Editoriales

Infancia sin futuro / Columba Arias Solís

La autora es Maestra en Derecho; catedrática de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH; analista en varios medios de comunicación; y, titular de la Notaría Pública No. 128
La autora es Maestra en Derecho; catedrática de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH; analista en varios medios de comunicación; y, titular de la Notaría Pública No. 128

La niñez mexicana se sigue enfrentando a condiciones de pobreza y marginalidad derivada de ésta, que alcanza niveles tan alarmantes que en algunos lugares, conseguir el alimento que los nutra es una batalla diaria

Morelia, Michoacán, 03 de julio de 2016.- De acuerdo con la ley, todos las niñas, niños y adolescentes en México tienen entre otros, el derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral; el derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal; el derecho a la protección de la salud y a la seguridad social; el derecho a la educación; el derecho al descanso y esparcimiento. Corresponde a las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, en el ámbito de sus respetivas competencias, adoptar las medidas necesarias para garantizarles esos derechos.

México, como signante de la Convención Sobre los Derechos del Niño, promovido por la ONU, desde el año de 1990 se comprometió con la adopción de todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la Convención, y es en ese contexto que en Diciembre de 2014 entró en vigor la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes que en la nación mexicana garantiza los derechos que debe gozar la niñez.

Son lugares comunes las expresiones que señalan que la niñez es la etapa más feliz de la vida; que ser niño es sinónimo de juego y de no tener responsabilidad alguna, y que las y los niños son el futuro de nuestra nación.

Sin embargo, los estudios de los organismos encargados de medir la pobreza en nuestro país, nos presentan una realidad distinta a la que nos sugieren las anteriores expresiones, toda vez que la niñez mexicana se sigue enfrentando a condiciones de pobreza y marginalidad derivada de ésta, que alcanza niveles tan alarmantes que en algunos lugares, conseguir el alimento que los nutra es una batalla diaria.

Apenas en el pasado mes de Abril, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo Para la Infancia de Naciones Unidas (UNICEF) Sección México, presentaron el Estudio sobre la Pobreza y Derechos Sociales de la Niñez y Adolescencia en México, período 2012-2014, donde especifican con datos del propio gobierno mexicano que el 53.1 % de la población de 0 a 17 años en el país (21.4 millones) carecían de las condiciones mínimas para garantizar el ejercicio de uno o más de sus derechos sociales. En  resumen, 1 de cada 2 niñas, niños y adolescentes en México es pobre, al menos hasta 2014, habrá que esperar la medición del siguiente período para saber si las condiciones cambiaron aunque sea un mínimo.

Los datos de Unicef señalan que 4.6 millones de niños y adolescentes  enfrentan condiciones de pobreza extrema, presentan carencias en el ejercicio de 3 o más de sus derechos sociales como pueden ser el acceso a la seguridad social, vivienda digna y educación entre otros, y son parte de un hogar con un ingreso insuficiente para adquirir alimentos necesarios.

Asimismo, a las situaciones de pobreza se suma la delicada problemática de nuestras adolescentes que truncan sueños y posibilidades de desarrollo a causa de embarazos indeseados; 9 de cada 10 madres solteras en México son menores de 18 años y una de cada dos adolescentes se embaraza sin planearlo.

De entre los países miembros de la Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) , México ocupa el primer lugar en embarazos de adolescentes, y desde luego, esa gravidez temprana tiene repercusiones importantes puesto que, más del 90 por ciento de las madres de 12 a 19 años no asisten a clases y en el ámbito laboral la posibilidad de recibir ingresos estables o acceder a empleos especializados y de calidad es menor; 9 de cada 10 madres de 15 a 19 años reportaron dedicarse solo al hogar. Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Guanajuato, Puebla y Aguascalientes son las entidades que tienen mayor número de embarazos adolescentes.

El Consejo Nacional de Población (CONAPO) estima que en México casi una de cada cinco personas tiene entre 10 y 19 años, lo que significa que viven en el país 22.4 millones de adolescentes, casi la mitad (11.3) millones tienen de 10 a 14 años, y 11.1 millones tienen entre 15 y 19 años. El informe de la OCDE hace énfasis en que la comprensión de las causas subyacentes  del embarazo adolescente debe ponerse al centro del debate y de las políticas públicas que se generen para erradicarlo, es decir, debe combatirse la desigualdad de género, la pobreza, la violencia y la coacción sexual, el matrimonio infantil, las presiones sociales, la exclusión de oportunidades educativas y laborales.

Como señala el Estudio de UNICEF, la pobreza es más que la escasez o la insuficiencia de ingresos y afecta a los hogares y comunidades enteras, por ende, no parece haber un futuro promisorio para la niñez en tanto no se reviertan las condiciones de pobreza y marginalidad a las que se enfrentan. ¿Cómo hablar entonces de infancia feliz y futuro de la patria, cuando tantas y tantos sobreviven entre la miseria y la violencia?

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