Editoriales

La decisión en manos de las dirigencias nacionales

De entrada, no hay nada para nadie; es decir, la candidatura de la coalición Seguimos Haciendo Historia no tiene un partido en específico que represente al proyecto de la 4T

Morelia, Michoacán, 29 de septiembre de 2025.- El pronunciamiento que hizo Reginaldo Sandoval, hace un par de semanas, hizo que el mosaico preelectoral se moviera. Él, para acabar pronto, formará parte de esa lista de protagonistas que se medirán en la encuesta que aplique la dirección nacional de Morena. Eso, como sabemos, será a finales del año 2026; es decir, a más de un año para llegar a la cita. No necesariamente se tiene presupuestado que sea así; puede ser el caso que, a mediados del año próximo, tengamos nombres y apellidos para organizar un proceso interno como el que atestiguamos con las mismas corcholatas. Lo más lógico y razonable, dadas las condiciones, es que la cancha sea pareja para todos.

Entonces lo que veremos, de pronto, será una contienda con muchos ingredientes especiales, básicamente por lo atractiva al tomar mayor forma. De entrada, no hay nada para nadie; es decir, la candidatura de la coalición Seguimos Haciendo Historia no tiene un partido en específico que represente al proyecto de la 4T.

Puede ser Morena, PT o PVEM. En una de esas trincheras se ocupará la vacante para buscar sustituto de Alfredo Ramírez Bedolla. Todo dependerá, de consenso y negociación, por los acuerdos que concreten en un pacto de unidad desde las dirigencias nacionales. Es bueno recordar lo que ha pasado en casos específicos como Morelos y San Luis Potosí, donde actualmente gobierna el Verde.

Por eso quienes aspiran a ser coordinadores de la defensa del voto, al menos por ahora, no pueden adelantar vísperas hasta que los liderazgos pongan sobre la mesa las condiciones de negociación. Al valorar una ruta como esa, podemos decir que la moneda está en el aire.

Si ponemos algunos pormenores que nos ayuden a armar el rompecabezas, decimos que, del lado de Morena, es muy seguro que vayan dos hombres y dos mujeres a la recta final. Del lado del PT, es un hecho, todos cerrarán filas con Reginaldo Sandoval para que sea su representante. Tan es así que, lo atestiguamos, eso se manifestó en el clima de un evento masivo que movilizó a los principales líderes del estado, lo mismo que militantes, simpatizantes y población en general.

Con ese telón de fondo, y un hecho preliminar, las condiciones pueden inclinar la balanza a la imagen de Reginaldo Sandoval si hay una combinación de factores. Hay que contemplar, por ejemplo, que el coordinador de la fracción parlamentaria del PT en San Lázaro es, sin duda, el hombre de mayor confianza de Alberto Anaya, presidente nacional del Partido del Trabajo. No hay que perder de vista eso, pues él, de manera directa, tiene interlocución con la propia Secretaría de Gobernación.

Es sabido que, en encuentros de primer nivel, Rosa Icela acude a plenarias del PT. Ahí, desde luego, se valoran los alcances del catálogo de reformas que ha propuesto la presidenta de México. Eso refleja el poder político que ha ido acumulando el partido del trabajo, sobre todo por los resultados que se obtuvieron en Durango y Veracruz. Si lo ilustramos de una forma más simple, los enroques se pueden acomodar en un determinado consenso para los asuntos como el de la reforma electoral.

Están en juego muchos asuntos que pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos. Uno de ellos, por supuesto, son las reformas constitucionales. Otro, de paso, es el peso específico para negociar espacios luego de sellar un pacto de unidad entre Morena, PT y PVEM. En una de esas, que pudiese ser operado desde la Ciudad de México, puede ser que al PT, por decisión colectiva, le toque abanderar al movimiento en Michoacán. Eso sentaría las bases de un nuevo paradigma en la entidad.

Si es así, está claro, Reginaldo Sandoval puede ser el candidato y próximo gobernador del Solio de Ocampo. No llegaría solo, tendría, de darse la coyuntura, el respaldo de una estructura nutrida a lo largo y ancho del territorio. Del lado del PT, por méritos propios, hay todo un trabajo de base y una labor de avanzada. El punto clave de eso, en esa lógica, se definirá en las dirigencias nacionales. En lo local se podrá proponer y organizar, pero no determinar ni bajar línea a nadie. De eso se tendrán que convencer tarde que temprano quienes están al frente de las direcciones estatales.

¿Quién puede cuestionar las decisiones que se tomen desde la Ciudad de México? Es cierto que los procesos, desde la llegada de López Obrador, constituyeron un hito en el incipiente ejercicio democrático; sin embargo, no podemos soslayar que la influencia de la presidenta pesará mucho. Hay que salvaguardar la unidad para evitar fracturas internas que puedan poner en riesgo el triunfo. Por eso la clave del proceso venidero, simplemente, quedará en manos de los órganos nacionales.

Y para que no exista inconformidad y amenazas de ruptura, las dirigencias nacionales preparan acuerdos en posiciones claves. Algo así como lo que aconteció con las llamadas corcholatas. No lo veamos como un premio de consolación, sino como un mérito al esfuerzo y a la lealtad con el proyecto de la cuarta transformación.

Reginaldo para gobernador de Michoacán

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