Editoriales

Ilse Michel y la impunidad / Yadhira Y. Tamayo Herrera

Tamayo Herrera es abogada con maestrías en administración pública y políticas públicas (ITESM), ingeniería en Imagen Pública (CCIP); actualmente cursa el Doctorado en Derecho en la Universidad Panamericana
Tamayo Herrera es abogada con maestrías en administración pública y políticas públicas (ITESM), ingeniería en Imagen Pública (CCIP); actualmente cursa el Doctorado en Derecho en la Universidad Panamericana

¿Cómo es posible que al gobierno se le pierdan por años niños que están bajo su guarda? El caso de los albergues Casitas del Sur es un espeluznante hoyo negro donde se perdieron 14 menores de edad sustraídos por los encargados de estos lugares

México, D.F., 14 de marzo de 2014.- ¿Cómo es posible que al gobierno se le pierdan por años niños que están bajo su guarda? El caso de los albergues Casitas del Sur es un espeluznante hoyo negro donde se perdieron 14 menores de edad sustraídos por los encargados de estos lugares. Desde entonces, sólo se han encontrado tres menores, a pesar de las jugosas recompensas que ofrece la PGR (Procuraduría General de la República). Los menores que faltan por ser localizados tienen nombre y apellido, hay fotos de sus caritas: son los hermanos Sergio, Jorge y Bryan Cuadrilla Trejo; los hermanos Asael Natanael, y Hefziba Juárez Ojeda; además de Jesús Espinosa Sánchez, Adriana Castañeda Bernal, Frida Jardinez Paniagua, David Rangel García y Ambar Bretón Blanco. Seis años después, es evidente impunidad, la falta de castigo a autoridades y particulares implicados.

La aparición de la menor Ilse Michel, que llegó hace unos días en un taxi a la estación de policía en el Estado de México, ya de quince años de edad, revive este caso. Ilse Michel Martínez, estuvo desaparecida casi seis años, luego de que fue sustraída ilegalmente a los 10 años de edad del albergue Casitas del Sur, en el Distrito Federal, administrada por el Iglesia Cristiana Restaurada, una “secta” religiosa a la que se le canceló el registro ante la Secretaría de Gobernación que actualmente tiene a su fundador ilocalizable, y a otro pastor en la cárcel extraditado desde España.

Ilse Michel relata que la familia con la que vivía la trataba muy bien. No iba a la escuela porque recibía educación en casa, como acostumbran los miembros que pertenecieron a esa “Iglesia”. En las recientes entrevistas que le han hecho a Ilse, -donde no se muestra su rostro para proteger su identidad- muestra un manejo del lenguaje fluido, tiene amplios conocimientos de la Biblia y se oye segura y alegre. Pide que no incriminen a la familia donde vivió, la pareja que le ocultó que sus verdaderos familiares la estaban buscando.

Existen ya desde hace mucho tiempo, las leyes necesarias para proteger a menores que por causas de fuerza mayor -por ejemplo, orfandad, abandono o violencia interfamiliar- son puestos bajo la guarda de las autoridades. Existen ya en el sistema gubernamental las instituciones y las autoridades responsables que ganan un sueldo por ello. Aquí no es falta de normatividad, sino de autoridades con ética profesional, autoridades responsables que hagan su trabajo . Son las leyes y las autoridades quienes deberían poner límites a las fantasías y sueños locos cuando vulneran la dignidad humana, la libertad y los derechos de los otros. Cumplir la ley y exigir el cumplimiento de la ley a las autoridades y ciudadanos como hábito, seguramente conformaría una sociedad más justa y con niños más felices.

Quizá no haya nada más vulnerable, que un niño, una niña indefenso, sin unos padres o abuelos que lo cuiden y defiendan. Quizá tampoco haya nada más prometedor, mayor tesoro que un niño o una niña que bien formado pueda ser un hombre o mujer feliz y que haga muchos bienes a su comunidad. Así debería comprenderlo cualquier servidor público, gobierno, organización religiosa que se autodenomine “iglesia cristiana”. Autoridades o pastores que dolosa o irresponsablemente dejan a esos niños tan vulnerables a su suerte, o peor aún, abusan malévolamente de ellos para beneficios propios, realmente avergüenzan a la humanidad entera.

Felizmente, a pesar de ser víctima de un sistema corrupto y que no funciona, Ilse Michel se ve bien y sin secuelas de violencia física, se oye contenta. Ojalá esa misma suerte corran todos los demás menores sustraídos de esos albergues.

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