrollo?, ninguna con estos votantes y estos políticos reciclados.  Hemos dado un gran salto, pero a los años 70 del siglo XX.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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